Blasia Guachiré Alarcón es vecina del barrio San Blas en la Villa 21-24, de Barracas. Su testimonio da cuenta de la grave infestación de ratas que afecta al barrio, ubicado a la vera del Riachuelo y donde viven más de 50 mil personas. “Acá hay ratas enormes. Hace años estamos peleando por esto. Ellos vienen y aplican los cebos cada 22 días, pero a nosotros las ratas nos invaden. Hacen huecos en la arena y entran en las casas. Es muy peligroso”, relató. La mujer, paraguaya, que vive en el barrio desde 2012 y es delegada de los vecinos del camino de sirga, contó que es habitual verlas al borde del río. “Yo estoy cerca y se las ve nadando y cómo salen del agua, vienen al barrio y entran a las casas tranquilamente”, dijo.

“No nos pueden abandonar así. Es imposible vivir con tantas ratas porque son enormes y vienen a montones”, agregó.

La situación empeoró a partir de enero, cuando el Gobierno de la Ciudad interrumpió el servicio de desratización en el barrio, lo que coincidió con el brote de hantavirus a nivel nacional. “Lo que pasó es que el convenio para el control de plagas en la 21-24 se hizo hasta diciembre y no se renovó hasta febrero. Entonces, durante todo enero no hubo servicio y, además, la situación empeoró por los movimientos de los suelos por las obras de relocalización y de agua, cloaca y pluvial que se está haciendo sobre un sector de la villa”, explicó Agustín Territoriale, coordinador del Programa de Hábitat Nº1 de la Defensoría General de la Ciudad.

Por este motivo, el último 25 de enero el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad presentó un oficio solicitando al Instituto de Vivienda de la Ciudad y a Acumar que se adopten las medidas necesarias para solucionar la problemática y garantizar las condiciones de salud de la población. La medida concluyó en la firma de un convenio entre Acumar y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público para financiar las tareas de desratización en los barrios Tres Rosas y San Blas, dentro de la Villa 21-24.

“Si bien hoy el servicio está normalizado, se mantienen las deficientes que tuvo históricamente el barrio debido a los problemas estructurales de precariedad, que lo hacen un ambiente más propicio para que se presenten este tipo plagas y lo que cuentan los vecinos es que las ratas son enormes”, agregó Territoriale.

Y manifestó: “Esto hay que pensarlo en un marco más amplio que es la problemática de Riachuelo, que es un problemática de territorio y no solo sobre el espejo de agua, donde hacen falta políticas públicas integrales que no solamente tiendan a descontaminar el espejo de agua sino que también tiendan a mejorar la calidad de vida de las personas que viven ahí”.

“La Villa 21-24 está en el nivel más alto de riesgo que tiene un territorio dentro de la Cuenca Matanza-Riachuelo, según reconoce Acumar. Pero no hay una respuesta política integral hacia el territorio, sino políticas muy fragmentarias y con muy poco diálogo entre las distintas áreas, algo histórico en el Gobierno de la Ciudad pero que se ha profundizado en estos años. Entonces, cuando aparecen problemas que exceden a estas políticas de focalización, como puede ser lo de las ratas, no hay actores que puedan resolverlos de forma integral ya que cada área agarra su pequeño pedacito de problemática sin una visión integral”, concluyó.