El “Plan V” se hizo realidad en los medios. En los últimos días, María Eugenia Vidal, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires se subió a un raid mediático que la ubicó como la principal vocera de campaña del oficialismo. Provista de una imagen positiva que supera a la de cualquiera de sus compañeros de coalición, sonriente y compungida según la ocasión, dueña de una indisimulable expresividad, la gobernadora concedió una serie de entrevistas televisivas que expuso la estrategia de Cambiemos en el inicio de la campaña, pero que también dejó en claro la debilidad de un discurso que pierde sustento ante la magnitud de la crisis económica y social. Con un pasado de casi cuatro años en la gestión, Cambiemos ya no puede prometer tan livianamente un futuro venturoso ni negar su responsabilidad sobre la actual realidad. Vidal sufrió en carne propia la fragilidad de un relato de laboratorio que, por contraste con los índices económicos y por el hastío de la repetición autómata, carece de consistencia. 

El “Plan V” por los medios comenzó en la madrugada del jueves 11, cuando Vidal inauguró la sección “Staff de candidatos” en el ciclo Staff de noticias (lunes a viernes a las 0.30), de Telefe. En una entrevista a cargo de Gisela Busaniche, Nacho Girón y Jonathan Viale, la gobernadora afirmó por primera vez su particular respuesta sobre la pobreza. “La pobreza que hoy tenemos es similar a la que el kirchnerismo había dejado y no la había reconocido. En todo caso hemos fallado en reducirla. Pero también creo que hay muchas maneras de mirar la pobreza. No es solamente un tema de ingresos; si fuera un tema de ingresos sería más fácil de resolver. Es un problema de hábitat, de acceso al agua, a las cloacas, al asfalto, de tener un espacio público de calidad, de acceder una escuela pública que te enseñe lo que necesitás para salir adelante, de tener que una salita que funcione y te de un turno para no tener que ir a una guardia a las 2 de la mañana”, afirmó Vidal, con su habitual gestualidad, antes de confesar su amor incondicional por Cristian Castro.

La segunda escala del tour mediático fue en Animales sueltos (América), donde casualmente también inauguró una sección de entrevistas a políticos: “Animales en la calle”. Promocionada en pantalla durante días, la nota de Alejandro Fantino en la base aérea de Morón estuvo marcada por la fascinación del conductor con la gobernadora. “Más que nota es una charla con vos”, le confesó Fantino, de entrada. La primera pregunta del conductor lo corroboró: le consultó por qué se había dedicado a la política, teniendo cuarenta y picos de años y siendo madre. “Porque siento que vale la pena y es mi vocación: servir”, le respondió, grandilocuente, la gobernadora. Vestida con un poncho de los que se compran en un local de moda más que en el taller de un artesano de pueblo bonaerense, Vidal tuvo tiempo –y un camino libre de cuestionamientos sobre la gestión– para victimizarse. “No soy libre”, se lamentó.

La de Fantino puede considerarse una entrevista histórica: fueron 47 minutos en los que no hubo ninguna pregunta sobre su gestión como gobernadora. Ni una. Ni lo pobres ni el desempleo ni la situación de la salud y de la educación pública fueron abordados. Ni siquiera fueron nombrados. En la “charla” de “entrecasa” en Animales sueltos, Vidal desplegó la versión que más cómoda le queda: no la de la dirigente política que gobierna un distrito empobrecido, sino la de una mujer sacrificada, que sufre el poder y que le duele la provincia por la que, sin embargo, va por su reelección. “Cuando me preguntan cuántos hijos tengo, desde 2015 digo que tengo tres hijos y la provincia”, exageró, provocando la carcajada de Fantino.

Cuarenta y ocho horas después, Vidal volvió a la pantalla de América, a Debo decir. En el mano a mano de una hora con Luis Novaresio, la gobernadora volvió a calzarse el traje de política para ceñirse al libreto para justificar la desocupación. “Desde el primer semestre de 2015 hasta hoy se generaron, netos, 500 mil puestos de trabajo. ¿Hay más desocupación? ¿Por qué? Porque hay más crecimiento de la población y porque más gente busca trabajo”, afirmó, sin esperar que Novaresio le retrucara que es evidente “el parate en la economía”. “Cuando uno discute no hay que discutir títulos sino con profundidad”, le respondió al periodista, luego de que Novaresio le enumerara las cifras de recesión, de cierre de fábricas, desocupación y de pobreza. “Nuestro modelo es un modelo de creación de empleo sustentable y de infraestructura”, afirmó Vidal. Novaresio tampoco se la dejó pasar y le dijo que la actividad en la construcción había bajado. La gobernadora retrucó con un caso puntual. Un recurso habitual: hablar de la excepcionalidad para contrarrestar lo general. 

El ajustado plan de medios que protagonizó Vidal terminó, tal vez, por exponer la pasteurización de un discurso que, ante el menor cuestionamiento, hace agua. Ni siquiera la gobernadora pudo sortear la cada vez más amplia brecha entre el libreto de campaña y la realidad. El martes, en Corea del Centro, el ciclo de María   O’Donnell y Ernesto Tenembaum, nuevamente quedaron en evidencia los riesgos de ser rehén de un relato que prescinde de la realidad. “La pobreza es similar a la que tenía el kirchnerismo”, atinó a decir, sin considerar que los periodistas iban a repreguntar con datos, mostrándole que el modelo económico de Cambiemos había empeorado la situación de los bonaerenses. “Qué es peor. Si le preguntás a alguien que vive en San Miguel o Tres de Febrero si está peor, después de que le pusieron el asfalto en su casa y espero 40 años, y ahora se pudo poner zapatillas de color blanco, tal vez no te dice que está peor”, afirmó la gobernadora, en una respuesta que tanto en su difusa construcción gramática como en la caída de sus ojos, mostró su poca credibilidad. Algo similar le sucedió un día después, cuando en A dos voces, en plena pantalla de TN, Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano también le cuestionaron una y otra vez su discurso desfasado de la realidad.  

El raid mediático de Vidal vuelve pertinente preguntar, entonces, si  en los últimos años Cambiemos construyó una sólida comunicación gubernamental, como muchos sostienen, o si en realidad lo que faltaron  fueron más preguntas y repreguntas con información para cuestionar un relato al que ya no hay intérpretes que lo puedan sostener.