Su obra marcó un antes y un después en el mundo de las letras y el de las ideas. Una obra erudita que sabe hablar el lenguaje del pueblo, pensar los problemas de la filosofía y plantearse para siempre como referencia imprescindible y universal. A 120 años de su nacimiento, Caras y Caretas dedica su próximo número, que estará mañana en los kioscos opcional con PáginaI12, a Jorge Luis Borges, el escritor infinito.

En su editorial, María Seoane recuerda sus primeras incursiones en la literatura de Borges: “Era una adolescente de apenas 13 años cuando comencé a leer su poesía. ‘Fundación mítica de Buenos Aires’, de Cuaderno San Martín, me convenció de que nos pertenecíamos en el espacio y el tiempo contenido, para siempre, en su Aleph. Intenté copiar en mis poesías adolescentes su métrica tremenda, los textos perfectos. Su cuento ‘Emma Zunz’ me reveló la certera y paciente pasión de la venganza. Viajé con Ficciones al mundo desorbitado de la imaginación. ‘Funes el memorioso’ me acompañó en el intento vano de recordarlo todo, y de olvidarlo todo”.

Felipe Pigna señala: “Hubo entre Borges y el país una extraña relación de amor y desamor. Retrató como pocos a los personajes de los sectores populares: gauchos, cuchilleros, chinas, muchachas ‘fabriqueras’. Y a la vez se sintió ajeno a esa argentinidad que era, también, en su universal literatura fantástica, la base, el escenario y el marco de gran parte de sus relatos. En su anarquismo liberal, heredado de su padre, rechazaba lo patriótico y su relato”.

Desde la nota de tapa, Mario Goloboff indica: “Como pocas, la vida y las alternativas de la vida de Jorge Luis Borges se resumen en sus trabajos literarios, sus reflexiones literarias, su actividad literaria y vinculada con la literatura, su producción, su pensamiento literario. Pocos hechos de su biografía están fuera de la permanente ligazón que estableció Borges entre lo vivido, y lo leído y escrito. Pasaron cosas interesantes en su transcurso, pero él mismo escribió alguna vez que era al otro, a Borges, a quien le sucedían, y no a él, que sólo es el que escribe”.

Respecto de su obra poética, María Malusardi sostiene que “la alucinante singularidad de Borges radica en que nos somete siempre a dos tipos de discursos supuestamente incompatibles: el del logos (el pensamiento) y el poético, que implica dejarse llevar por un zumbido de ‘balas en la tarde última’”.

Y sobre su narrativa, escribe Horacio González: “El estilo de Borges exige el dislocamiento de la frase, el exceso sorpresivo y la atenuación inédita del exceso. No se trata de una dialéctica, sino de un juego de pliegues sobre pliegues”.

La relación de Borges con la lectura acaso resume el sentido borgeano de la literatura. “En la biblioteca personal de Borges, la mayoría de los libros tratan temas de filosofía y religión, y a través de esos autores es posible encontrar las claves de la filosofía de vida de este genio, que apunta a la felicidad”, cuenta Fernando Flores Maio.

Guillermo Martínez escribe sobre la relación del autor de Ficciones con la ciencia y la filosofía. Mónica López Ocón, sobre Borges y Bioy. Vicente Muleiro aborda los amores del escritorNorberto Galasso reflexiona sobre el antiperonismo del autor de El Aleph. Alejandro Vaccaro analiza las razones por las cuales nunca recibió el premio Nobel. Y Ricardo Ragendorfer trae la crónica de un crimen que parece inspirado en el relato “La intrusa”.

El número se completa con entrevistas con Martín Kohan, por Juan Funes, y Beatriz Sarlo, por Virginia Poblet.

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.