El Gobierno aplicó una suba del 3 por ciento en el precio del bioetanol. Con esa medida, busca apaciguar las críticas del sector de biocombustibles, que recientemente fue a la Justicia porque entienda que la fórmula que regía para establecer los precios fue desactivada y que ahora el Gobierno define los aumentos a dedo. El incremento del precio del bioetanol es un revés para las petroleras, que aceptaron días atrás postergar las subas de la nafta para después de las PASO. Hay fuerte disputa en el sector a raíz de la necesidad electoral del Gobierno de moderar la inflación. “Quedamos como el sandwich entre las petroleras y el Gobierno y nos usan como variable de ajuste. Lo que está pasando es poco sustentable y jurídicamente totalmente endeble”, advierte, a pesar del aumento, Patrick Adam, director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz.

La Secretaría de Energía definió que el precio por litro de bioetanol elaborado a partir de caña de azúcar sea de 25,663 pesos y que el producto elaborado a base de maíz cotice en 23,241 pesos. Eso implica un incremento del 3 por ciento frente a julio. En lo que va del año, la suba es del 15,8 por ciento. El régimen promocional vigente de 2008 estableció que las naftas contengan un 12 por ciento de bioetanol, dividido en partes iguales entre el que se produce en base a maíz y a caña de azúcar. La lógica de la reglamentación fue apostar al avance de un combustible “limpio” y renovable como el bioetanol en reemplazo de los de origen fósil.

A raíz de su compromiso con un sector privilegiado por la política económica como son las petroleras y ante la necesidad electoral de moderar la inflación, el Gobierno está en un estrecho callejón: si el bioetanol sube de precio y la nafta no lo hace, se recorta el margen de ganancia para la petrolera; si ambos suben, se perjudica el consumidor y si no sube nada, se resiente la rentabilidad de las empresas y se deteriora el vínculo de Cambiemos con el establishment.

Las empresas de bioetanol consideran que ellas fueron hasta ahora la variable de ajuste. En 2017, el Gobierno aplicó una reducción de entre el 15 y el 20 por ciento en el precio del bioetanol argumentando que los costos locales eran superiores a los regionales. Luego se modificó la fórmula que define las subas mensuales hacia otra menos generosa y en febrero pasado se desestimó la fórmula y los aumentos pasaron a ser a dedo, denuncian las empresas.

“En vez de decir que cambia la formula o que le pone un tope, el Gobierno la digita como quiere mes a mes. Esto implica que el precio ya no refleja el aumento de costos. Hoy estamos a una tasa interna de retorno del 1,5 por ciento, que es muy baja para un régimen de promoción que en teoría busca estimular a un sector de energías limpias y de industrialización de nuestras materias primas. Ahora estamos vegetando”, dijo Adam. “Indudablemente la determinación del precio depende de lo que pasa con el sector petrolero y con la inflación del mes. Van viendo cómo viene la mano y después ponen el número del aumento”, agregó.

 

Con la suba actual del precios, el Gobierno busca descomprimir en algún punto la presión en el sector de bioetanol, aunque esto implique un desafío hacia las petroleras, con quienes acordó no subir los precios de las naftas hasta las PASO.