Una consigna recorría décadas atrás las calles y plazas de todo el país: "No hubo errores, no hubo excesos...".

Se refería clara y explícitamente a los procedimientos de secuestro, tortura, ejecución y desaparición forzada de personas de las más diversas ideologías, activistas barriales, estudiantiles, luchadoras y luchadores sociales. Miles y miles que aun recuerdan sus compañeros de militancia y familiares en las páginas de algunos diarios.

La memoria del terror, que como decía el filósofo León Rozitchner, quedó desde entonces instalada en los cuerpos con el objetivo de neutralizar las disidencias y la lucha contra las injusticias.

Recientemente, se divulgó un audio en el que un alto funcionario gubernamental dice cuál es el plan. Con absoluto desparpajo y hasta sorna explica que en el gobierno apuntan a lanzar una batería de medidas regresivas, muchas y todas con destino fatal para la mayoría de la población. Entonces, mientras las afectadas y afectados reclaman contra alguna de ellas el gobierno del Estado, "el equipo", avanza con las otras.

Puesto blanco sobre negro, tarifazos a los servicios públicos de agua, luz eléctrica y gas, incertidumbre por la inflación galopante y el desempleo, retaceo de prestaciones sanitarias a los jubilados, restricción financiera al sistema educativo público y un largo etcétera.

Claro que todo esto no sería posible sino viviéramos en una sociedad devastada por el autoritarismo, el imperio de las corporaciones del capital, mercancía que cuenta con la activa colaboración de burócratas diversos.

La demagogia que logró captar voluntades para las urnas, adornada con mensajes falaces y globos de colores hace que los sueños se tornaran en pesadilla. En exclusión social creciente.

No son errores y excesos, es un plan sistemático.

De aquellos polvos de ataque explícito ocurridos hace más de cuarenta años, a estos lodos que expanden de modo perverso.

 

Carlos A. Solero
Miembro de la APDH Rosario