El instituto Próvolo de Mendoza "era una fachada" tras la cual, a pesar de que el lugar debía funcionar como escuela adaptada a las necesidades de chicos sordos e hipoacúsicos, "no se enseñaba el lenguaje de señas" ni se los capacitaba en oficios, denunciaron familiares de las 29 víctimas de los sacerdotes y empleados que están siendo juzgados por abusos sexuales en el establecimiento. 

"En sus años alojados allí no aprendieron ni el lenguaje de señas ni un oficio", advirtieron los familiares. Como consecuencia de esa falta de formación, hoy "hay muy pocas víctimas reinsertadas en la sociedad", señaló el abogado que representa a las víctimas, Sergio Salinas. "Tas las denuncias y el desalojo del Instituto la reinserción ha sido a nivel escolar pero no laboral", añadió el letrado. 

"Nos decían que había talleres a la tarde, que para nosotros era una salida laboral a futuro, pero no fue así. Hay muchos derechos vulnerados. Necesitamos que vuelvan a estudiar y aprender un oficio", reclamó Érica, hermana de una de las chicas abusadas.

"Mi hermana está con mi familia y estamos intentado que termine la escuela secundaria. Es un proceso lento, no es fácil. La acompañamos en lo que quiera y al ritmo que ella quiera", lamentó la joven.

El debate oral, que ya fue suspendido dos veces por pedidos de la defensora oficial de los curas Nicola Corradi (83), Horacio Corbacho (59) y el administrativo Armando Gómez (57), se reanudará el miércoles a la mañana