¿Qué es un grito? Una enunciación sin enunciado, una emisión de voz sin contenido de representación, pura función pragmática. Un grito se trata de alguien que grita, ahora mismo, cerca. Tiene un impacto contundente e inmediato. Disuelve en el oyente todo lo que no provenga de ese grito. Un grito de dolor lo contagia. Transforma a quien lo oye. Con toda la belleza de su prosa barroca y torrentosa, la novela Cita en la espesura, de la escritora argentina Liliana Díaz Mindurry, articula esa potencia transformadora del grito. No son casuales las referencias en su texto al óleo de Edvard Munch de ese título. El grito expresionista (el del Profesor con maquillaje de payaso en el trágico final de El ángel azul, de Von Sternberg) conmueve los fundamentos mismos de lo humano; denuncia una humanidad desfondada.

Publicada el año pasado en Rosario por Baltasara Editora, la novela trata del crimen, del odio, del deseo y de la responsabilidad, con una singular economía compositiva. El narrador se dirige en segunda persona a una misteriosa visita (Pilar) que luego dialogará con su anfitrión (un ex cura, Silvio Berutti) en torno a la muerte de un tercero. El final, abierto pero ineluctable y trágico, da cuenta de la fatalidad de un sujeto (Pilar, una católica bautizada con el nombre del lugar mismo del bautismo) cuyo discurso se encuentra íntegramente tomado por el estrago materno. El otro al que Pilar se dirige no puede ser sino el otro del estrago. Silvio asume ese lugar y la maldice, expresando en injurias el odio que se escondía bajo las piadosas acciones de ambos. ¿Quién es inocente, quién es culpable?

"Siempre lo irreal quiere mostrar la intensidad de su presencia para ser", le dice Pilar a Silvio. Eso hace el grito: mostrar la intensidad de la presencia. El grito no dice ni es: existe en lo real.

No se sale indemne de esta Cita en la espesura. Se sale curado, purificado por la catarsis trágica. Se sale limpio de goce; el otro del estrago se cae. Escribirla "fue intercalar en la novela el tiempo real, el del teatro. Que el tiempo de la lectura sea el tiempo de esa cita, con un asesinado entre paréntesis y con la espesura mental de la protagonista, y el otro, el tercero en cuestión", anotó su autora.

El año pasado, Díaz Mindurry, con decenas de títulos publicados y premiados desde su retorno del exilio a mediados de los años '80, reeditó en España otros dos libros suyos: el ensayo La maldición de la literatura (que va por la tercera edición) y la novela con la que ganó el premio Planeta: Eine kleine nachtmusik, editada como Pequeña música nocturna en 1998. Díaz Mindurry salió en la foto de la ceremonia junto a Ernesto Sábato, con cuya obra narrativa tiene mucho en común: la influencia del existencialismo (tanto literario como filosófico) y la inspiración en el expresionismo y el surrealismo pictóricos; la exploración de zonas oscuras de lo humano y de personajes monstruosos, pero a la vez cautivantes en su extrañeza y desmesura. Un recurso poco usado, la ékfrasis, le sirve a Díaz Mindurry para situar a Pilar en lo de Silvio, donde ella se busca sin hallarse en un cuadro que representa el interior mismo donde cuelga: este espejo rígido es la perfecta alegoría del estrago.