El nivel de actividad económica registró en el segundo trimestre una mejora del 0,6 por ciento frente al mismo período del año pasado, informó el Indec. Ese resultado se explica exclusivamente por el desempeño del sector agropecuario, que tuvo un extraordinario salto del 46 por ciento a partir de la recuperación de la cosecha frente a la sequía de 2018. En cambio, hubo una fuerte caída de la actividad industrial, la construcción y el comercio, entre otras bajas. La evolución de la economía nacional entre el segundo y el primer trimestre, en cambio, volvió a registrar una baja del 0,3 por ciento. En el acumulado del semestre, se anotó una caída del 2,5 por ciento. La brutal devaluación y el descalabro económico generalizado luego de las PASO anticipan una desmejora en el tercer trimestre, de modo que la tendencia negativa promete continuar en los últimos tres meses. El año cerrará con una nueva contracción del PIB, la segunda consecutiva y la tercera en cuatro años de gobierno de Mauricio Macri.

La mejora interanual en el segundo trimestre es el primer dato positivo para este indicador (EMAE) desde el primer trimestre de 2018. A partir de allí, se produjo una caída del 3,8 por ciento en el segundo trimestre de 2018; de 3,7 en el período siguiente y de 6,1 en los últimos tres meses del año pasado. En enero-marzo de este año la baja fue del 5,8 por ciento.

El dato positivo del segundo trimestre en la comparación interanual se debe a la dinámica del sector agropecuario, que tuvo un alza del 46 por ciento. En el caso del maíz, se produjeron 48 millones de toneladas, un 42 por ciento por encima del ciclo anterior, mientras que la soja anotó 56 millones de toneladas, un 60 por ciento más que el año pasado. También hubo mejoras en otros cultivos. Más allá del nuevo escenario cambiario, favorable para el agro, el elemento distintivo de esta campaña fue el buen clima, en relación a los problemas de 2018. 

Vinculado al desempeño del sector agropecuario, las exportaciones tuvieron en el segundo trimestre una mejora del 15 por ciento, que se explica por el resultado exportador de mayo, cuando impactó la mayor venta de soja y derivados.  En tanto, las importaciones bajaron 22,7 por ciento en forma interanual en el segundo trimestre, a raíz del impacto negativo de la caída de la actividad, de los ingresos y de la inversión.

Por fuera del agro, la economía siguió en estado vegetativo durante el segundo trimestre. El consumo privado tuvo una caída del 7,7 por ciento a raíz del deterioro del poder adquisitivo del salario y otros ingresos. El propio Indec midió en abril, mayo y junio caídas del 12,6; 13,5 y 13,2 por ciento, respectivamente, en las ventas en supermercados medidas en cantidades. En tanto, las ventas a valores constantes de los shoppings tuvieron caídas del 22,9; 18,7 y 6,1 por ciento en el mismo período. Ni siquiera la reposición de los planes de cuotas sin interés, como Ahora 12, pudieron frenar la tendencia bajista de las ventas. También en el primer trimestre el consumo privado había tenido un desempeño negativo, con una baja anual del 9,9 por ciento.

La baja del mercado castiga al sector manufacturero, que registró un descenso del 6,7 por ciento en el segundo trimestre, luego de la merma del 10,9 por ciento en el primer trimestre. El informe industrial del Indec registra en el primer semestre caídas del 18,9 por ciento en la producción textil, del 11,7 por ciento en la industria siderurgia y 6,7 por ciento en la metalmecánica.

De la mano de la caída del consumo y de la actividad manufacturera, la inversión privada tuvo en el segundo trimestre una retracción del 18 por ciento en la comparación anual. Según las cifras oficiales, la inversión privada registró en junio pasado una caída del 14,2 por ciento en la comparación anual, la treceava baja consecutiva. La dinámica similar entre consumo e inversión refuta el dogma económico del liberalismo (adoptado también por el gobierno de Macri) que plantea que la inversión es una función inversa al estímulo del consumo y al revés, la retracción del consumo libera recursos para que el empresario invierta. Los datos muestran lo opuesto: el consumo incentiva a la inversión y viceversa, la caída del consumo cierra oportunidades de inversión.

A nivel sectorial, en el segundo trimestre también hubo una caída del 6,6 por ciento en electricidad, gas y agua y del 13,5 por ciento en intermediación financiera. Las actividades inmobiliarias bajaron 2,2 y hoteles y restaurantes, un 2,1 por ciento. La actividad de la construcción registró una merma del 5,6 por ciento en el segundo trimestre.