Trabajadores despedidos de la fábrica de baterías Arcynur, ex Ran Bat, se manifestaron esta mañana en la subida al puente Pueyrredón, sobre la avenida Mitre, para pedir el cese de los despidos y reclamar la reapertura de la empresa, que cerró sin previo aviso y dejó a 35 familias en la calle. La Prefectura montó un fuerte operativo de seguridad e instaló la “supervalla” para impedir el paso de los manifestantes hacia la autopista.

Acompañados por trabajadores despedidos de Coca Cola, Cresta Roja, Siam, Latam, Canale y choferes de la línea 165, los despedidos de la empresa ubicada en el Parque Industrial de Burzaco repudiaron el cierre sorpresivo de la planta con el que se encontraron el 5 de agosto pasado, sin ninguna notificación previa.

“Nos encontramos con la fábrica cerrada sin previo aviso. Somos 35 familias en la calle en un momento de crisis económica en la que están cerrando otras fábricas. Hay despidos, suspensiones, sufrimos tarifazos y golpes al salario y las jubilaciones. Además 9 de los 35 trabajadores nos encontramos sufriendo contaminación de plomo en sangre producto de las insalubres condiciones de trabajo”, contó uno de los trabajadores despedidos de la fábrica de baterías.

La protesta, que comenzó pasadas las 7 de la mañana, impidió la entrada al puente desde la avenida Mitre. Para evitar que los manifestantes corten el Puente Pueyrredón, la Prefectura desplegó la supervalla donada por China el año pasado para la cumbre del G20. El tránsito estuvo habilitado desde la Ciudad de Buenos Aires hacia la avenida Mitre y en ambos sentidos de Irigoyen.

"Queremos que el Estado nos escuche, basta de gente en la calle, pedimos por nuestros puestos de trabajo", pidió Marcelo Serrano, delegado de los trabajadores.

Cuando los trabajadores de la fábrica Ran Bat llegaron a la planta el lunes 5 de agosto se encontraron con el portón cerrado con cadenas y candados. Hasta ese momento no habían sido notificados de ningún tipo de cierre ni despidos. Esa mañana se enteraron de que la empresa en manos de los hermanos Alejando y Rubén Navarro no volvería a abrir.

Si bien los trabajadores habían cumplido con sus funciones normalmente hasta el sábado pasado, presintieron que la “cosa no andaba bien”. Contaron que había dejado de entrar insumos a la planta, como el plomo, los ácidos y el óxido que usan para elaborar las baterías. La empresa había pagado con retraso el aguinaldo y los últimos sueldos.

A partir de ahí, los operarios instalaron una “vigilia permanente” en la puerta del establecimiento para controlar que “saquen las maquinarias ni vacíen” la planta. Hasta ese día, la empresa no se había presentado ante el Ministerio de Trabajo.