“Si la luna está así, con las guampas para arriba, no llueve durante esos veinte día”. Armando Mudrik es astrónomo y realizó muchas visitas a las zonas rurales del norte santafesino donde desde mediados del siglo XIX se asentaron miles de italianos, alemanes, judíos y polacos, entre otros. Allí compartió largas charlas, comidas, celebraciones y el cielo nocturno. Y escuchó muchas frases como esa de la luna, que fueron dibujando su tesis para recibir su licenciatura en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad de Córdoba.

En realidad, Mudrik pensaba investigar el medio interestelar en galaxias para su tesis de grado, pero algo no terminaba de cerrarle y cambió el rumbo hacia la astronomía cultural. “Dar voz a otras tradiciones astronómicas que conviven en nuestra sociedad con la académica o científica, era una posición política que me interesaba sostener”, afirma. Y así comenzó a explorar las ideas y prácticas que poseían en relación al cielo los migrantes que llegaron en el proceso de colonización agrícola del sur de la región chaqueña y sus descendientes.

En ese trabajo estableció que la Vía Láctea tenía un rol central como estructurador del cielo para estos colonos, que la Luna era el objeto astronómico más importante porque “anunciaba” las lluvias y marcaba el calendario agropecuario; que el cielo era el lugar de representaciones de relatos míticos o sagrados que traían del Viejo Mundo y que incorporaron en el intercambio con otros grupos y que, fundamentalmente, los cielos cambian, son dinámicos, desde una perspectiva regional e histórica.

-¿Por qué el cielo puede ser un factor importante para el arraigo en un nuevo destino?

- En una zona como en la que realicé trabajo de campo, el cielo es parte importante del paisaje. Para migrantes llegados de otro hemisferio o continente, otorgarle sentido o entenderlo se vuelve otro aspecto fundamental de la relación que establecen con el nuevo entorno. Además, si hablamos de migrantes para los cuales las actividades productivas que desarrollan, como la agricultura, están ligadas a la dinámica del espacio celeste (incluyendo tanto aspectos meteorológicos o astronómicos como las estaciones), observar el cielo es una práctica relevante. De esto puedo dar cuenta en mi investigación, en la que evidencio el impacto que tuvo el cambio de hemisferio para estos migrantes, tanto en tareas productivas como en prácticas religiosas.

- ¿Qué representaciones celestes te llamaron más la atención?, ¿qué rol juegan en la identidad del grupo?

Una de las representaciones celestes más interesantes y que me llamó más la atención fue la que me señalaron descendientes de alemanes de Volga en San Cristóbal. Algunas familias denominaban a la Vía Láctea como “el castigo de Jacob”. Al indagar sobre esta representación pude ver cómo a través de la construcción de ideas acerca del cielo, también se construye identidad de los grupos sociales que entran en contacto en la región.

Para estos migrantes, las “manchas oscuras” observadas en la Vía Láctea eran interpretadas como una discontinuidad de las zonas brillantes, y a la vez simbolizaban una “cadera quebrada” que recuerda “la pelea de Jacob con Cristo”, en la cual “Cristo” le “quiebra la cadera” a Jacob. Para los interlocutores, este episodio tiene un origen bíblico, que podemos encontrar en Génesis 32: 25-33.

Para estos descendientes, este asterismo no solo era conocido entre los “cristianos” sino también entre “los hebreos” de la zona, quienes, según los mismos interlocutores, relacionaban “El Castigo de Jacob” con el origen de los cortes vacunos kosher que consumían los vecinos judíos.

Un hecho interesante y bastante sugerentees que, donde el pasaje del antiguo testamento ve una lucha entre Dios y Jacob, mis interlocutores la ven entre “Cristo” (su ancestro mítico) y Jacob (ancestro mítico de “los judíos”). Se establece así entre ellos una relación jerárquica que, además, reinterpreta la tradición alimenticia judía en términos de un recuerdo de su derrota a manos de “Cristo”, y por tanto, en una reafirmación de su posición en el sistema de relaciones jerárquicas planteado.

- ¿Advertiste que el cielo sea dinámico también con el cambio de generaciones?

Efectivamente, esa es una de las claves a tener en cuenta a la hora de abordar las astronomías de cualquier grupo social. Una cultura es dinámica, sus construcciones culturales o sociales, son históricas, no son estáticas. El problema central de mi investigación era ver cuáles eran las construcciones acerca del cielo que estos migrantes elaboraron en el nuevo cielo observado. El traslado a otro entorno, a otro ambiente físico y también a otro contexto social, trajo aparejado toda una serie de adaptaciones y reconfiguraciones a las ideas que estas personas ya tenían sobre el espacio celeste.

Estas ideas que yo llamo tradicionales, no porque sean ancestrales, sino porque son conocimientos que se transmiten oralmente y a través de la socialización primaria, están en tensión y diálogo con otras ideas astronómicas como las académicas, que son las que fueron incorporando los descendientes, ya sea por la escolarización o por otros medios. Aun así se da el caso de que actualmente descendientes de colonos migrantes consideran estas prácticas e ideas astronómicas tradicionales y las reinterpretan. Me he encontrado en Santurce y Moisés Ville con la situación de que productores consideran sembrar en determinada “luna” para que la maleza no afecte a los cultivos y así no tener que recurrir al uso de agroquímicos que resultan “onerosos” y “dañinos” para las personas y animales.