Las empresas autopartistas utilizan para su producción insumos dolarizados, como el acero, y lo compran al tipo de cambio oficial, pero al venderle la mercadería a las grandes terminales, éstas exigen que las facturas se realicen con un dólar atrasado, es decir, con un valor menor a 50 pesos. Esta imposición del tipo de cambio, al que llaman "dólar terminal", lleva a un debilitamiento financiero en la cadena de proveedores, según revelaron a Página/12 distintas cámaras del sector de autopartes.

“El proveedor paga insumos a un precio nuevo y vende a precios viejos. Y no puede decidir interrumpir las entregas, porque el proceso productivo exige que los proveedores tengan la obligación de mantener el suministro”, aseguró Juan Cantarella, gerente general de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC).

Esta situación derivó en arduas negociaciones entre las terminales y las autopartistas. “Tienen un comportamiento muy poco realista, porque si importan mercadería, la pagan con el dólar a 57 pesos, pero a nosotros nos pueden llegar a pagar la divisa a 48 pesos”, agregó Cantarella. Incluso, esta situación derivó en reclamos judiciales. En abril, la AFAC denunció a Renault ante la Comisión de Defensa de la Competencia por “abuso de posición dominante” con sus proveedores. A principios de agosto, la Comisión dispuso que Renault brinde las explicaciones que considerara correspondientes. “Esto lo hacen cuando hay elementos con cierta solidez para avanzar en la investigación”, argumentó Cantarella.

Aldo Lo Russo, secretario general de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina (Camima), también reveló que esta práctica se volvió habitual en el sector de autopartes. Dijo que las negociaciones con las terminales para definir el tipo de cambio son muy desparejas por el poder que tienen estas grandes compañías. “El dólar está a casi 60 pesos, y te pagan entre 45 y 50 pesos. Las empresas más chicas agarran lo que viene. La consecuencia de vender a un dólar retrasado para algunos puede significar el golpe final”, detalló Lo Russo. Según estiman en el sector, dos tercios de las empresas atraviesan procedimientos de despidos o suspensiones. Además, la industria automotriz es el rubro que registra el peor nivel de capacidad instalada: el 70 por ciento de la capacidad se encuentra ociosa, según el Indec.

El dirigente empresarial aseguró además que las autopartistas se ven perjudicadas porque la materia prima es importada y los proveedores, que son exterior, antes daban plazo para el pago, pero ahora están exigiendo los pagos cuando entregan la mercadería, por la baja calificación que tiene Argentina. En este contexto, adelanta que muchas compañías pueden realizar aumentos "para cubrirse" ante futuras devaluaciones. Y agregó que las facturaciones que se realizan con un tipo de cambio menor al oficial se están llevando a cabo en otras ramas de la industria, como en el petróleo y el gas.

Consultados sobre el futuro de la industria, las expectativas de reactivación son sombrías. "Hay stock de vehículos para los próximos 8 meses, por eso la producción es tan baja. Si hay un cambio de gobierno creemos que el mercado podría volver a moverse recién en marzo", adelantó el empresario pyme.

En el último trimestre, diversas compañías concretaron despidos, cesaron su actividad o anunciaron el cierre. Se trata de Clapp, Dino Mattioli, Brembo, entre otras. La industria de autopartes atraviesa "una dinámica contractiva", que llevó a cerrar el primer semestre del año con una caída de ventas del 21,6 por ciento, según un informe elaborado por la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES). Para este año, se espera una caída en la producción del sector autopartista de más del 10 por ciento frente a 2018.