El prestigioso psicoanalista Jorge Alemán regresó a la Argentina para brindar una conferencia en la Asociación Cultural Armenia. Organizada por la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, la charla pública llevó como título el mismo que un seminario que Alemán brinda en España desde hace dos años: “Los nuevos desafíos. Ideología-Fantasma. Encuentros y diferencias”. Frente a un auditorio repleto, el director de Enseñanza de la Fundación mencionada, Pablo Vilar, fue el encargado de presentar la conferencia. El psicoanalista eligió a su colega Águeda Pereyra para que la charla tuviera preguntas y consistiera en un intercambio. Las preguntas de Pereyra sirvieron para profundizar conceptos de otra conferencia que Alemán había dado tiempo atrás, pero su manera de vincular psicoanálisis con política y coyuntura hizo que pudiera ser seguida por cualquier persona.

Pereyra pensó en el título de la conferencia para desglosarlo y debatirlo. La pregunta principal fue: ¿De qué hablamos cuando hablamos de ideología y fantasma? También formuló una pregunta en relación a qué nuevos desafíos “estamos hablando pero sobre todo quién asume esos nuevos desafíos”, le consultó Pereyra. Alemán tomó como texto fundamental Ideología y aparatos ideológicos del Estado, de Louis Althusser “porque allí Althusser presenta una teoría muy bien formulada de la ideología”, sostuvo. Y completó: “No sólo eso sino que, además, Althusser se apoya en Lacan. Me atreví a decir que muchos nos hicimos lacanianos a partir de esos textos de Althusser en los años 70”. Althusser se apoya en Lacan porque comprende que “la ideología no es solamente un velo y que atrás de ese velo está el Real.” Es taxativo porque el filósofo marxista había leído a Freud. Y señalaba que “la ideología es eterna como el inconsciente”. Se sabe que en todas las sociedades va a haber ideología, una cuestión que el intelectual francés también tomó de Freud: el carácter eterno de la ideología. “La segunda cuestión que tomó de Freud es que la ideología constituye un individuo en sujeto”. En Althusser “hay individuos que están precedidos por la ideología y es ésta la que vuelve a los individuos, sujetos”, expresó Alemán. Esto es muy psicoanalítico porque para Althusser el sujeto está dividido y “no tiene con lo Real más que una relación distorsionada”. Según el psicoanalista, “la ideología establece una serie de procedimientos que no son conscientes y que permiten que el sistema, en este caso el capitalismo, se reproduzca en sus relaciones sociales indefinidamente”.

La noción de interés

“La noción de interés está muy atrapada en una metafísica en donde se piensa el interés del lado de lo homeostático, del lado del principio del placer, del lado de lo que serían los intereses vitales, como si la gente se moviera, votara o interviniera para defender sus intereses vitales. En absoluto”, planteó Alemán. Hay un cambio en la civilización: “Da la impresión que las personas se mueven por algo que está más allá del principio del placer. Y no es que atente contra sus intereses sino que sus intereses están mal pensados por los políticos porque no se sabe bien cómo es esa secuencia en donde el sujeto ha constituido su imagen y ese Otro le ha dicho: ‘Tu eres eso’, porque en ese instante el sujeto no sólo constituye una imagen de sí sino que también organiza un punto de rechazo, un rechazo constitutivo, un rechazo a través del cual él mismo se define a sí mismo”. Es más: Lacan dice que en ese período el hombre es el lobo del hombre. Ese “Tú eres eso”, que dice ese Otro simbólico “no es suficiente para pacificarlo”, subrayó Alemán. “No sabemos bien si lo que el sujeto rechaza es posible de ser reducido a intereses económicos. Por ejemplo, en muchos barrios populares los sujetos rechazan a sus propios vecinos. Muchos sujetos rechazan a una presidenta por su voz. Muchos sujetos rechazan algo que es exactamente lo que está en el interior de ellos y de lo cual ellos no quieren saber absolutamente nada. Por ejemplo, muchos sujetos rechazan algo que ha sido crucial en sus vidas y de lo que se quieren desentender. Todo esto abre un espacio ultra problemático (porque no son dos instancias que se superponen) entre la ideología y el fantasma”, diferenció el psicoanalista.

“La escena psicoanálisis y política es muy complicada. Son dos términos que no están hechos para convivir juntos. Llevo años habitando en esta tensión entre psicoanálisis y política y me han dicho de todo, que no están hechos para transitar juntos”, contó Alemán y supo darse cuenta el porqué de esos argumentos: “El tema es que el psicoanálisis es uno por uno, se ocupa de un goce singular, opaco, propio de cada sujeto, irrepetible, intransferible, que uno encuentra en la clínica. Y ese goce es absolutamente del orden de lo singular. Es imposible de ser universalizado. Por el otro lado, está lo colectivo, el para todos, el universal. Alemán buscó la expresión “soledad común” para escapar de este problema. ¿Por qué piensa que hay que escapar? Hizo una observación a la dirigencia política: “Ojo, cuidado, que la ideología puede tener raíces fantasmáticas que ustedes desconocen y están haciendo, a veces, análisis de las situaciones donde lo que está en juego es otra cosa que lo que ustedes creen que es la defensa de los intereses”, ejemplificó. 

Ideología y odio

Recordó que alguien le dijo el otro día: “Lo que está en juego es el antiperonismo de nuevo”. Para Alemán, la respuesta es sí y no. “Hay mucha gente que odia la voz u odia el kirchnerismo y no por ser antiperonistas. Tal vez, si los peronistas fueran otros habría sido distinto el asunto. De hecho, la operación que quiso hacer el tipo que gobierna fue introducir el peronismo con la idea de que no es el peronismo lo que genera el odio. Así que no es suficiente. El tipo de rechazo que se produjo con el kirchnerismo es muy parecido a un rechazo que se expande por el mundo, según distintas matrices retóricas. Y consiste en lo siguiente: odio al otro porque se ha aprovechado de mi goce y lo ha malgastado. Los catalanes piensan que el sur de Andalucía dilapidó su goce. Los ingleses piensan que Europa dilapidó su goce. Los rusos están esperando desde hace rato que Europa se rompa en mil pedazos porque piensan que ha dilapidado el esfuerzo que ellos hicieron para frenar a los nazis. Es decir que la idea de que la ideología se mueve, de todas esas operaciones políticas les puedo asegurar que pueden salir pésimos negocios. O sea que la ideología no se mueve por el interés vital e inmediato como se lo concibe tradicionalmente”, postuló Alemán. Y enseguida retomó la conceptualización psicoanalítica. “Del mismo modo, esta idea del goce de cada uno, el solipsismo del goce, si ustedes quieren, y por otro lado el universal, se ha roto. Ha habido un punto de catástrofe, que Lacan denominó ‘Discurso capitalista’, en 1972. Es una especie de lazo social. Desde el momento en que Lacan decidió llamarlo discurso es una suerte de vínculo social, contra discursivo si ustedes quieren, pero el núcleo más importante del discurso capitalista es que ese reparto, el goce por un lado, lo universal por el otro, está roto. El discurso capitalista ha logrado conectar al sujeto con el goce, de tal manera que ese solipsismo del goce sea encarnado ahora socialmente. Ese mismo goce no sólo no está prohibido en lo social sino que hay un empuje por parte del discurso capitalista a que ese goce configure nuevos vínculos sociales”, resumió Alemán.