Como parte de la danza conjunta con la Casa Rosada, el gobierno de Estados Unidos anunció ayer una recompensa de siete millones de dólares a quien suministre información que permita detener a Samuel Salman El Reda, el hombre al que los servicios de inteligencia norteamericanos le adjudican la organización de los atentados en Buenos Aires. El nombre de El Reda se incorporó a la causa una semana después del atentado, es decir, en julio de 1994. Era uno de los seguidores chiitas del agregado cultural Moshen Rabbani --estaba casado con la hermana de la secretaria de Rabbani-- y su teléfono figuraba en la lista de los intervenidos, sin orden judicial, desde antes del ataque a la mutual judía. Sucede que por entonces, producto del atentado contra la Embajada de Israel, hubo un seguimiento de quienes rodeaban a la delegación diplomática de Irán y a la mezquita de Flores. El problema mayor es que casi toda la prueba contra El Reda proviene de servicios de inteligencia y resulta difícil de verificar judicialmente teniendo en cuenta que nunca se supo nada sobre la conexión local, es decir de dónde salieron los explosivos, quién entró al país para manejar la camioneta, dónde se armó la bomba y otros datos esenciales. Por esa razón no aparece ninguna prueba convincente de la relación entre El Reda y el atentado en sí mismo.

En el juego en el que la Casa Rosada se alinea con Washington y Washington bendice lo que hace el gobierno argentino, desde la capital norteamericana salieron ayer a convalidar la supuesta investigación argentina que, en verdad, es una investigación de la CIA y del Mossad. El gesto de ayer consistió en que Estados Unidos dispuso de la recompensa de siete millones de dólares y bendijo así una versión con la que pretenden ponerle el sello a la causa AMIA: fue El Reda, fue Hezbollah, fue Irán.

Para el fiscal Alberto Nisman, El Reda se llamaba El Reda y era ciudadano colombiano. Luego se descubrió que no era colombiano sino que había falseado una partida de nacimiento en la isla de San Andrés y con ese documento le emitieron un pasaporte colombiano legítimo. Tras la muerte de Nisman, con los nuevos fiscales reemplazándolo, la fiscalía general de El Líbano informó que el tal El Reda se llama en realidad Salman Roauf Salman. En tiempos en que la Unidad AMIA estaba a cargo de Roberto Salum, Santiago Eyerhabide y Leonardo Filippini se le tomó declaración a un hermano de Salman quien afirmó que el prófugo vive en El Líbano. En el testimonio, tomado en Alemania, el hermano dijo no saber nada de la relación de Salman con el atentado en Buenos Aires y con Hezbollah.

La base de la acusación contra Salman es la siguiente:

*Los servicios de inteligencia sostienen que el atentado tuvo una especie de cerebro que actuó desde la Triple Frontera y que usó un celular a nombre de un tal André Marques. Dicen esos servicios que a ese celular se comunicaron desde Ezeiza el 1 de julio de 1994 por primera vez y se cortaron las comunicaciones el 18 de julio, a las 9 horas, desde Aeroparque. No hubo llamadas ni antes ni después.

*Desde el teléfono de Marques llamaron al teléfono de la familia Saín. Salman estaba casado con Silvina Saín, hermana de la secretaria de Rabbani. En los primeros días de julio de 1994, desde la central telefónica de Maipú y Corrientes se llamaba al celular de Marques, a la casa de los Saín y luego a los teléfonos de la familia Salman en El Líbano, así como a teléfonos supuestamente de Hezbollah también en Beirut.

*Los servicios afirman que también llamaron a un teléfono en Nueva York y a otro en San Pablo, Brasil, pero nunca hubo ningún informe sobre esos teléfonos. En la segunda semana de julio de 1994, las comunicaciones con la casa de los Saín se establecieron desde locutorios de la zona cercana a la AMIA. Hubo otras llamadas también desde el área de la mezquita chiita de Flores.

Esta es la base de la prueba que, como se ve, es básicamente de servicios de inteligencia, ya que no hay prueba judicial sobre los titulares de los teléfonos en El Líbano ni tampoco del involucramiento del tal André Marques. Pero mucho más importante que eso, no aparece ningún vínculo real de Salman con la camioneta que estalló en la AMIA. A 25 años del atentado, se reflota la historia en esencia por razones geopolíticas: alineamiento con Estados Unidos. Desde el punto de vista de la prueba judicial, no apareció nada nuevo ni hay elementos categóricos.

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