El regreso de la volatilidad financiera al mercado interno fue evidente la semana pasada. Los datos duros permiten cuantificarlo. El riesgo país se ubicó nuevamente por encima de 830 puntos y el dólar superó los 44 pesos. El Banco Central intervino con más de 150 millones de dólares por día en los mercados de futuro y la tasa de interés de la Leliq empezó a subir otra vez hasta acercarse a cifras del 60 por ciento.

La interpretación de este pesimismo financiero se concentró en tres frentes. El primero fue la proximidad de las elecciones. En dos semanas se realizarán las PASO y existe un comportamiento repetido de los inversores antes de los procesos electorales. Se busca refugio en moneda extranjera antes de barajar y dar de nuevo en la compra de activos.

El segundo frente se vinculó con las condiciones estructurales y productivas de la economía. La cosecha del campo deja de liquidarse en agosto porque finaliza la venta de oleaginosas. Esto reduce sensiblemente la oferta de divisas en el mercado cambiario y genera problemas cuando se pretende mantener estable el tipo de cambio.

En este último punto se suma el efecto de la apreciación real de la moneda desde finales de abril. Se generaron incentivos a comprar más dólares y vender menos billetes en el mercado de cambios. El último informe del balance cambiario registró que en un mes aumentó en casi 20 por ciento la cantidad de individuos que compraron moneda extranjera y bajó en torno del 18 por ciento el número de personas que vendieron.

El tercer elemento para explicar el pesimismo fue la publicación de una catarata de informes negativos sobre la situación de la macro argentina. Estos documentos no llegaron desde centros de estudio de economistas opositores sino que fueron difundidos por las principales agencias de calificación de deuda y banco de inversión del mundo. La calificadora Moody´s, JP Morgan y Bloomberg fueron algunas de las instituciones más críticas.

El estudio de Bloomberg sobre los países más vulnerables del mundo a una crisis financiera fue uno de los que generó más ruido en el mercado. La situación del país se presentó inestable y se mostraron algunos de los principales agujeros de la economía. El nivel de inflación, reservas internacionales de cobertura, déficit de cuenta corriente, deuda externa y falta de efectividad de las políticas económicas posicionaron al país como el más expuesto del mundo. En la lista de economías riesgosas superó incluso a Turquía.

Los consultores y economistas convencionales también empezaron a mostrarse críticos de la situación macro. Los inversores toman nota de estas evaluaciones modificando sus expectativas de corto y mediano plazo. En el mercado interno Macroview -de los analistas Santagelo y Melconian- encabeza la crítica del programa económico asegurando que no tiene margen para sostenerse una vez finalizada las elecciones.

En el exterior se sumó esta semana la perspectiva del investigador de la universidad de Columbia Guillermo Calvo. El economista se mostró sorprendido por el nivel de desgaste de la macroeconomía y se enfocó en la falta de pericia de las autoridades del Central para enfrentar los problemas financieros del mercado interno.

Calvo aseguró que la autoridad monetaria perdió la confianza de todos y se mostró incompetente ante los inversores del mundo. Planteó que la situación no sólo afecta la macro argentina sino que compromete al propio Fondo Monetario por el nivel de la deuda entregada. “Como decía Keynes, cuando uno debe poca plata al banco, uno tiene problemas, pero si uno debe mucha plata al banco, el banco tiene problemas".