Aquel plan de reestructuración desarrollado desde las entrañas de la Federación Internacional de Tenis con el objetivo de facilitar la transición al profesionalismo, que nació a principios de año como Transition Tour y luego se denominó ITF World Tennis Tour, llegaría a su fin. Aquel intento de las autoridades por bifurcar el ranking profesional en dos partes apenas duraría media temporada y no sobrevivía ante la mayor resistencia. Los propios tenistas fueron quienes plantaron bandera y desataron una revolución para terminar con la injusticia y recuperar lo perdido: la posibilidad de volver a sumar puntos ATP en los Futures --torneos de la tercera escala del tenis profesional--, que desde entonces sólo otorgaban unidades para el novedoso ranking ITF. En efecto, la lucha trajo resultados: desde este lunes todo volverá a la normalidad.

“El cambio fue terrible para los jugadores de Futures porque no sabíamos a qué apuntábamos. En ese momento yo estaba 400° y nos dijeron que los Futures ya no iban a dar puntos ATP, sino puntos ITF. Te la tenías que jugar y muchos en aquel momento pensamos jugar Challengers, porque si los Futures no daban puntos no tenía sentido. Entonces ibas a las qualys de los Challengers y eran una masacre, había 60 jugadores para clasificaciones de 32 y no sabías si entrabas”, le contó Juan Pablo Paz a Página/12 con relación a la pesadilla que vivió entre el anuncio del nuevo circuito y los primeros meses de implementación, en plena desesperación por engrosar la cosecha de puntos ATP y no caer en el escalafón ITF. El argentino de 24 años, quien llegara a ubicarse 284° en 2017, es uno de los tantos trabajadores del mundo del tenis que no disfrutan de los lujos de la elite. Y desde la trinchera de este deporte resultó determinante en una pelea que los jugadores ganaron sin ningún tipo de apoyo dirigencial.

--¿Cómo viviste los cambios?

--Todo estuvo mal planteado desde el principio. Fue una falta de respeto, jugaron con nuestra plata. Para mí fue un año y medio perdido, con mucho dinero tirado a la basura, porque el año pasado perdí muchas semanas cuando me la jugué en las qualys de Challengers; muchas veces me quedé afuera y cuando entraba era durísimo. Me dio mucha bronca, no puedo entender cómo la Federación Internacional pudo hacer algo así. Yo venía con poca confianza y con estos cambios se me complicó. No es una excusa pero sí tuvo injerencia en el aspecto mental por la incertidumbre y por no saber qué hacer. Yo no tengo mucho dinero y hasta me pregunté si valía la pena seguir jugando. Cada peso que invierto quiero saber si está bien invertido. Este año me lesioné la espalda --no juega desde marzo por el desplazamiento de una vértebra en la zona lumbar-- y creo que por un lado fue por el estrés de esta situación. Me preocupaba porque era mi carrera, mi vida, no podía quedarme de brazos cruzados.

--¿Cómo surgió la lucha?

--En cada torneo que jugaba hablaba con los jugadores para saber qué pensaban sobre estos cambios. La conclusión fue que no había nadie que estuviera de acuerdo. Si nosotros somos los que jugamos y no hay nadie que esté de acuerdo es porque algo está mal. Nosotros no somos los que salen en la televisión y entiendo que ITF y ATP nos descarten, pero por eso entendimos que éramos nosotros los que teníamos que luchar. Una mañana estábamos en Túnez con tres argentinos, Mariano Kestelboim, Franco Egea y Gregorio Cordonnier, y nos propusimos hacer algo. Armamos una reunión y vinieron casi todos los jugadores del torneo. El tenis es muy individualista, muchos están cómodos en su situación, por eso no esperábamos que viniera tanta gente. Pero era tan injusto que todos los jugadores tiramos para el mismo lado porque éramos los más perjudicados. Si no peleábamos por lo nuestro estábamos al horno. Arrancamos la movida, hicimos videos en Youtube, armamos un grupo de Facebook que se llamó “Players vs. ITF”, intentamos viralizar la pelea para llegar a jugadores de ATP que nos pudieran ayudar. Etiquetamos a Diego Schwartzman, Guido Pella y Guido Andreozzi, por ejemplo, y ellos compartieron el material. Fue muy importante que nos ayudara la gente de arriba, las academias, el propio Toni Nadal.

--Necesitaban un salto para ser escuchados…

--Necesitábamos a alguien que accediera a los tipos que dirigen todo. El principal fue Dirk Hordorff (NdR: prestigioso entrenador alemán, ex coach de Rainer Schuettler y Janko Tipsarevic, entre otros). Fue la cabeza de esta lucha. Yo ya tenía relación con él, me había ayudado mucho años anteriores, y fue quien me contó sobre los cambios antes de que se conocieran. Y este año se convirtió en un gran personaje de esta lucha, por el peso propio que tiene y por el acceso para hacerse escuchar. La unidad de los jugadores fue muy positiva: de ahora en adelante no va a ser tan fácil para la ITF tomar las decisiones.

--¿Qué papel jugó la Asociación Argentina de Tenis en la pelea?

--En su momento estuve bastante decepcionado con la AAT porque desde las redes sociales apoyaron estos cambios. Yo no lo podía creer, porque todos eran perjudicados, pero los más perjudicados éramos los jugadores sudamericanos. Supongo que en la AAT deben haber tenido sus razones para apoyar a la ITF, quizás estuvieron atados de manos. De lo contrario me parecería muy extraño.

--¿Alguno de ustedes tuvo contacto con la dirigencia?

--Nadie se comunicó conmigo. Antes yo había intentado comunicarme con ellos; llamé a la Asociación para saber si nos podían ayudar en la lucha que estábamos encarando, pero me dijeron que estaban muy ocupados porque recién asumían la gestión y estaban con muchos problemas (NdR: la dirigencia encabezada por el cordobés Agustín Calleri asumió en mayo de 2018). Pasó también con la COSAT. ¿Sos la Confederación Sudamericana de Tenis y no hacés nada? ¿Perjudican a todos los jugadores que te representan y no salís a luchar por nosotros? Ninguna federación sudamericana nos apoyó, aunque tampoco entiendo que hayan apoyado el cambio de formato de la Copa Davis. Pero hay cosas por detrás que nosotros no conocemos.

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Apuestas y desigualdad van de la mano

El flagelo de las apuestas y el arreglo de partidos en el tenis no para de crecer. Lejos de terminar con la verdadera maquinaria de los apostadores, la ITF llegó a suspender a varios jugadores implicados a través de la TIU --Unidad de Integridad del Tenis-- pero el negocio sigue a flor de piel.

Crédito: Bernardino Avila

“La ITF gana muchísimo dinero con las apuestas de los partidos y los jugadores no recibimos nada. Los premios subieron muy poco en comparación con lo que ganan ellos. La NBA entrega parte de las ganancias a los jugadores, por ejemplo; los jugadores forman parte del negocio. Acá ellos juegan con nuestro nombre, yo no autoricé a nadie para que metan mi nombre en una casa de apuestas y la gente pueda apostar en mis partidos. De la plata que se apuesta yo no veo un peso. Creo que la ITF podría ayudar un poco más”, sentencia Juan Pablo Paz, en claro desacuerdo con el sistema de livescore que beneficia a las mafias de las apuestas y a las propias autoridades del tenis.

El tenista de 24 años, además, cree que el problema está en el reparto de la plata: “Por suerte nunca tuve contacto con apostadores pero hay jugadores que caen por necesidad. Si la ITF quiere eliminar el problema de las apuestas tiene que repartir las ganancias y dejar un porcentaje. Es tentador para los jugadores porque te pueden ofrecer mucho dinero; hoy si salís campeón en un Future ganás mil dólares y supongo que si apostás un partido podés ganar mucho más. El tenis es muy caro, la plata que hay abajo es poca y por eso es muy difícil juzgar. Es muy injusto todo, hay casos que la TIU no podría ganar en un juicio legal porque no hay pruebas; es muy difícil probar que arreglaste un partido. En varios casos te suspenden porque te suspenden y tenés que ir al TAS --Tribunal de Arbitraje Deportivo, con sede en Suiza--, que es carísimo. Ellos juegan también con eso, porque un jugador de Future no puede pagar para ir al TAS”.