Son las 13.47 del jueves. El entrenamiento de la Selección en el Dow Center de Bahía Blanca comenzó a las 9, pero Facundo Campazzo es el único que sigue en cancha mientras sus compañeros se duchan. El cordobés finaliza con una sesión de 105 tiros de distintos lugares junto a dos asistentes y apabulla con su pasión, energía y profesionalismo. Características que se notan en su cuerpo. Estando a su lado impresiona cómo se ha convertido en un tanque puro músculo –impactan sus hombros– y potencia. Y también se observan cambios en su comportamiento, más "europeo", si se permite la definición.

Ya no es el torbellino alocado de antes. Es una estrella del Real que se comporta como tal: luce más serio, sin perder esa esencia de atorrante divino que lo hace cálido y cercano. "No me siento la estrella de la Selección", asegura con un discurso más refinado que no pierde la sinceridad que viene desde la cuna.

Campazzo lo dice y lo argumenta. “Mi importancia fue creciendo y quizá con Lapro (Laprovítolla) seamos los de mayor rodaje de la nueva camada, pero acá hay siete chicos que son protagonistas en sus equipos europeos y todos somos líderes, junto a Luis (Scola). En este proceso necesitamos que cada uno que tuvo un grandísimo año allá traiga su liderazgo para empujar entre todos hacia un mismo objetivo. No será fácil, ni en los Panamericanos y menos en el Mundial, porque somos un grupo que sigue siendo joven, pero entre todo cargaremos con esa responsabilidad y presión que intentaremos sea positiva", explica este cordobés que, a los 28 años, se ha transformado en el motor del Madrid y en un objetivo de varios equipos NBA. "Mi cabeza está en el Real. Ya no me desespero por la NBA. Si tiene que llegar, llegará", repite quien negocia su extensión de contrato con la Casa Blanca.

Para la Selección es una preparación distinta porque, a diferencia de otros años, todo lo realiza en un solo lugar, el Dow Center que Pepe Sánchez y su gente construyeron en apenas 14 meses pese a la crisis argentina. Para los muchachos, por primera vez, ya no es vida de hotel y luego entrenar en un estadio distinto. "Acá abrís la puerta de la habitación y ves la cancha. Tenés todo a dos pasos y con eso ahorrás tiempo, algo clave en la primera semana de entrenamientos. Es una experiencia nueva. No tenés esos traslados en bondi que los disfrutás en el grupo porque vas jodiendo o cantando, pero también te cansan y quitan horas. Acá maximizás cada minuto y eso te viene bien cuando tenés una semana así", explica Campazzo.

El ex Peñarol lleva apenas horas en la Capital del Básquet y aún se sorprende con el edificio donde se concentran. "Un lugar así no hay en la Argentina. Había visto un par de fotos y videos, pero no tomé dimensión de lo que es hasta que llegué. Superó mis expectativas, la verdad", dice. "Está a la altura de los mejores del mundo. Incluso es mejor que muchos en España", agrega. 

"En nuestro país se piden estadios nuevos, pero en realidad el deporte argentino necesita más lugares así, más centros de entrenamiento”, había dicho el DT Sergio Hernández. Campazzo asiente: "Sí, porque un estadio, para un gran partido, se puede armar. En el Parque Roca, por ejemplo, y queda bárbaro. Pero algo así no se puede... Y menos con este concepto. Es clave invertir en este tipo de infraestructura. En la Argentina deberían copiarlo". 

Campazzo valora, además, el modelo de formación que impulsa Pepe Sánchez, el cerebro detrás de esta creación. El Dow Center es el hogar de 14 de los 16 reclutados de Bahía Basket, equipo que desde aquí busca ser el faro formador de Latinoamérica. Ya tiene cuatro jóvenes brasileños, un peruano y otro francés. "Me hubiese encantado tener algo así cuando era reclutado. Te motiva a jugar, te apasiona más. Lugares así le hacen muy bien a los jóvenes, sobre todo por tener todo al alcance para ser mejor", reflexiona.