Aquella doble remontada con épica y corazón en la final todavía la mantiene en las nubes. Debía caminar por la cornisa: perdía 0-4 tanto en el tercer set como en el tie break definitivo ante la estadounidense Caroline Dolehide. Pero encendió el fuego interno que la caracteriza cada vez que juega por su país y capturó el sueño imposible: se quedó con la medalla dorada menos pensada del tenis argentino en los Juegos Panamericanos de Lima, un logro que marcará un antes y un después en su carrera.

Pocos días más tarde, cuando vive las horas más convulsionadas y apenas empieza a pisar la tierra con sus pies, no tiene tiempo para contemplar el metal brillante que cuelga de su cuello porque las puertas comienzan a abrirse. “Todo lo que se generó alrededor de este evento y las actividades de los últimos días me van haciendo caer, pero hay cosas que pueden pasar a futuro que me hacen pensar mucho, como la posibilidad de obtener un wild card para la qualy del US Open. Estoy muy contenta, tengo mucha ilusión con que el tenis femenino argentino crezca y pueda salir adelante”, expresa Nadia Podoroska, la piba de oro, mientras se dispone a volar en una entrevista con Página/12.

Nacida 22 años atrás en Rosario, en el barrio de Fisherton, pertenece a una familia de clase media. Hija de Marcelo, farmacéutico, e Irene, que estudió filosofía, la número dos de Argentina --actual 291 del ranking WTA-- surgió como una de las joyas del tenis femenino de los últimos años pero atravesó varias dificultades que frustraron sus objetivos. En su mejor momento, tras superar la clasificación del US Open 2016, aparecieron los impedimentos físicos: a principios de 2017 tuvo un problema en la cadera, en Roland Garros sufrió en la zona abdominal y después surgió una lesión complicada en la muñeca derecha.

Tras aquellos meses de incertidumbre, la Peque encaró el regreso y recuperó confianza con el título en el 25K de Perigueux, Francia, en junio de 2018. Con nuevo cuerpo técnico desde este año --Juan Pablo Guzmán y Emiliano Redondi, ex 100° y 351° de ATP respectivamente-- y campeona también en el W25 de Monzón, se radicó en Alicante para achicar gastos y tener más opciones de competir ante la falta de torneos en Sudamérica. El oro panamericano representa una nueva oportunidad para Podoroska, quien confía en la aparición de empresas privadas que la apoyen y apunta la mira a un sueño que atesoraba y que se hará realidad en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, siempre y cuando se mantenga entre las 300 mejores del ranking hasta el próximo 8 de junio, después de Roland Garros.


--¿Cómo va a impactar este logro en tu carrera?

--Lo que más quiero en este momento es enfocarme para demostrar en el circuito el mismo nivel que tuve en los Panamericanos. Creo que superé mi nivel de tenis, sobre todo porque me da un plus representar a la Argentina. Pero haber ganado esta medalla y haber jugado de esta manera me genera confianza para creer que realmente puedo trasladarlo al circuito WTA.

--¿Qué significa la cintita celeste y blanca que llevaron todos en Lima?

--La cintita me la dio Mercedes Paz --capitana de las chicas-- en un momento distinto a todo el equipo, porque vine desde Europa y llegué más tarde a Lima. La cinta representa la fuerza de los cuarenta millones de argentinos. Mecha nos dijo que miráramos la cinta cuando estuviéramos desmotivados o bajoneados en un partido. Nos pidió que la pudiéramos ver y por eso jugué todo el torneo sin muñequera en la mano izquierda.

--¿Qué representó el saludo de Gabriela Sabatini?

--Significa mucho, ella ya me enviaba mensajes y estaba en contacto conmigo para darme su apoyo cuando volví de la lesión de la muñeca. Desde ese momento fue muy importante, porque ahí no había ganado una medalla sino que había estado ocho meses fuera del circuito y nadie hablaba de mí; de pronto me llegó un mensaje de ella y fue muy fuerte. Su presencia puede incluso ayudarme para conseguir el wild card del US Open.

--Después de este logro ya es inevitable pensar en Tokio…

--Me quiero concentrar en mejorar para bajar mi ranking porque creo que está un poco más elevado que lo que muestra mi nivel. Pero Tokio me genera mucha ilusión; creo que de ahora hasta que llegue ese momento voy a pensar todos los días en los Juegos Olímpicos.

--¿Alguna vez pensaste que estarías en los Juegos Olímpicos?

--La verdad es que no. Más allá de buscar una medalla para la Argentina, la motivación de ir a los Panamericanos era la clasificación a Tokio. Te cuento una situación personal: hace cuatro años que muchas de las contraseñas de mis redes sociales eran NadiaTokio2020, como para generar esa convicción cada vez que las escribía para ingresar. Mucha gente se reía y hoy es una realidad. Es un sueño, lo digo como para contar la ilusión que me provocaba estar en un Juego Olímpico.

--Después de la experiencia panamericana, ¿cómo imaginás que será la villa olímpica?

--Los tenistas estamos acostumbrados a ver tenis y sólo tenis, somos bastante egoístas, pero estar en una villa, ver a los grandes equipos y que todo el mundo lleve la misma ropa te hace sentir parte de un grupo enorme. Los Panamericanos son emocionantes; un Juego Olímpico tiene mucha más jerarquía porque menos deportistas tienen la posibilidad de ir. No me puedo ni imaginar cómo será, sobre todo por el nivel y las estrellas que van a estar ahí. Representar a la Argentina es único y ojalá lo pueda hacer en Tokio.

--¿De qué forma manejaste todas tus lesiones?

--Las lesiones me enseñaron muchísimo porque no te dejan hacer lo que más te gusta en la vida. No podés hacerlo pero a la vez te das cuenta que eso es lo que más te gusta. Siempre que estuve parada por una lesión traté de mejorar en todos los otros aspectos; el tenis abarca muchos aspectos, la mente, el físico, la técnica. Hoy puedo decir que las lesiones son las que más me fortalecieron en este camino.

--¿Qué te aportan Guzmán y Redondi?

--Desde que estoy en Alicante me ayudaron a completarme como jugadora y me enseñaron cosas nuevas. Con ellos soy una jugadora más completa; antes sentía que era muy buena en algunas cosas pero fallaba en otras. Lo más importante es que me dieron la confianza y la posibilidad de seguir haciendo lo que me gusta. Sin ellos no sé si hubiese podido seguir jugando al tenis. Depositaron mucha confianza en mí durante el último tiempo.

--¿Se puede mejorar la distancia con el circuito? Paula Ormaechea y vos, las dos mejores argentinas, están radicadas en Europa.

--Hoy me conformaría con lo que tienen los hombres. Para ellos hay un circuito a principio de año y otro a fin de año acá en Sudamérica. Empiezan la temporada en Australia, después vienen a Sudamérica, en el medio van a Europa y al US Open y terminan de nuevo en la región. Con esos dos momentos ya sería más que suficiente; no es necesario hacer un circuito toda la temporada. Por otro lado también es importante que tengamos el fogueo con Europa, claro, pero no es bueno que tengamos que vivir sí o sí en otro país para poder alcanzar un mínimo nivel de tenis.

--¿Esta medalla puede ser un golpe económico?

--Creo que es el comienzo. El hecho de que haya dos torneos para las chicas en Argentina ya es muy importante (NdR: se jugarán los dos primeros certámenes de 15 mil dólares para mujeres las semanas del 9 y del 16 de septiembre). Sería mejor que haya más pero esto es un inicio. Ojalá que sirva para que aparezcan más empresas, que se hagan más torneos, y sobre todo que las chicas que vienen de abajo tengan más facilidades. En lo personal espero que me ayude porque ahora también necesito más recursos; en este momento de mi carrera es mucha la inversión que tengo que hacer y me gustaría que haya empresas que me puedan apoyar. Lo necesito para llegar a donde quiero llegar.

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