En la investigación sobre los semanarios políticos que se publicaron entre 1997 y 2004 para el libro Progresistas fuimos todos. Del antimenemismo a Kirchner, cómo construyeron el progresismo las revistas políticas, de Editorial Siglo XXI, encontramos títulos, imágenes y mensajes que hoy serían inaceptables por su tratamiento de la mujer y las disidencias sexuales. Encontramos que, incluso en revistas que se presentaban a sí mismas como progresistas, como Veintiuno (luego llamada Veintidós y finalmente, Veintitrés), predominó una mirada masculina (y hétero) sobre la realidad, que reforzaba estereotipos y, en ocasiones, repetía los mismos vicios de cosificación de la mujer que eran usuales en publicaciones como la revista Gente.

Aquel medio, fundado por Jorge Lanata, en 1998, incluyó desde su primera edición una sección de moda que funcionó como una excusa para mostrar chicas con poca ropa. En esa sección, una modelo podía aparecer cargada sobre los hombros de un trabajador del Mercado de las Flores que la conducía hacia la parte de atrás de una camioneta, o en un frigorífico rodeada de trabajadores de la carne, en una metáfora de dudoso gusto. Por entonces, todavía parecía viable la publicación de una nota titulada “Chiquititas”, en la que nenas de 13 años vestidas con remeras transparentes y polleras cortitas aparecían como objeto de deseo de un grupo de jubilados en una cancha de bochas. En esta revista, una confrontación entre dos mujeres políticas como Cristina Férnandez y Chiche Duhalde podía titularse “De las mechas”, y la volanta podía enunciar: “La pelea que no pueden controlar ni sus maridos”. Para la misma publicación, era imposible conjugar en la misma frase “estar a favor de” con la palabra aborto. Por eso, cuando Carmen Argibay se presentaba como posible jueza de la Corte Suprema, la tapa de Veintitrés decía: “Está en contra de reprimir el aborto”. Y había más; una de las preguntas que aparecían como inevitables para las entrevistadas, fueran juezas, policías o senadoras, era: “¿Es coqueta?”.

Las notas que abordaban la cuestión de la homosexualidad también reflejaban los límites e incomodidades de una época que, aunque reciente, parece lejana. “Tener un hijo homosexual es una de las fantasías más temidas de cualquier padre”, arrancaba una nota del año 2000, desde un sentido común que suponía compartido por los lectores, y que miraba la homosexualidad como algo bizarro y lejano.

Diferente fue el caso de la revista Trespuntos, que durante el período en que tuvo dos editoras mujeres, Claudia Acuña y Gabriela Cerruti, supo romper los esquemas de la época con ediciones emblemáticas, como la conocida producción “Yo aborté”, de diciembre de 1997.

Estos son apenas algunos de los ejemplos de los mensajes que los y las periodistas reproducíamos incluso en los medios más progresistas de la época. Situaciones de cosificación de la mujer y refuerzo de estereotipos, muchas veces naturalizados, que sin dudas ameritan nuevas y más extensas investigaciones.

(*) María Noel Alvarez es periodista e historiadora, dicta clases de Historia de los Medios en TEA. Eduardo Minutella es historiador, ha realizado estudios de posgrado en la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF). Son autores de Progresistas fuimos todos. Del antimenemismo a Kirchner, cómo construyeron el progresismo las revistas políticas, Editorial Siglo XXI.