El economista y empresario viñatero, Nicolás Catena Zapata, calificó como “un buen manejo macroeconómico” para bajar la inflación, a la política actual. Señaló a La Nación que en “2016 se sinceraron tarifas, tipo de cambio y los salarios crecieron según la inflación esperada”. Esos mayores costos “enfrentaron una demanda agregada significativamente disminuida por la política antiinflacionaria definida por el Banco Central”, provocando “que no se pudo vender toda la producción”. En 2017 “alguien podría afirmar que los sindicatos no respetuosos de la meta inflacionaria fijada por el Banco Central serán los culpables de una menor reactivación” ya que “el empresariado sería la víctima en este juego entre expectativas de inflación futura de los sindicatos y la meta inflacionaria del Banco Central”. De acuerdo a su teoría, “las empresas no forman precios, no tienen el poder monopólico de los sindicatos, simplemente aplican un margen histórico sobre sus costos variables establecido de acuerdo a la especial situación competitiva de cada uno de sus productos”.

Si se afirma que las empresas aplican un “margen histórico sobre sus costos variables establecido de acuerdo a la especial situación competitiva de cada uno de sus productos”, no se puede sostener también que “las empresas no forman precios”. En los mercados competitivos, los precios los fija el mercado y el margen empresarial es el residuo que obtiene el empresario tras deducir sus costos de producción. En cambio, si los empresarios fijan su margen y lo aplican sobre los costos, significa que tienen poder de mercado para fijar precios. 

También es bastante sorprende su teoría del “empresariado víctima” de aumentos salariales por encima de las metas del BCRA que generaría caídas de las ventas, la producción y el empleo. Por un lado es difícil saber que significa que en 2016 “los salarios crecieron según la inflación esperada”, pero es claro que lo hicieron por debajo de la inflación real como consecuencia del “sinceramiento” del dólar y las tarifas. Justamente, esa pérdida de poder adquisitivo generó un menor nivel de consumo, ventas, empleo y producción. Por lo tanto, si “alguien afirma que los sindicatos no respetuosos de la meta inflacionaria serán los culpables de una menor reactivación”, sería una persona insensata que no contempla que el salario no es sólo un costo empresarial, sino también el ingreso de las familias trabajadoras que influye en el nivel de consumo y ventas en el mercado interno de manera mucho más determinante que la política de tasas del Banco Central.

Por ello es poco serio calificar como un “buen manejo macroeconómico” la política aplicada para bajar la inflación. En primer lugar, porque lejos de bajar, la inflación se disparó al 40 por ciento anual superando en 15 puntos porcentuales la meta máxima del BCRA. En segundo lugar, porque la caída en la producción y el empleo muestra que ante el deterioro de la demanda agregada, no son los precios los que caen, sino las cantidades producidas.

@AndresAsiain