Con una masiva movilización en el día de San Cayetano, el patrono del trabajo, a cuatro días antes de las PASO, los movimientos sociales llamaron a no votar a Mauricio Macri. “Este Gobierno dijo que venía a gobernar para todos los argentinos pero volvió a instalar el hambre. Destruyó el trabajo. Condenó a la mitad de nuestros pibes a ser pobres”, señalaron las organizaciones en el acto de cierre de la marcha, que salió de Liniers y atravesó la ciudad de Buenos Aires hasta llegar al Congreso. Junto con el cuestionamiento al modelo económico, que calificaron como generador de “una catástrofe social”, las organizaciones reclamaron que, de ser derrotado Cambiemos en las elecciones de octubre, el próximo gobierno tome como propia la agenda de las organizaciones sociales. Se trata de una serie de propuestas que fueron volcadas en seis proyectos de ley, destinados a desarrollar la economía popular. Por ejemplo, el de destinar el 25 por ciento del presupuesto de obras públicas a mejorar los barrios más humildes mediante cooperativas de construcción.

Organizada por la CTEP, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, esta fue la cuarta marcha de San Cayetano que hacen los movimientos, a los que este año se sumó el Frente Popular Darío Santillán. A la primera la hicieron en agosto de 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri llevaba 8 meses. La tríada de organizaciones se ganó entonces el nombre de “Los Cayetanos”. Con el apoyo de la iglesia, que ya estaba bajo el papado de Jorge Bergoglio, inicialmente lograron abrir un espacio de diálogo social con el Gobierno -que puso a la ministra Carolina Stanley como su principal interlocutora, desplazando el rol que había tenido en la gestión kirchnerista el Ministerio de Trabajo-. En la mesa de diálogo obtuvieron algunas políticas, como la declaración de la emergencia social, la creación del salario social complementario y la realización de un censo de villas y asentamientos.

Otras propuestas, más de fondo, no tuvieron curso, aunque las organizaciones las fueron desarrollando conceptualmente y presentando en los seis proyectos de ley. Entre ellos están el proyecto de Infraestructura Social (para generar trabajo haciendo obras de mejoramiento de los barrios), Agricultura Familiar (para facilitar el acceso a tierras y la producción de alimentos sanos y a bajo precio), la Emergencia Alimentaria, en Adicciones y en Violencia de Género (para sostener políticas de reparación social y convertir en empleo genuino tareas de cuidado). “Nuestras propuestas son claras pero no tenemos la capacidad mediática de instalarlas. Por eso debemos aprovechar estos meses de debate político para instalar la agenda de los movimientos sociales”, apuntó sobre el tema el titular de la CTEP, Esteban Castro.

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La marcha tuvo el condimento de las elecciones del domingo. Como dato, vale recordar que al final de 2015 las cuatro organizaciones convocantes eran oposición al gobierno de Cristina Kirchner y en el final de este mandato de Macri las cuatro están siendo parte del Frente de Todos. Es una unidad que entiende como prioridad sacar a Cambiemos de la Casa Rosada, aunque también expresa la confianza en que, de ser electa la fórmula Fernández-Fernández, habrá espacio para discutir e implementar medidas de gobierno que consideren a la economía popular como un factor de desarrollo económico; sobre todo, como creadora de empleo. Lo que sugieren los dirigentes sociales con sus proyectos de ley es que la construcción de una sociedad con pleno empleo es una ilusión de otra época: ya no posible. No en los términos en que la Argentina conoció el pleno empleo.

Otro dato de la marcha es el apoyo gremial que mostró, ya que estuvieron en ella Pablo Moyano, Roberto Baradel, Juan Carlos Smith, Ricardo Peidró. Dirigentes de la CGT, las CTA y el Frente Sindical por el Modelo Nacional.

“Logramos construir la unidad de los movimientos populares con una sola agenda. Ahora, junto al movimiento obrero, queremos avanzar en una agenda que resuelva el hambre y que integre a las 4200 villas y los asentamientos que tenemos en el país”, dijo sobre el tema Daniel Menéndez, coordinador de Somos Barrios de Pie.

Juan Carlos Alderete, de la Corriente Clasista y Combativa, retomó la idea en su discurso: “Hace tres años logramos la ley de emergencia social. El Gobierno la firmó con vencimiento en 2019, con el argumento de que iba a solucionar con trabajo la pobreza. ¿Y qué hizo? Agravar la situación despidiendo a miles de trabajadores, cerrando empresas todos los días. Es un Gobierno infame que trató de enfrentarnos con los trabajadores ocupados, mintiéndoles que el Impuesto a las Ganancias se destinaba a pagar los planes sociales. Cuatro años más con ellos no se aguantan. Con el apoyo de los gremios, que nos vienen acompañando, vamos a hacer realidad otro gobierno, y las propuestas que llevamos al Congreso”.

En la plaza, los manifestantes describieron situaciones de grave deterioro en sus condiciones de vida. Ramona Cantero, de Berazategui, donde milita en la CCC, contó que no pudo seguir pagando la factura de luz y le cortaron el servicio. “En los comedores ya no podemos pagar la garrafa de gas y pasamos a cocinar a leña, con lo que encontremos”.

Pablo Dorigo, de Vendedores Ambulantes (CTEP), dijo que en la calle “no se vende nada; la gente piensa hasta antes de comprarte un churro”.

Beatriz Sosa, de Florencio Varela, contó que era su primera marcha de San Cayetano, ya que perdió el empleo el año pasado. “Trabajaba en una casa de familia y ya no me pudieron pagar”. A la movilización fue con su hermana Miriam, que habló de su miedo de perder su pensión por discapacidad. La joven está estudiando la carrera de asistente social en la Universidad Arturo Jauretche, otro blanco del ajuste de Cambiemos.

María Celeste Larreta estuvo en la plaza con una de sus nietas. “En casa estamos comiendo con tres AUH y las changas que hace mi hermano. Trabajo no se consigue”.

Leandro Cáceres, de la JP Evita de Almirante Brown, dijo que hoy les cuesta “una banda” ir a buscar “a los pibes que laburan con los transas y darles otra salida” en un emprendimiento productivo, “porque la realidad del pibe es que no comió o no tiene para darles de comer a sus hijos”. Él fue el más joven de los entrevistados: nació en 1993. No estuvo, por esto, en las marchas de desocupados que a fines de los ‘90 dieron lugar a los movimientos sociales, en una construcción que se extendió hasta el presente. Sin embargo, dijo sentirse parte de esa historia. “Yo me crié en un comedor popular. Pasé la vergüenza de salir de la escuela y no querer que mis compañeros me vieran comiendo en una olla. Por eso estoy acá”. Su compañero Yonatan Rojas, de 24, completó la idea señalando al edificio del Congreso: “Los pibes tienen que entender que el salto de calidad está en poder discutir desde adentro. Nosotros vinimos a la manifestación y estamos en la calle. Pero adentro tenemos compañeros que presentaron los proyectos. La idea no es sólo ser fuertes para denunciar el problema, sino para ser parte de los que discuten la solución”.