Power Up nace de una necesidad orgánica de hacer la música que amamos en un formato un poco ambicioso”, cuenta Mariano Power, director y arreglador de la orquesta de 70 músicos que desde hace siete años se dedica a versionar clásicos de la cultura pop. Es decir: música de series, películas y videojuegos que van desde hitos de los dibujos animados como Mazinger, Robotech o Evangelion hasta piezas fundamentales de los fichines como Mario Bros.

La banda asume distintos formatos con el correr del show, yendo desde una formación sinfónica hasta la de una big band. En los siete años de trayectoria, fue ganando convocatoria hasta llegar al punto en que puede llenar teatros con 2000 personas sin problemas tanto en la Argentina como en recorridos por países limítrofes. Hoy sábado, a las 20, intentarán repetir eso mismo en el Teatro Gran Rex, Corrientes 857. En entrevista con PáginaI12, el director del grupo y la cantante Flavia “Flanders” Pérez desentrañan el secreto detrás de su convocatoria.

-¿Cómo llegaron a meter 2000 personas en una noche?

Mariano Power: -Tuvo que ver con un aprendizaje tanto del público como del grupo. En la Argentina siempre hubo bandas que tocaban músicas de videojuegos. Se las podía ver en eventos con entradas económicas. Uno esperaba siempre lo mismo: ciertos openings, ciertos endings, alguna versión y algún enganchadito. Yo creo que la única forma de hacer esta música es hacerlo bien, porque conecta con partes de nuestra vida que a veces ya se fueron y que nos traen sonrisas. Cuando uno va a ver una banda de covers, por más que la banda sea espectacular, se vistan y se peinen igual, tengan los equipos originales, cuando empiezan a sonar sabés que no es lo mismo. Uno no puede competir contra el recuerdo. La única manera es amplificando la música, distorsionarla respetuosamente.

Flavia Pérez: -En la Argentina no hay otros proyectos así. Esto es porque Mariano se ha dedicado a escribir la música fielmente y también a darle una nueva dimensión a estas bandas sonoras.

-¿Por la “nueva dimensión” se refieren a lo sinfónico?

M.P.: -O a romper temas al medio. Por ejemplo, agarrar un tema que sea orquestal y llevarlo al swing, tipo big band de los años ‘50. O una melodia de un tema de Atari, que es sólo eso, llevarla a una sinfónica con timbales y una sección de metales brutal, o crearle una parte nueva. Al tema de Castlevania le inventé una letra en latín que habla de la trama del videojuego.

F.P.: -Power Up es particular porque esta dirigida por un nerd de verdad, no es algo comercial que viene de otro lado. Mariano entiende cada tema porque jugó el juego o vio el animé, o se puso a investigar en serio.

-Hace veinte años, el ñoño era el bicho raro; hoy la cultura pop está súper instalada y aceptada. ¿Esto ayudó a que pegaran el salto?

M.P.: -Sí, pero creo que también fue simbiótico. Que sea aceptada la posibilidad de ser feliz con algo que te hizo feliz y te va aseguir haciendo feliz, sin que a nadie le importe qué te van a decir por eso. Estás en el lugar correcto, a la hora correcta, haciendo algo que te hace feliz sin hacerle mal a nadie y que nadie te diga nada. Eso pasa en un recital de Power Up.

-Antes mencionaron el factor nostalgia, ¿cuál es su público?

M.P.: -Es muy variado. La mayoría está entre los 21 y los 35, pero también hay niños que vienen acompañados por sus padres, un gran grupo de adolescentes, y después tenemos un buen número de gente más grande, que viene  sola, se saca su primera fila y es “su” salida.

-¿Cómo funciona la nostalgia, entonces, en un grupo tan amplio?

 

M.P.: -Tengo la teoría de que en el libro de tu vida, cuando tuviste un momento que ya pasó, le imprimís un color. Si te gusta La guerra de las galaxias. vos no te acordás solamente de la música, sino que conectás con la tarde que fuiste a verla con amigos, con amigos que quizá ya no ves, y es un gusto especial ese toque de nostalgia. Es gente que no está, una época que se fue para siempre. Por eso es peligroso abrir esa puerta y hacerlo mal. Imaginate tocar eso desafinando o con una banda que no suena lo que tiene que sonar. Tratamos de ser delicados con esos recuerdos.