Diez años hacía que los Súper Ratones habían publicado su homónimo último disco. Casi cuatro desde la muerte de José Luis “Person” Properzi, su miembro más carismático. Cruce de sentidos más que suficiente, entonces, para que dos de los integrantes del grupo, Mario Barassi y Agustín Insausti, juntaran un puñado de periodistas en su bunker sonoro de Palermo, con el fin de escuchar el esperado nuevo álbum, Carreras de aviones, y luego contar de qué va.

“Me da algo lindo este título”, introduce Barassi. “Tiene que ver con estar cruzando el Atlántico por aire todo el tiempo, dado el vínculo que tenemos con Europa. Los aviones son omnipresentes en nuestras vidas. Y lo de las carreras es porque efectivamente existen, aunque pocos lo sepan”, se ríe el guitarrista, cantante y compositor, feliz con un trabajo en el que Person también aparece en varios sentidos: el cantante y baterista fue autor de tres temas (“En tu camino otra vez”, “Buen humor” y “Amen”), y en ellos se puede escuchar su voz.

“Esto fue consensuado con él tres semanas antes que se fuera. Cuando se precipitaba su final, en una charla que tuvimos en Mar del Plata, nos dijo que no le gustaba la idea del tipo que está cantando pero ya no está; le sonaba medio choreo, y nos pidió que nos apropiemos de sus canciones. Lo único que pudimos 'negociar' fueron esos coritos sutiles, medio misteriosos, que aparecen en sus canciones. Así se hizo”, revela Barassi, entre lágrimas. “Fue muy fuerte hacerlo. Sí, hubo que trabajar mucho porque las letras de Person son muy particulares, hay todo una cuestión con la métrica o, en el caso de 'Buen humor', los tonos. Aquí tuvimos que bajarlo”, se pliega Insausti, tecladista y cantante del quinteto que hoy completan Oscar Granieri en guitarras, Pablo Diez en bajo y Sebastián Reinholz, en batería.

El disco porta dos registros estéticos. Por un lado, esa especie de eslabón perdido entre el rock y el pop que la banda mantiene desde sus orígenes. Por otro, sobre todo en temas como “Hijo”, “Para hacer una montaña” o el mismo “Amén”, emergen otras preocupaciones estéticas: el gospel, el country rock o la balada folk. “Al tener distintos compositores, este eclecticismo surge naturalmente”, explica Barassi. “Hemos crecido escuchando cosas distintas, aunque tampoco son intentos puros. Lo country de 'Para hacer…' suena medio espacial, quiero decir, y el gospel ('Amen') sufrió un cambio entre la versión de Person, más genuina en cuanto al género, y la nuestra, a la que agregamos una guitarra más rockera, onda Abbey Road”. “Pasa que en la versión de Person, él canta y se dobla a sí mismo. Aquí, en cambio, invitamos mucha gente. Por eso terminó siendo un coro grandilocuente”, intercede Insausti.

Los invitados, en efecto, no hacen más que remarcar las intenciones disímiles del disco. A Ulises Eyherabide, cantante de Rescate, y Leopoldo, hermano de Person, en la versión aludida, se le suman Jorge Maronna, de Les Luthiers, y Los Tipitos en “Hijo”; Juanchi Baleirón, de Pericos, en “Un minuto es mucho tiempo”; Richard Coleman en “Para hacer una montaña”; Manuel Moretti, de Estelares, en “Carrera de aviones” y “Me gusta la lluvia”; y Berton Averre, de The Knack, en “A remar”, el tema más contundente de los doce que pueblan Carreras de aviones.

“Lo ecléctico deviene también de pensar el disco desde una perspectiva cinematográfica, como si se tratara de una película. En las últimas seis canciones se nota más esta intención. Otra marca fuerte, además, es el trabajo de los coros y de las guitarras al frente que nos caracteriza desde siempre. Eso que nos conecta con bandas como Estelares y Los Tipitos”, dice Barassi. “Todos tenemos remeras de The Beatles, fíjense”, se ríe Insausti. Y hace reír a los demás.

Entre lágrimas, reflexiones, mates y sonrisas transcurre el ágape sonoro que también aborda la cuestión de las letras. Un raid semántico por el grueso de las canciones (sobre todo las firmadas por Barassi) arroja palabras vinculadas directamente a la naturaleza: río, mar, plaza, gotas, cielo, lagos, sol, gorriones, islas, tierra… ¿Una forma de escaparle al agobio o al pesimismo del presente, tal vez? “Es casi inconsciente, sí, pero es así. En mi forma de ver la vida, tengo esa cosa de que estando lejos estoy bien, de ríos que me llevan buscando una canción que cure... Es como un espíritu reflexivo que fluye por ahí, impregnado por las cuestiones emocionales que nos tocaron vivir. El disco, en este sentido, es como seguir y arrancar de nuevo a la vez”, cierra el guitarrista, el nuevo capitán de un barco que viene esquivando bien la fortaleza de los huracanes afectivos.