Mauricio Macri convirtió la apertura de la Exposición de la Sociedad Rural en un acto de campaña, con un discurso de barricada en el que llamó a no volver al pasado y a continuar con el modelo de Cambiemos. Aseguró que “estamos saliendo de la crisis”, alabó a María Eugenia Vidal como “lo mejor que le pasó a la provincia de Buenos Aires en los últimos treinta años” y habló de “mafias” y “pasado” para, sin mencionarlo, referirse al kirchnerismo. Todo para ganarse el respaldo de los asistentes o de los sufridos televidentes que lo siguieron por TV. El esfuerzo fue en vano. Como lo dejaron claro los discursos de los dueños de casa y el fervor con que lo recibieron, esos votos ya los tenía.
El presidente llegó al predio de Palermo a las 11, para la inauguración de las 133ª exposición anual, acompañado por su esposa y sus ministros, más Vidal y el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, las dos figuras en las que el oficialismo confía para arrastrar votos. Antes de tomar la palabra, escuchó el discurso del titular de la SRA, Daniel Pelegrina, quien comprometió al gobierno a quitar retenciones para 2020, al tiempo que saludó la decisión de devolverle rango de ministerio a Agroindustria, el gesto que Macri le hizo al sector que se anunció durante la semana, pocos meses después de haberlo degradado y sin ninguna explicación más que la electoral para justificar la contramarcha.
Pelegrina hizo un discurso con tono de campaña al decir que “necesitamos líderes pedagógicos” y que sean “capaces de convencer, aunque paguen el costo político en el corto plazo”. El ruralista se embanderó en la campaña al decir: “Esta semana tenemos que preguntarnos, ¿por qué apartarnos del camino cuando sabemos que el atajo no nos ha llevado a ninguna parte?” y llamó a la “inserción en el mundo”, además de remarcar que ese es “el verdadero camino que precisa nuestra república”.
Luego de Pelegrina, y en medio de una ovación y gritos de “¡Sí, se puede!”, tomó la palabra Macri. En un ambiente diametralmente opuesto al que enfrentó Raúl Alfonsín en 1988, cuando el líder radical defendió su gestión en medio de chiflidos, Macri, hizo el elogio de sus tres años y medio de gobierno ante “la familia del campo”. Al mencionar a los presentes dijo el nombre de María Eugenia Vidal, a quien definió como “lo mejor que le pasó a la provincia en los últimos treinta años”, lo que derivó en más vítores.
“No tengo que explicarles a ustedes la importancia de la cultura del trabajo”, arrancó el mandatario al recordar el imaginario del hombre de campo “sin feriados, ni domingos”, seguramente no muy aplicable a los que lo escuchaban. Recordó la sequía del año pasado, “la peor en cincuenta años” y dijo que con la nueva cosecha “nos sorprendieron”. Afirmó que “crecieron las exportaciones, generando trabajo de calidad en cada rincón del país” y definió a sus aplaudidores como “los protagonistas, una vez más, del proceso de recuperación del país”. Apenas cinco minutos después de que Pelegrina pidiera pedagogos y no demagogos, Macri sorprendió: “Les pido que se den un enorme aplauso todos juntos”.
Acto seguido, dijo que “estamos saliendo de la crisis” y que “empezamos a resolver las fragilidades que tantas veces nos hicieron tambalear”. Se diferenció del kirchnerismo, sin nombrarlo, al decir que “este gobierno los convocó a trabajar” y recordó a los ruralistas que “estaban acostumbrados a que les pusieran la pata encima”. Calificó como “ex cucos” a organismos como la AFIP, el Senasa y la Aduana y celebró que se hayan simplificado trámites.
“Pasan cosas lindas todos los días gracias a eso”, dijo, y ejemplificó con la exportación de chanchos a Hong Kong por parte de una pyme cordobesa. En otro pasaje celebró el acuerdo con la Unión Europa y que se hayan mejorado las condiciones de “nuestros queridos camioneros” en materia de seguridad y circulación llevando los productos del campo.
Macri retomó el reclamo de Pelegrina sobre las retenciones, que él mismo reinstaló después de arrastrar al país a la crisis presupuestaria y cambiaria con sus políticas, y dijo ante una tribuna enfervorizada que “se tienen que terminar los impuestos a las exportaciones”, algo que según él “atrasa” y que debió hacer porque el país estaba “en emergencia”. En ese sentido, afirmó que “cada vez que podemos tomamos medidas de alivio”, como la liberación impositiva de 207 productos regionales.
En su mensaje, lanzó un desafío: “Le pongo la vara más alta a la gran familia del campo: debemos producir alimentos para 800 millones de personas en 2030 y generar un millón de puestos de trabajo en el país”. En esa línea inscribió al nuevo ministerio de Agricultura: “Es la responsabilidad del ministerio para fortalecer el arraigo”, afirmó, al tiempo que alabó la “potencialidad infinita”, del sector. Ni una línea para los millones de argentinos que pasan hambre.
En la parte final del discurso no ahorró elogios para su gestión. En medio de una ovación, prometió que “no vamos a volver atrás” y que “hay bases más sólidas”. Enfervorizado, lanzó: “Imaginen todo lo que podemos hacer si estamos no uno contra el otro, sino uno con otro”. Era música a los oídos de su público, en un acto de protocolo derivado en tribuna de campaña. Con todos los presentes, seguro que seguirán "uno con otro".