Desde Roma

Hay quien dice que el ministro del Interior y viceprimer ministro, el ultraderechista Matteo Salvini, líder del partido La Liga, está haciendo campaña electoral desde el Mediterráneo. Y no lo dicen sólo porque está promoviendo la caída del gobierno y cada dos por tres se lo ve, en este verano europeo, en las playas, rodeado de sus seguidores y haciéndose selfies con las chicas en bikini. Sino porque ha elegido el tema de los migrantes que atraviesan el Mediterráneo como su principal bandera de combate. Migrantes que corren el riesgo de morir en el mar por la sed, el hambre, el sol, o porque la barcaza se hunde; migrantes que escapan del hambre, la desertificación, los conflictos y las guerras en la que a veces tienen que ver los países que dirigen en mundo; migrantes que sueñan con poder construirse una vida mejor tal como lo soñaron siempre los inmigrantes de todo el mundo, incluso los italianos que se desparramaron por decenas de países, antes y después de la Primera y Segunda Guerra Mundial principalmente.

La última etapa en esta batalla ha sido la de bloquear a toda costa las naves de organizaciones no gubernamentales de solidaridad que rescatan prófugos en el Mediterráneo, como lo hizo recientemente entre otras con la alemana Sea Watch3 capitaneada por Carola Rackete y ahora está haciendo con la española Open Arms y Ocean Vikings, la nave con bandera de Noruega dirigida por las organizaciones humanitarias Sos Mediterranée y Médicos sin Fronteras que ha salvado 85 personas, entre ellas cuatro niños, frente a la costa de Libia. La Guardia Costera de Libia ofreció a la nave noruega que anclara en el puerto de Trípoli. Pero las organizaciones humanitarias se negaron argumentando con firmeza que “no llevarían a las personas a un país en guerra”.

Después de 16 días a bordo de la Open Arms y por expreso pedido del primer ministro Giuseppe Conte - con el que Salvini no tiene una buena relación y a quien busca destronar en cualquier momento - Salvini dejó bajar a 27 menores de edad en la isla de Lampedusa, dado que la barca estaba a media milla marina de la isla. Los jóvenes fueron retirados por dos naves, una de la Guardia de Finanzas y la otra de la Guardia Costera, y llevados a Lampedusa donde se procedió a registrarlos. Y poco después Salvini lanzó en un Tweet - su mejor “fusil ametralladora” mediático-: “Me dicen desde Lampedusa que de los 27 migrantes menores, ocho se han declarado mayores. Veremos los otros...Después de los “enfermos imaginarios”, ahora tenemos los “menores imaginarios”. Mientras otros ceden, yo no cambio idea”.

El tema “enfermos imaginarios” ha dado que hablar también. Salvini los llama “imaginarios” porque dice basarse en el informe del responsable del centro médico de Lampedusa, Francesco Cascio, un médico y ex diputado de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi y posible próximo aliado de Salvini. Cascio declaró que había leído los informes de sus colaboradores -él está de vacaciones fuera de la isla- que dicen que casi todos las personas hechas desembarcar en Lampedusa con el pretexto de que tenían problemas de salud, en realidad están bien.

Después del desembarco, la fiscalía de Agrigento, que está investigando el caso, hizo que expertos subieran a la nave para verificar las condiciones higiénico- sanitarias de las 107 migrantes todavía a bordo, luego de las afirmaciones de Cascio y del informe totalmente diferente de Emergency y del Cuerpo Italiano de Socorro de la Orden de Malta, que hablaron de “situación incontrolable” y de “peligro para la vida de las personas” con casos de sarna, cistitis hemorrágica, quemaduras, crisis epiléptica, entre otras. El coordinador médico de Médicos Sin Fronteras, Luca Pigozzi, contó al diario romano La Repubblica que los chicos a bordo de la Open Arms, cuando fueron rescatados “no bebían de hacía dos o tres días, tampoco habían comido, estaban muy débiles. Algunos de ellos presentaban quemaduras, signos de latigazos y varias cicatrices”. La mayoría de estos chicos provienen de países pobres y en conflicto de Africa, como Sudán, Guinea, Mali.

En el mensaje enviado a Salvini, Conte le dijo además que varios países se habían declarado disponibles a compartir con Italia los gastos de la hospitalidad, independientemente de la edad de los migrantes. Entre éstos Francia, Alemania, Luxemburgo, Portugal, Rumania y España.

Pero Salvini, acostumbrado a ser la pieza fuerte del gobierno y decidir por sí solo, no se quedó callado y contestó al primer ministro: la decisión de hacer desembarcar a los menores es “tu exclusiva decisión” pero yo “continuaré perseguiendo” mi objetivo. “Lo haré para evitar que tu decisión sobre el caso Open Arms constituya un peligroso antecedente para todos los que creen que es normal pensar que nuestro país es el único responsable de la recepción de todos los menores no acompañados (o presuntos tales) tomados a bordo o en cualquier ángulo del Mediterráneo o del mundo”. Pero Salvini no sólo tuvo que enfrentar la oposición de Conte sino que tuvo que aguantarse por primera vez también la decisión de sus colegas, la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, y el de Transporte, Danilo Tonninelli, que se negaron a firmar la decisión de Salvini de prohibir el ingreso de las naves al puerto de Lampedusa. Según el Decreto de Seguridad bis aprobado por el Parlamento hace dos semanas, esa decisión debía ser firmada por los tres ministros.

El gobierno español, por otra parte, no sin antes haberse manifestado indignado por las palabras de Salvini, dio ayer el ok para el desembarco de Open Arms en el puerto de Algeciras (Andalucía) y Francia se ofreció para recibir a 40 náufragos. Salvini había tweeteado poco antes: “En vez de ir a un puerto español, estos “señores” tienen secuestrados a los inmigrantes a bordo sólo para atacar y provocar, a mi persona y a Italia. No me dan miedo, me dan pena. Yo no aflojo”. Open Arms le contestó: “Son miserables lo que usan como prisioneros a 107 migrantes sin nombre y a los voluntarios, para hacer propaganda xenófoba y racista. Son cómplices todos aquellos que lo permiten y les da igual el dolor de los inmigrantes”. Open Arms, que piensa denunciar a Italia ante la justicia europea – así como el gobierno español - , hizo saber después que el puerto de Algeciras es demasiado lejos para ellos y que cinco de los inmigrantes a bordo se habían tirado al mar por desesperación, pero fueron rescatados y conducidos nuevamente a bordo. "La organización española rechaza el puerto ofrecido por España. ¡Increíble e inaceptable! ¿Ellos organizan cruceros turísticos y deciden donde desembarcar? Italia no es más el campo prófugos de Europa”, dijo Salvini en otro tweet.

El papa Francisco también se hizo sentir en un mensaje enviado este domingo al encuentro de la organización católica Comunion y Liberación que se hace en Rimini. “Pensemos en los miles de individuos que cada día escapan de las guerras y la pobreza: antes que números, son caras, personas, nombres, historias. No debemos olvidarlo”, escribió el Papa.

La polémica mayor sin embargo la desató uno de los escritores más famosos de Italia, Roberto Saviano, perseguido por la mafia napolitana, la camorra, – y por eso con protección policial permanente – por los libros que ha escrito, en particular Gomorra. El escritor y periodista napolitano escribió en un tweet antes que bajaran de la nave los menores de edad: “Los 134 migrantes a bordo de la Open Arms, después de haber sido secuestrados por los bandidos de Libia, ahora lo son por el bandido político Matteo Salvini, ´Ministro della MalaVita´ (ministro de la criminalidad). El destino de Salvini es la cárcel y esto lo está comprendiendo también él”.