La proliferación de las mal denominadas noticias falsas (fake news) por los medios de comunicación puso en marcha distintos proyectos para detectarlas e internar ponerles un freno al menos visibilizarlas. Seminarios en universidades nacionales como la de Lomas de Zamora o investigaciones surgidas en el Conicet alertan sobre una problemática que pone en jaque el rol del periodismo como fuente de información calificada para una sociedad.

  La desinformación no se circunscribe al país ya que en otras partes del mundo también hay iniciativas que dan cuenta de la amenaza que significa estafar a la población a través de la producción y difusión de contenido engañoso de forma consciente. Aparecen los casos de Radio y Televisión Vasca (España), el Projeto Comprova  (Proyecto Comprobar) de San Pablo, Brasil o el Hoax Slayer (Mata engaño) de Australia. Tampoco es un fenómeno nuevo, aunque sí la viralización a través de las redes sociales lo que supone un dilema para la ciudadanía que se ve impedida de tomar decisiones libres en base a datos certeros. Mientras que su gravedad radica en la dificultad de contrarrestarla.

  “La falsedad se difunde significativamente más rápido, más profundo y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de la información, y los efectos fueron más pronunciados para noticias falsas sobre política que para las noticias falsas sobre terrorismo, desastres naturales, ciencia, leyendas urbanas o información financiera”, indica el informe del Massachusetts Institute of Technology (MIT) publicado en la revista Science. 

  Un estudio reciente de la agencia Solo Comunicación concluyó que el 26% de los usuarios no chequea la veracidad de la información de actualidad que ve en portales de internet y mientras mayores son, menos verifican.  

  Así se deja allanado el camino para que las corporaciones mediáticas formen la agenda pública. A modo de ejemplo: ¿quién no escuchó sobre la “Ruta del dinero K” y la directa asociación con “Cristina corrupta”? El contenido engañoso se empezó a propagar en el programa PPT de Jorge Lanata: “Nunca en toda mi carrera periodística junté tantas pruebas sobre una denuncia de corrupción”, alertaba el periodista durante el proceso electoral de 2015. 

  En 2018 el Juez Sebastián Casanello dispuso la falta de mérito de la ex presidenta Cristina Fernández en la causa donde se investiga lavado de dinero, y en marzo de este año la Cámara Federal confirmó el fallo. ¿Cuántas personas supieron de lo resuelto por la justicia? ¿Qué es cierto de todo lo que se divulgó sobre la citada causa?

  La ciudadanía no tiene la obligación de chequear el contenido que recibe en distintos soportes. En teoría los medios no desinforman de manera deliberada. En esta coyuntura, y sin caer en la ingenuidad de no reconocer la estrecha relación entre medios, política y poder económico, se presenta una instancia para revalorizar la tarea del “mejor oficio del mundo”, como definió Gabriel García Márquez al periodismo. 

  Volver a las fuentes por la memoria de quienes han dado su vida en la búsqueda de la verdad y para renovar la confianza con la población que elige estar informada. Volver a las fuentes para dejar al descubierto a las y los mercenarios que se ocultan tras el disfraz de Clark Kent, y de las corporaciones que lejos de pensar a la comunicación como un derecho humano solo ven en la noticia una mercancía vital para su fuente inagotable de poder. 

* Periodista. Integrante de la RED PAR. Diplomado en Comunicación con Perspectiva de Género y Derechos Humanos.