Seis años después de la salida de Highway to Hell, AC/DC atravesó un período tormentoso. Su nuevo disco Fly on the Wall había cosechado pésimas reseñas por sus canciones, el estado de la voz de Johnson y un contenido acusado de sexista aun por las miradas más tolerantes. Y para empeorar las cosas estalló un escándalo inesperado, vinculado con su disco de 1979.

Lo que sucedió no era responsabilidad de la banda, pero el quinteto no pudo hacer nada por evitarlo. En 1985, la policía de Los Angeles detuvo a Richard Ramirez, un asesino en serie que había matado a 14 personas, en muchos casos con abuso sexual de por medio, y herido a otras cinco. Ramirez se autoapodaba “Night Stalker” en “homenaje” a “Night Prowler”; la policía afirmó que al momento de detenerlo el asesino tenía puesta una remera de AC/DC, y que incluso había dejado una gorra con el logo de la banda en una de las escenas del crimen.

Los hermanos Young debieron salir a aclarar que la canción trataba de un pibe que metíaa en la habitación de su novia a escondidas de sus padres, y que no había más connotación criminal que esa. Pero de todos modos debieron lidiar con varias protestas de familiares de las víctimas en Los Angeles y en algunos shows de la gira de presentación. Incluso hubo algún afiebrado periodista estadounidense que afirmó que la sigla significaba “Anti Christ / Devil Child” (Anticristo / Hijo del Demonio). Y después dicen que los músicos se drogan.