Hall del Centro de Documentación Rápida de San Miguel de Tucumán. Unos carteles enormes le explican a “todo el mundo” (muchas comillas) cómo tramitar el nuevo documento nacional de identidad, los requisitos para la actualización en la adolescencia, el cambio de domicilio o cómo proceder en caso de extravío. Una mujer trans acude al registro civil para hacer el cambio nombre/sexo en el DNI y se siente perdida en este hall central donde no existe ningún cartel que le indique cómo iniciar el trámite.

“Para nosotras solo existe la opción de acercarnos al mostrador y preguntar. Y lo que recibimos es invariablemente el maltrato de les empleades. La respuesta es que el cambio registral se puede hacer únicamente los martes y jueves, de 8 a 10 de la mañana. Vas en ese horario y una sola mesa recibe distintos tipos de trámites, entre ellos el que vamos a hacer nosotras. Si las personas que están delante de vos tienen trámites largos, enseguida se hacen las 10 de la mañana y tenés que volver a los dos días o la semana siguiente. De esa manera, logran que compañeras se desalienten y desistan de hacer el cambio registral. Hay que pensar que algunas tienen un viaje de dos horas desde el interior hasta la capital de la provincia”, denuncia Claudinna Rukone, integrante de LOTO (Libertad y Orgullo Trans Organizadx), en diálogo con SOY.

La que quiere celeste que le cueste

LOTO solicitó una audiencia con la directora del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas del gobierno de Tucumán, María Carolina Bidegorry. La respuesta fue que le cuenten a una empleada qué se trata, “porque para recibirnos tiene que solicitar permiso a autoridades superiores, o que presentemos nota por escrito. La directora del registro no manifiesta voluntad de tener contacto con nosotras ni de escucharnos. No es cierto que tenga que pedir permiso. Y la comunicación por escrito es difícil. Hace dos años solicitamos que, a modo de censo precario, nos dieran la cifra de personas que habían efectuado el cambio registral hasta 2017. Nos entregaron una cifra. Cuando volvimos a solicitar el mismo dato el año pasado, nos dieron una cifra inferior. ¿Tenemos que deducir que hay personas que solicitaron el antiguo documento? ¿O es más razonable pensar que nos están dando cualquier cifra?”, dice la activista de LOTO.

“Además están pidiendo 300 pesos para realizar el trámite, cuando la Ley de Identidad de Género establece que debe hacerse de forma gratuita. Una chica de Famaillá protestó y le contestaron: ‘Ustedes tienen esa plata’. Como diciendo que por laburar de prostitutas nos llueven 300 pesos solo por pestañear. Y le terminaron respondiendo: ‘La que quiere celeste, que le cueste’. Son las cosas que nos toca vivir a diario en estos espacios”. Violencia institucional en estado puro. Y una repartición estatal en abierta rebeldía frente a la Ley de Identidad de Género. Fuera de la ley, con todas las letras.

Hace un mes LOTO -a través del portal de noticias La Nota- denunció el cobro de arancel y el maltrato de les empleades. Al tanto de la situación, la organización de activismo legal Abosex (Abogados por los Derechos Sexuales) presentó una nota a la directora Bidegorry. Hasta ahora no hubo ninguna respuesta por parte de la funcionaria que ampara estas violaciones a la Ley de Identidad de Género. Ni a LOTO ni a Abosex.

Pero no terminan ahí las infracciones a la ley por parte del Estado tucumano. Situaciones parecidas viven las mujeres trans en los hospitales públicos, donde les niegan el derecho a la identidad autopercibida y el acceso a cirugías mamarias.

 

“En Tucumán no hay acta ni DNI que te ayuden mucho. Acá todo funciona de acuerdo con la cara del cliente y de quién te toque. Si tienen ganas de boludearte, lo van a hacer. Te van a tratar en masculino y se van a refugiar en el ‘bueno, bueno, yo no sé’. Pasa en el registro civil cuando decís que querés hacer tu rectificación del DNI y pasa en el hospital público –es donde más nos ocurre-. Por eso las chicas no van al hospital. Y no estoy hablando de gente dinosáurica que está enquistada en la salud pública hace diez mil años. Hablo de médiques residentes de 26 años para arriba. Este año internaron a compañeras en estado gravísimo, en pabellón de hombres. Estas situaciones ocurren tanto en el hospital Padilla como en el Eva Perón. El único hospital que está funcionando un poco mejor es el Avellaneda, donde se realizan los tratamientos hormonales. Pero el público es más masculino (en un 90%). Las chicas no llegan porque tienen otra realidad laboral, no cuentan con acceso a información, no las acompañan los xadres, no tienen obra social. Las operaciones de aumento de busto no las hacen en hospital público. Y las adecuaciones pectorales solamente las hacen a modo de prevención del cáncer de mama. Mientras tanto las mujeres trans vivimos en la clandestinidad, infladas con siliconas líquidas”, denuncia Claudinna Rukone.