José Sarasola es un investigador del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), quien desde hace 15 años lleva adelante un proyecto de investigación y conservación del águila coronada en nuestro país. Junto a su equipo, decidió investigar a esta especie tras un estudio realizado en base a aves rapaces en la región de La Pampa, que demostró el estado de “peligro” en el que se encontraban las “Águilas del Chaco”.

Por su incesante trabajo en la protección y conservación de esta especie, que se encuentran desde el sur de Brasil, Paraguay y Bolivia, hasta la zona norte de la Patagonia argentina, el investigador fue premiado por la organización internacional “Whitley Fund for Nature” con 40 mil libras que ya anticipó que va a utilizar para “expandir la investigación hacia Mendoza para concientizar sobre esta especie y que la población logre conocerla como sucedió en La Pampa”.

Whitley Fund for Nature es una prestigiosa entidad que premia una vez por año a personas de todo el mundo que se dedican a la conservación de especies o ambientes que se encuentren en peligro. Este año le tocó a Sarasola, quien fue galardonado en Londres con lo que se conoce como el “Oscar Verde”, entregado por la princesa Ana de Inglaterra.

Su investigación lleva muchos años y los habitantes de los pueblos aledaños a la ciudad de Santa Rosa, de donde es oriundo, tuvieron un papel muy importante a la hora de la recolección de información. Según explicó el investigador, la caza de esta especie se debía a que las personas creían que estas aves eran “peligrosas para sus ganados”.

Producto de los datos que las personas brindaron, en 2001 encontraron el primer nido de “Águilas del Chaco” en 25 años. Luego de recaudar cierta información, Sarasola y su equipo llegaron a la conclusión que no solo es una especie en peligro de extinción, sino que su nivel de reproducción es muy bajo, ya que solo ponen un huevo por año.

También determinaron que las presas que las águilas madres consiguen para sus pichones nada tienen que ver con animales domésticos, lo cual desterró la teoría de los dueños de los campos, que creían que esta especie era dañina para sus animales.

Otra conclusión que alcanzaron es que muchas águilas morían electrocutadas por los tendidos eléctricos o ahogadas en tanques de agua. Por eso, determinaron que una posible solución se podría dar con la modificación de postes eléctricos y la colocación de rampas en los tanques. Así lograron reducir de forma considerable la muerte por persecución de estas aves.

Con estos resultados, Sarasola se abrió paso a las charlas en escuelas rurales donde actualmente educa a muchos chicos de la región sobre el “Águila del Chaco” y sus características. Como producto de su trabajo, el investigador logró que la población pampeana cambiara “de forma radical” su percepción de esta especie.

Por el trabajo junto a su equipo, esta ave se convirtió en un animal emblemático para los ciudadanos de La Pampa, tanto es así que en la plaza principal de Santa Rosa se encuentra una escultura del águila, según detallo el investigador.