La economía, en su más amplia acepción de práctica social, puede ser mejor comprendida a partir de un enfoque desarrollado originalmente por el académico británico Arnold Pacey. Así, la economía puede describirse como conformada por cuatro dimensiones: (D1) Dimensión científica y factual; (D2) dimensión ideológica-cultural; (D3) dimensión institucional y (D4) dimensión perceptual. 

La primera de estas dimensiones hace referencia a los fenómenos económicos ‘duros’ y la construcción de marcos teóricos integradores y explicativos de ellos, es decir es el ámbito específico de la ciencia económica y de los eventos observables. 

El aspecto ideológico-cultural incluye a aquellos factores relacionados con los objetivos, finalidades y creencias generales –tanto racionales como intuitivas e irracionales- de la actividad económica que anidan en la sociedad, es decir el análisis de sus elementos ontológicos (agentes económicos, mercado), el significado y alcance de las nociones de libertad, intercambio, equilibrio, el rol del Estado, el papel de la propiedad privada, la viabilidad de la justicia social en el capitalismo, la existencia o no de la ‘mano invisible’. Esta dimensión está en permanente disputa por parte de los diversos grupos y clases sociales que intervienen en la economía, independientemente de la existencia de una expresión cultural hegemónica en un período histórico determinado. 

El tercer elemento indica la descripción e iniciativas de las organizaciones e instituciones de la economía (gobierno nacional, agrupamientos de productores y consumidores, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, agencias y organismos financieros internacionales). 

El cuarto punto da lugar al conjunto de percepciones de la realidad económica, en un plano individual-psicológico. Entre las cuatro dimensiones, además, hay un permanente flujo de relaciones e influencias recíprocas.

Enfoques

En D1 existe una marcada pluralidad de enfoques con pretensión de cientificidad, algunos con un notorio sesgo pro-mercado (las escuelas neoclásica y austríaca) y otras de características más heterodoxas (poskeynesianos, institucionalistas, marxistas). Sin embargo, a partir de los años setenta, ha devenido como corriente principal de la disciplina económica la escuela neoclásica. A fin de sostener su cientificidad acude a un enfoque hipotético-deductivo y matemático en su producción teórica. Además, entiende a las teorías -desde un perfil individualista metodológico- como meros instrumentos de cálculo y predicción -objetivos y libres de valores no epistémicos- en un universo económico que se caracteriza por su tendencia al equilibrio. Por ello, oculta a cada momento su vinculación con la dimensión D2 presentándose a sí misma como valorativamente neutra, ya que tiene como tarea excluyente la construcción de una disciplina positiva, similar a la Física. Simultáneamente, desacredita a otras corrientes de pensamiento presentándolas como meras expresiones ideologizadas y por consiguiente no científicas, por caso la economía marxista.

Sin embargo, hay una inocultable retroalimentación entre las dimensiones D1 y D2, causada por la hegemonía a nivel subjetivo de las ideas que sostienen un pensamiento pro-mercado y que actúan como un sentido común social asentado. Veamos, a manera de ejemplo, el papel que juega en la arena discursiva de D2 la noción de libertad. 

Libertad

El sentido dado a este concepto es principalmente negativo ya que el énfasis está puesto en la ausencia de coerciones e interferencias a la acción individual, en un sentido económico, en particular por parte del Estado. Asimismo, en términos de relación entre libertad económica y libertad política hay una diferenciación de carácter jerárquico. Como el mercado es entendido como el estadio final de la evolución de la especie humana la libertad económica es lo esencial allí; puede coexistir eventualmente con la libertad política, es deseable, pero no hay ninguna obligación de que ello ocurra necesariamente. 

En un universo económico mercantilizado y autorregulado los individuos se desplazan como átomos en un espacio físico, usufructuando su libertad a partir del culto de su propio interés, de su egoísmo. Como dijera en su momento Friedrich Hayek el camino hacia la última estación evolutiva para la humanidad “le exigió la represión gradual de los instintos básicos de altruismo y solidaridad”. Estos presupuestos ideológicos son debidamente metamorfoseados en el ámbito de D1 e incorporados en sus modelos teóricos, en donde a partir del uso del aparato matemático se llegan a conclusiones que están en una completa consonancia con lo estipulado en D2. Pero ahora la demostración es objetiva y ‘científica’. Por ejemplo, en mercados de trabajo perfectamente competitivos los agentes económicos individuales, libres y egoístas, reciben su retribución a partir de su contribución al proceso productivo mediante el cálculo exacto de sus productividades marginales. Así, es la ciencia quien demuestra que lo percibido por trabajadores (salarios) y patrones (ganancias) es socialmente justo. En este sistema de análisis, por tanto, no hay lugar para nociones como la apropiación de excedentes o la explotación.

Elecciones

En una Argentina embarcada en un crucial año electoral entender el rol a jugar por las dimensiones constitutivas de la economía es un tema de primera necesidad. La oposición ha venido insistiendo en que el oficialismo, a partir del resultado catastrófico alcanzado por los indicadores económicos (lo ‘duro’ y factual de D1), pretende obviar el debate y embarcarse en falsas dicotomías. Prueba de ello serían las declaraciones de importantes dirigentes del elenco gobernante quienes afirman que lo que está en juego en las próximas elecciones “es ratificar un cambio que nos permita vivir en libertad” (el jefe de Gabinete Marcos Peña). A su vez, Jorge Macri aseguró que “el debate en la Argentina es entre libertad y democracia y un régimen que nos llevaba camino a Venezuela”. 

Estas expresiones, ciertamente, tienen una configuración tal que indicaría que la polarización a la que apuesta el gobierno para las elecciones de octubre es ante todo de naturaleza política y no económica. Vimos anteriormente que el despliegue consecuente de la libertad política no es lo sustantivo en el ideario libremercadista. Ese lugar de privilegio lo ocupa con exclusividad la libertad económica. 

Repasemos: libertad en D2 es entendida como el despliegue en el espacio del mercado de individuos egoístas, sin coerciones ni ataduras, buscando maximizar su propio y exclusivo bienestar. Podemos agregar que en una sociedad como la argentina, que ha vivido largos períodos con experiencias de corte neoliberal se ha producido una drástica transformación estructural y cultural, sedimentando en un ‘inconsciente social’ individualista en una importante porción de la misma. De allí, las continuas referencias gubernamentales a la meritocracia y al emprendedurismo como vías únicas y legítimas de progreso personal. A decir de Terry Eagleton el ‘inconsciente social’ está conformado por un extenso reservorio de instintos, prejuicios, credos, sentimientos y valoraciones de carácter espontáneo que rara vez se cuestionan.

En este sentido, el gobierno nacional propone discutir también la economía pero de un modo restringido, proyectando sus políticas de seducción desde la dimensión ideológica-cultural D2 y ocultando lo factual, los datos duros, propios de D1. Corre con ventaja en D2, va a la zaga en D1. ¿Cuál es el objetivo de esta estrategia? Influir de manera sustantiva en los individuos ubicados en la dimensión perceptual D4, acariciando allí un oído ya predispuesto por la cultura dominante (con un protagonismo clave de los medios de comunicación hegemónicos) para orientar y afirmar su compromiso con un ideario abiertamente liberal, de una manera tal que pueda comprender y difundir que sus problemas cotidianos no son fruto de las fallas de un sistema injusto. De consolidarse esta perspectiva, la crítica situación por la que atraviesan miles y miles de personas sería entendida como la malhadada consecuencia de erróneas decisiones individuales empujadas por años de fiesta populista. Por ello, las usinas del poder aconsejan: sé egoísta y no solidario, crece solo por mérito propio, conviértete en un emprendedor, el mercado es el lugar en donde se desarrollarán tus sueños.

¡Es la economía, estúpido! Tal parece ser la consigna esencial, entonces, en la disputa electoral de octubre próximo.

Al trazar su estrategia de retener el poder estimulando un tráfico permanente de ideas y prejuicios por medio de una autopista virtual que vincule D2 y D4, el gobierno acuerda con el precepto que Edmund Burke sostuviera en su momento: “el único asiento firme de la autoridad está en las mentes, los afectos y los intereses de la gente”. Con este panorama la principal fuerza de oposición tiene un duro desafío por delante, debiendo extremar los medios a su alcance para conquistar, desde la razón y la pasión, las mentes, los afectos y los intereses de la ciudadanía hacia un proyecto democrático, popular e inclusivo.

* Ingeniero en Petróleo, Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional del Comahue.