Mía Fedra siempre contó con el apoyo de sus padres, tanto en el tenis como en su vida personal. “La parte de tenis siempre la manejó mi papá. Era obsesivo y hasta tuvo problemas con otros padres cuando yo era chica. Una vez tuve que sacarlo porque se ponía loco cuando había pelotas dudosas. Fue un padre exigente en ese sentido, porque era deportista y también se veía reflejado. Mi mamá nunca me dijo que no jugara pero jamás me iba a ver”, explicó la número tres del ranking nacional.

-¿Con tu sexualidad te acompañaron?

-Yo siempre fui femenina desde muy chica. No era una novedad. Si venían a decirle a mi mamá que su hijo era gay no era una sorpresa. El problema para mi mamá era que me hiciera trans, porque en ese tiempo terminabas en la calle y te discriminaban bastante más, mientras que siendo gay podés conseguir trabajo y estar bien. Pero eso no se puede evitar, uno nace y no se hace. Yo no me sentía un chico y aparecí con los tacos muy rápido (risas).

-¿Evolucionó la sociedad en cuanto a esa discriminación?

-Yo creo que evolucionó. En el tenis nunca me sentí discriminada, ni cuando jugaba andrógino ni después. Dicen que hubo rumores pero yo no me daba cuenta. Para las chicas yo no era un problema, porque al principio me cagaban a palos; si me las hubiera llevado puestas a todas quizá habría sido un problema. Pero tampoco soy Serena Williams.