El peronismo aún no asume en la provincia pero ya mira con preocupación en dos direcciones: Los números reales de lo que recibirá el 10 de diciembre y qué clase de oposición le planteará el Frente Progresista una vez que entregue el mando. Las primeras conclusiones son preocupantes en ambos sentidos. En las dos puede haber algo de excesivo celo político.
Una cosa es clara: El peronismo no olvidó en todo este tiempo lo que significó para el espacio político la entrega del poder hace 12 años después de haber gobernado 24 la provincia. Ahora quiere cobrar con la misma moneda de entonces y por eso sacó a relucir aquellos 1.600 millones de pesos (que hoy serían más de 24 mil millones actualizados) que Jorge Obeid le dejó en caja aquel diciembre de 2007. El socialismo expuso públicamente su desconfianza y pidió una auditoría a la AGN para determinar esos fondos y otras cuestiones. El peronismo le paga ahora con la misma moneda y también solicitará una auditoría. Como se lo dijo el diputado Roberto Mirabella al ministro de Gobierno Pablo Farías: "Nobleza obliga, antes de que se enteren por los medios, le comunico que vamos a pedir una auditoría". El funcionario frentista no necesitó más elementos para saber cómo vendría la transición.

El traspaso tiene escenarios reales y concretos, y elementos políticos. Nadie, nunca en un traspaso de mando a otro signo político dirá "gracias por todo, muy ordenada han dejado esta administración, una maravilla". Eso no existe en política, ni siquiera cuando un mismo signo político continúa en el ejercicio del poder. Principalmente porque hay que bajar la vara para después empezar a crecer en el ejercicio de la gestión propia y evitar las comparaciones que puedan ser desventajosas. Pero hay otros elementos muy reales que preocupan al que llega y que pasan principalmente por un solo lado: la caja. En esta oportunidad también sucede. Antes que nada, se mira si está el dinero para pagar aguinaldos de fin de año y sueldos unos pocos días después. En ese sentido hay preocupación porque se conoció que el gobernador Miguel Lifschitz pidió un préstamo a un banco -con tasa de mercado- para abonar por anticipado los aguinaldos unos días antes de las elecciones del 16 de junio. "Es un mecanismo habitual", optó por decir Farías. Si lo es, no era muy conocido o comentado.

 

Andres Macera
Lifschitz ya arma su candidatura a gobernador en 2023.

El segundo tema es el personal. En este punto ATE y UPCN dicen que son 4.500 los agentes que están en condiciones de pasar a la planta permanente de la provincia. El actual gobierno reconoce 1.400 y aclara que es un tema que deberán hablar con el próximo gobernador y que hay un límite que impone la Ley de Responsabilidad Fiscal que firmó Lifschitz a pedido del presidente Mauricio Macri. Por supuesto, los gremios hablan con el peronismo también y hay negociaciones en marcha. No hay que olvidar que el secretario general de ATE Jorge Hoffmann es candidato a diputado nacional en la lista del peronismo que encabeza Marcos Cleri.

Hay otro punto relacionado con los recursos. El socialismo y el peronismo no gastan igual. No quiere decir que uno otorgue más derechos que otro o que uno recorte determinada política pública. Más bien es una cuestión de estilo: El peronismo es más riguroso a la hora del equilibrio fiscal, le da más importancia a tener equilibradas las cuentas. Y esto aparecerá en la transición y en los primeros meses de gestión. Se va a notar.

De a poco, los negociadores de la transición designados por Perotti empiezan a mostrarse preocupados por la real situación económica y financiera de la provincia. Las declaraciones van a ser más contundentes a medida que se acerque la fecha de traspaso. A no dudarlo.

 

El modo Lifschitz

Mientras insiste en que hay tiempo para las cuestiones relacionadas con el traspaso de mando, el gobernador apretó el acelerador en lo que respecta al rol que le tocará jugar a partir de diciembre. Convocó a los 27 diputados que lo acompañarán en la Cámara baja provincial y enseguida a los intendentes y jefes comunales frentistas que asumirán próximamente. En esa cena, los futuros ejecutivos se fueron preocupados porque vieron que Lifschitz está armando una férrea oposición a Omar Perotti pero ellos saben que deberán construir una buena relación con el futuro gobernador del que dependerán en muchos aspectos para poder gobernar en medio de esta fenomenal crisis económica. No es la misma sintonía. De hecho, dos días después de las elecciones Lifschitz se expresó sin vueltas en su cuenta oficial de la red social Twitter: "Hoy iniciamos el camino hacia 2023 con más fuerza y experiencia que antes" escribió. El famoso "vamos a volver". Está claro que Lifschitz lo piensa para él a ese futuro político. Pero hay por lo menos dos actores que tendrá que tener en cuenta: Los intendentes electos de Rosario y Santa Fe que tienen como mínimo 10 años menos que el gobernador y que también se piensan en un futuro.

Por el momento, difícilmente Lifschitz pueda contar como totalmente propios a Pablo Javkin y a Emilio Jatón. Por el contrario, el intendente electo de la capital provincial ya avisó -como Antonio Bonfatti- que a él no lo cuenten para la campaña nacional por el binomio Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey que impulsa en Santa Fe el propio Lifschitz. Esa será una prueba de fuego para el actual mandatario que fue el responsable del armado nacional del espacio. En Santa Fe es vox populi que "Jatón es de Jatón", y en todo caso es mucho más cercano a Bonfatti que a Lifschitz. Resta saber si aquí "Javkin es de Javkin".