"La salvé de lo prostituta que era", dijo el hombre que mantuvo 22 años cautiva a su pareja, en una vivienda de Santiago al 3500. La frase se conoció en una nueva audiencia contra el acusado de 57 años, en la que la Cámara Penal ordenó que siga en prisión preventiva ante el cúmulo de evidencia que viene reuniendo la Fiscalía y que valida el testimonio de la víctima. Tras la imputación de junio pasado, en menos de 60 días se presentará la acusación por los delitos de privación ilegítima de la libertad, reducción a servidumbre y abuso sexual con acceso carnal reiterado.

Para la fiscal Luciana Vallarella, la palabra de la víctima tiene un fuerte peso y las pruebas la respaldan. Ayer volvió a pedir que el acusado siga detenido luego de que se conocieran nuevos hechos a fines del mes pasado, con respecto a los delitos sexuales cometidos durante los años en los que la mujer estuvo bajo las órdenes y amenazas de Oscar Racco.

Es que al inicio de la investigación, se le imputaron los delitos de privación de liberad y reducción a la servidumbre, pero el relato de la víctima frente a los equipos interdisciplinarios del Ministerio Público de la Acusación de Rosario y de la ciudad donde fue trasladada por resguardo, dieron cuenta de reiterados abusos sexuales en el marco de las diversas violencias a las que era sometida. Así, la fiscal agravó la imputación a fines de julio.

La investigación comenzó luego de que el 8 de mayo pasado la mujer de 42 años aprovechara una descompostura de Racco y huyera de la casa donde permanecía bajo amenazas y golpes, desde muy joven, hacia una estación de servicio. En principio estuvo contenida por el equipo de género de la Municipalidad, y logró recuperar el contacto con sus familiares y un hijo que tenía de una relación anterior. En aquel momento, se supo que en los primeros momentos del encierro, el acusado se iba a trabajar y la dejaba encerrada en una habitación, con un pie atado a una pata de la cama.

En la causa, también fue imputado el padre del acusado, de 85 años, por su participación en los dos primeros delitos achacados.

Cuando conoció a Racco, la víctima tenía un hijo de dos años y medio y estaba separada. El acusado la llamaba unas 20 veces por día a la casa donde ella vivía con su familia. El 6 de mayo de 1996 se la llevó. "Ella me besaba los pies en agradecimiento, porque la salvé", repitió ayer el imputado.