La mayoría de los argentinos se autopercibe como clase media. En 2014, una encuesta de la consultora W reveló que el 80 por ciento de las personas se identificaba con ese sector socioeconómico. ¿Cuáles serían los parámetros para definir a ese colectivo social? La respuesta no es sencilla, ni unívoca. Los atributos podrían ser objetivos (ocupación, ingreso, educación, consumo) y/o subjetivos (estilos de vida, valores). Para el Banco Mundial, la clase media está integrada por personas cuyos ingresos se encuentran entre 10 y 50 dólares diarios. Bajo ese criterio, la clase media latinoamericana creció de 103 a 152 millones de personas entre 2003 y 2009.

“Para Argentina, la clase media aumentó en ese período de 9,3 millones a 18,6 millones. Ese aumento de más de 9,3 millones representa un 25 por ciento de la población total de la Argentina, el mayor porcentaje de crecimiento de la clase media en toda la región durante la última década, seguido por Brasil con 22 por ciento y Uruguay con 20 por ciento”, concluye el trabajo del organismo internacional titulado “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América latina”.

La participación porcentual de la clase media latinoamericana –en relación con la población total– era elevada en Uruguay (48,1 por ciento), Argentina (48,0), Chile (42,3) y Costa Rica (37,2). Como se dijo, el estudio del BM abarcó hasta 2009. El porcentaje de la población “clasemediera” argentina tuvo que subir en los dos años siguientes debido al fuerte crecimiento del PIB (9,2 por ciento en 2010 y 8,9 por ciento en 2011, datos del Indec “Todesca"). El abrumador triunfo electoral de CFK en 2011 no puede disociarse de esa dinámica virtuosa. 

El discurso electoral de la Alianza Cambiemos en 2015 estuvo enfocado a seducir a ese “objeto político inasible”, tal como lo llamara Eduardo Fidanza. Por caso, la promesa de eliminar el Impuesto a las Ganancias a los asalariados. Lo cierto es que la política económica macrista perjudicó a las mayorías populares, incluidos los estratos medios. Reconocidos periodistas recién descubrieron esa realidad después de las PASO. La dirigencia política/económica descuenta el triunfo del Frente de Todos en octubre. El ala optimista de Juntos por el Cambio apuesta su última ficha a la voluble clase media. En un escenario de emergencia social, la mayor parte de los anuncios post-devaluación fueron destinados a “aliviar” la situación de ese sector, tal como había reclamado Elisa Carrió.

En el informe "¿Quiénes se benefician con el paquete de medidas fiscales?", los investigadores del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala señalan que “una pregunta que resonó estos días es si las medidas anunciadas estaban destinadas a morigerar los efectos de la devaluación y la consecuente aceleración inflacionaria, o su principal objetivo era el de tratar de recuperar una parte del electorado a través de políticas focalizadas. Si analizamos por los diferentes sectores sociales que se benefician de estas medidas y ponderamos la magnitud de cada una de ellas parece quedar claro que el gobierno se inclinó más por el segundo objetivo. De los 85.700 millones de pesos estimados de este paquete, casi el 90 por ciento va a la clase media y media alta, mientras que poco más del 10 por ciento se destina a los sectores vulnerables y clase media baja”. Aun así, el “alivio” tiene gusto a poco con una inflación encaminada a superar el 50 por ciento anual en 2019.

[email protected]

@diegorubinzal