Rafael Correa se irá del Palacio Carondelet después de una década de gobierno en la que Ecuador achicó la brecha entre ricos y pobres, redujo la pobreza del 37 al 23 por ciento y logró estabilidad política en un país donde las crisis institucionales se habían transformado en endémicas.  Incluso, doblegó un intento de golpe en 2010, negado por la prensa opositora. 

El presidente saliente es un actor político con innegable magnetismo, que priorizó mejorar la educación y la salud de los ecuatorianos. Confrontó con el gran capital y los monopolios mediáticos y se mantuvo firmemente aliado de los presidentes progresistas de la región. Si bien tuvo una difícil relación con algunos medios y periodistas, a los que enfrentó en la justicia, su gobierno avanzó con una Ley de Comunicación que tomó como base a la ley audiovisual de Argentina, aunque le agregó cláusulas que penalizan contenidos. 

Rosana Alvarado, vicepresidenta de la Asamblea Unicameral de Ecuador, representante de Alianza País, habló de la justicia social y redistribución, banderas de su gobierno. “Correa inaugura todos los días escuelas y hospitales; cada vez más estudiantes universitarios reciben becas. Más de dos millones de personas han salido de la pobreza”, enumeró Alvarado al programa “Voces del Mundo” (AM 750). Para la dirigente correísta, en la elección de ayer se puso a prueba un país transformado. “Hoy el Estado está presente y la banca no designa a su ministro de Finanzas o el sector petrolero no pone al ministro de Energía. Antes los poderes fácticos estaban acostumbrados a gobernar”.

Las voces que tanto se alzaron prenunciando que Correa iba a presentarse a una nueva reelección debieron cambiar el discurso y apuntar al estilo personalista del mandatario. Dijo a La Nación el analista Simón Pachano (Flacso) acerca de la campaña, a la que calificó de sosa y aburrida. “Este clima es consecuencia de los diez años que vivimos bajo la omnipresencia de un líder carismático que ocupaba todo el escenario. Ahora el teatro se ve vacío sin su presencia”.

Lenín Moreno no intenta parecerse a Correa: él se define menos confrontativo. El desafío para el candidato afín a Correa será continuar con el proyecto de Revolución Ciudadana en un contexto económico más adverso a nivel local y regional. La economía de Ecuador sufrió la baja del petróleo (cerca de un tercio de sus exportaciones) y debió lidiar con las consecuencias de un terremoto devastador ocurrido en abril pasado. De esta manera, 2016 terminó con recesión después de muchos años de crecimiento. 

Que el proyecto supere al hombre.