El acto por los 25 años del atentado por la AMIA tuvo un lema poderoso, el de marcar 25 años  de impunidad, y un centro muy claro, el de apoyar el alineamiento del gobierno con la política internacional de Estados Unidos, Israel y sus aliados más cercanos. De yapa y en la voz del presidente de la entidad judía argentina Ariel Eichbaum, Mauricio Macri recibió un fuerte apoyo a la versión de que el fiscal Alberto Nisman fue asesinado. No sólo eso, resaltó Eichbaum, fue asesinado por ser el fiscal de la AMIA. Lo que faltó por completo fue alguna palabra sobre el encubrimiento en tiempos de Carlos Menem, del rol del juez de la época y sus fiscales, o del entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Es como si los problemas con la causa del atentado hubieran empezado con el memorando de entendimiento con Irán.

Con 24 ceremonias de conmemoración, el acto en la calle Pasteur ya desarrolló tradiciones estables. A las 9.53 suena una sirena, esta vez acompañada por las de patrulleros, autobombas y ambulancias en toda la ciudad, y se lee el nombre y la edad de las 85 víctimas. Ayer, algunos cientos de personas contestaron "presente" a cada nombre, algunos con un rictus personal de haber conocido a ese nombre, otros bajando los ojos al escuchar que una víctima tenía 19 años al morir destrozada. Hubo caras que se reconocían, más canosas, sosteniendo fotos de hijos o personas queridas congeladas en una eterna juventud. Había una mujer rezando en silencio, un hombre que decía “presente” casi gritando, mientras abrazaba a una mujer que apenas podía susurrar.

El acto fue tibio, apenas un aplauso para cuando se puso una rosa y una vela también para Nisman, ahora agregado a las víctimas del atentado. Un video muy bien producido de pibes que nacieron el 18 de julio de 1994 fue recibido en silencio. El primer orador, Eichbaum trató de despertar pasiones preguntándose cómo puede ser que a un cuarto de siglo del atentado no haya ni un responsable preso. Como no explicó por qué tanta impunidad, la afirmación fue recibida en silencio, como la pregunta retórica que era. Luego afirmó que es falso que no se sepa nada sobre el atentado, porque se sabe que fue Hezbollah, organización que según la DAIA tiene redes por todo el continente para reunir fondos y financiar el terrorismo. Por eso, explicó Eichbaum, está muy bien que se cree un registro local de grupos terroristas y se ponga a Hezbollah en la lista. El primer aplauso de la mañana es tibio.

La siguiente crítica fue justa, pero no fue aplaudida. Eichbaum se preguntó cómo puede ser que le tomara diez años a la Justicia para volver a juzgar a Alberto Telleldín, al que dió por culpable de haber provisto la van que se usó como autobomba en el atentado y de saber para qué la iban a usar. El problema es que el juicio a Telleldín es el segundo, porque el primero fue totalmente vaciado por la operación de encubrimiento del gobierno menemista y generó cargos contra el ex presidente, varios de sus funcionarios y Beraja. Eichbaum no entró en esos detalles y ante el silencio pasó a un número más seguro, Nisman, al que “recordamos porque su tarea en la causa le costó la vida”. El fiscal, según el líder comunitario, “fue asesinado por ser fiscal de la causa AMIA”, y así se ganó su segundo aplauso, algo más energético.

Como entusiasmado, Eichbaum mencionó el memorando de entendimiento con Irán, “al que nos opusimos desde el primer día” porque iba a llevar la investigación “a un laberinto”. Fue entonces que hubo un momento casi freudiano, ese en que una figura pública niega sin que le pregunten estar haciendo exactamente lo que está haciendo. Fue cuando Eichbaum dijo que “nunca usamos la causa Amia para ningún interés político”…

El acto lo cerró Sofía Guterman, que perdió a su muy joven hija Andrea en el atentado. Perfectamente en tema con el liderazgo comunitario, fue directamente al grano: "Sinceramente, señora Cristina Fernández de Kirchner, el memorando con Irán fue una traición a los 85 muertos, sus familiares y la sociedad toda".