La pareja de policías de la Ciudad, detenida por el doble crimen del Parque Avellaneda, es investigada por el robo de 70 mil a 80 mil dólares que el matrimonio ocultaba en cartones de leche y por torturar a culatazos a sus víctimas antes de ejecutarlas de un balazo en la cabeza, informaron hoy fuentes de la investigación. La jueza Vanesa Peluffo y la fiscal Estela Andrades indagaron a ambos en los tribunales de avenida De Los Inmigrantes.

Mientras la mujer policía, Sonia Soloaga, se negó a declarar, su pareja, Diego Pachila, se desvinculó del crimen de Alberto Antonio Chirico (71) y María Delia Speranza (63), cometido el 11 de junio en su casa de la calle Eugenio Garzón 3587, y dio una coartada.

“El policía dijo que no tiene ninguna relación con el crimen y que ese día estuvo acompañando a su pareja, la otra imputada, en la denuncia que formuló sobre el supuesto robo de 300.000 pesos y de su arma que había sufrido en jurisdicción de la Comuna 7 y agregó que también la llevó a una clínica”, contó uno de los investigadores.

Ambos efectivos de la comisaría vecinal 9C, que ya fueron pasados a disponibilidad por el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, seguirán detenidos acusados de “robo y homicidio criminis causae”, delitos que prevén una pena en expectativa de prisión perpetua, hasta tanto la jueza Peluffo resuelva en los próximos días sus situaciones procesales.

Si bien desde el principio se había informado que se trataba de un homicidio en ocasión de robo, una fuente del caso reveló que los autores del doble crimen se llevaron “entre 70 y 80.000 dólares que el matrimonio escondía en dos cartones de leche en un sitio oculto de la casa”.

El mismo informante contó que de las autopsias practicadas por el Cuerpo Médico Forense surgió el dato de que antes de ser asesinados cada uno de un tiro en la cabeza con una pistola 9 milímetros y con un almohadón de silenciador, Chirico y Speranza fueron golpeados con la culata de un arma.

“Creemos que los torturaron a golpes para que revelen dónde tenían escondidos sus ahorros. El hombre tenía un sólo golpe en la cabeza, pero a la mujer le dieron cuatro culatazos y uno de ellos le destrozó el cráneo. La sospecha es que le pegaban a ella más duro para que el marido se quiebre y entregue el dinero”, afirmó la fuente.

Detectives de la División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA) continuaban hoy con el relevamiento del barrio en búsqueda de testigos o videos que ayuden a esclarecer el caso, ya que por el momento ninguna cámara de seguridad pudo aportar alguna filmación de interés a la investigación.

Por el caso, el lunes fueron detenidos los oficiales Soloaga y Pachila, que son pareja y ambos cumplían servicio en la comisaría 9C que cubre la misma jurisdicción en la que ocurrió el crimen.

Según las fuentes y lo declarado por testigos, incluso Soloaga conocía a las víctimas, ya que cubría todos los días, entre las 6 y las 14, la recorrida de la cuadra donde ocurrió el hecho, por lo que se sospecha que se aprovechó de la confianza que le tenían para entrar a la vivienda o “entregar” el hecho.

La clave para conectar a la pareja de policías con la causa es una denuncia por el robo de 300.000 pesos y su arma reglamentaria que Soloaga formuló en una comisaría de la comuna 7.

La oficial afirmó que el mismo día del crimen iba en su auto cuando de atrás la chocó un Volkswagen Gol y por delante la encerró un Renault Duster y de cada auto bajó un delincuente armado.

Según esa denuncia que la Justicia cree que es falsa, los ladrones le robaron los 300.000 pesos en efectivo y su pistola 9 milímetros reglamentaria, con la cual ella afirmó haber efectuado dos disparos, la misma cantidad de tiros con los que mataron al matrimonio Chirico.

Los detectives de la PFA realizaron además un rastreo de la ubicación de los sospechosos a través de las antenas de celular que captaron sus movimientos y descubrieron que el día y a la hora del crimen estaban en la zona de la casa del matrimonio.

La jueza Peluffo espera que algún cotejo de ADN, de huellas o la apertura de los teléfonos celulares secuestrados a los policías imputados, le permitan tener alguna evidencia que confirme las sospechas de que participaron del crimen.

El hecho fue descubierto el 11 de junio por la tarde, cuando efectivos de la comisaría vecinal 9C de la Policía de la Ciudad que recorrían la zona observaron que el portón de la casa del matrimonio Chirico, en Eugenio Garzón 3587, se encontraba abierto, localizaron a una hija que vive a una cuadra y cuando entraron hallaron los cadáveres.