Desde París

El Mundial de Francia 2019 parece ser el elegido por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) para lograr el despegue definitivo del fútbol femenino. Si bien la entidad organiza el Mundial de mujeres desde el año 1991 (la idea fue del brasileño João Havelange y la primera edición fue en China, aunque con una prueba anterior en 1988 en la que participaron 12 selecciones representando a las seis confederaciones), en la tierra del Mayo de 1968 o de los comuneros de París quedó plasmado que a partir de aquí la disciplina ocupará un lugar de preponderancia en lo deportivo pero también como un producto comercial, una plataforma de posicionamiento de ciertas marcas y una vidriera para un (incipiente) mercado de pases.

La cuenta oficial de Twitter de FIFA anunció el 22 de junio pasado, después del término de la etapa de grupos, algunos números que confirman el crecimiento:
*33 millones de visitas recibieron en los canales @FIFAWWC.
*Hubo 82 millones de reproducciones de video.
*Sumaron 2 millones de seguidores en las redes sociales.

El interés por el deporte estuvo a la vista. Aquí, los partidos de Argentina tuvieron 25.055 espectadores (en París, contra Japón), 20.294 (en Le Havre, contra Inglaterra) y 28.205 (en París, contra Escocia), mientras que en la Argentina tres millones y medio de personas lo siguieron por la TV Pública.

El Mundial, que está en su etapa final, ya ha alcanzado nuevas alturas en todo el mundo. En Brasil, por ejemplo, la audiencia del partido contra Francia por los octavos de final –y con la Copa América (de fútbol de varones) en disputa– fue de 35.2 millones de espectadores. Para tomar dimensión del número: se trata del doble de la audiencia en Estados Unidos para las finales de la NBA.

En cada una de las ciudades sede, el FIFA Fan Experience (instalado en plazas públicas) recibe miles de visitas diarias. En el primer fin de semana, por caso, tuvo unas 4.200 visitas. En estas zonas los aficionados pueden disfrutar del ambiente del Mundial Femenino y acceder a distintas actividades culturales, juegos interactivos, entretenimientos para niñas y niños con iniciativas de los sponsors del torneo, patios de comidas y una pantalla gigante en la que se pueden ver los partidos. En la sede de París también hay una exposición temporal llamada "El juego de las mujeres" que muestra la historia del fútbol femenino, biografías, uniformes y recuerdos de los torneos.

Este año la FIFA publicó un libro (The official history of the FIFA Women’s World Cup) que resume ese recorrido y, al contrario del camino que venía tomando, incluyó en esta edición la historia no oficial, desde 1881 hasta el presente. Es decir, ahora sí incorpora como parte del relato los Mundiales que se jugaron en 1970 y 1971, y que no estuvieron bajo su tutela. En el segundo hubo una Selección argentina que participó: en México, en el estadio Azteca, aquellas Pioneras lograron la hazaña de ganarle 4 a 1 a Inglaterra ante 90 mil personas.

El proceso de "oficialización" de la disciplina –a través de un mandato que obligaría a las asociaciones de cada país afiliado a incorporar el fútbol femenino– comenzó a desarrollarse en la década del ochenta. Durante de ese tiempo se promovieron estrategias para combatir o suprimir la imagen negativa asociada a las mujeres futbolistas (aquella mirada sobre las jugadoras como "machonas"), para empezar a "vender" este deporte.

Así expuso la FIFA su plan estratégico para el fútbol femenino.

En el último tiempo se han dispuesto medidas para trabajar e intentar saldar las desigualdades de género, atravesadas por algunas lógicas del mercado. Entre las prioridades declaradas para el fútbol femenino desde 2015 hasta 2018, denominadas "FIFA’s 10", está el objetivo de mejorar el marketing y la promoción construyendo una marca propia de la disciplina. Además de los nuevos emprendimientos para que aumenten la participación de niñas y mujeres jugando alrededor de todo el mundo (con una proyección a 60 millones) y potencien el valor comercial, las estrategias de publicidad y las alianzas con los sponsors, acompañados de mayor cobertura mediática (estimados en 1.000 millones de espectadores durante la Copa), se contemplan "precios accesibles" en las entradas para expandir la disciplina (desde 9 euros).

Con el crecimiento en la profesionalización, la comercialización y el apoyo a las y los hinchas, los organizadores pretenden cambiar el deporte más allá del reconocimiento. En efecto, las organizaciones más influyentes y poderosas del deporte, consideran que la mercantilización, junto a la identificación de un mercado todavía no explotado, es un aspecto clave para el desarrollo.

La FIFA ya anunció que Francia 2019 será la Copa del Mundo de la igualdad, "no sólo para celebrar el torneo más importante de fútbol femenino a nivel mundial sino para mostrar el progreso social", tal su propia definición. En esta octava edición, la entidad organizó por primera vez una convención de fútbol femenino donde en dos jornadas se llevaron a cabo distintas exposiciones sobre formación, comunicación, liderazgo, desarrollo, comercialización y desarrollo de la disciplina.

Además, mientras que –en su rol de autoridad de poder– elabora los lineamientos para sentar las bases del desarrollo y expansión de la actividad, al mismo tiempo, también modela un tipo de juego y espectáculo, con ciertas exclusividades, reglas y patrones. En el medio de las normas FIFA quedan sujetas las personas: jugadoras e hinchas, que deben resistir, mediar y negociar.

En este nuevo camino hay cuestiones que no (se) aceptarán. Algunas de las hinchas argentinas que viajaron hasta aquí para ver los partidos de la Selección, por ejemplo, no pudieron exhibir sus pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito dentro de los estadios. Un empleado se acercó a pedirles que los guardaran en sus mochilas porque, según sus propias palabras, "las expresiones políticas no pueden manifestarse en un lugar donde se está desarrollando el juego".

En tanto que, algunos (sólo) buscan fortalecer un plan de comercialización y gobierno a través de la configuración de una (única) forma de fútbol practicado por mujeres, otros y otras piensan que hay que ocupar esos espacios para comunicar, liderar, empoderar y crecer. La pelota, en el interín, sigue girando.