Quizás no se acuerden de Laika como nombre de un estudio de animación stop-motion pero seguramente se acuerdan de Coraline, la protagonista de la película de Henry Selick de 2009 (basada en la novela homónima de Neil Gaiman) que, a través de una puerta secreta en su nueva vieja casa, entraba a un mundo paralelo donde la madre era más buena y siniestra a la vez, una muñeca con botones en lugar de ojos. Coraline es una película memorable y en parte se debe a la construcción artesanal de sus personajes, a los movimientos fluidos, como de animación, pero que también tienen algo del andar entrecortado de los juguetes cuando lxs niñxs los mueven al jugar. Con un espíritu similar de no ofrecer a lxs chicxs más de lo que pueden soportar, pero tampoco subestimarlos, ParaNorman (2012) es otra película del mismo estudio sobre un chico que puede hablar con los muertos, entre ellos su abuela y diversos fantasmas. La película le opone al presente más bien escéptico que habita Norman —y que precisamente por eso lo relega como a un freak— el pasado de caza de brujas de la región de Massachusetts en la que vive el chico. También hay zombies, cementerios y una bruja malvada que en realidad resulta ser una niña condenada injustamente por la gente supersticiosa del pueblo. Son historias de niñxs que se internan en el corazón del mal y de sus propios miedos para cumplir misiones que los hacen crecer, una perspectiva bastante original en medio de un montón de películas que por otro lado les dicen a lxs niñxs que las cosas que les dan miedo en realidad no son peligrosas. The boxtrolls (2014) y Kubo y la búsqueda del samurai (2016) fueron otros exponentes de Laika que, como Aardman (creadores de Wallace & Gromit) mantienen viva la llama de las narraciones tradicionales, construidas casi por fuera de la cultura pop a la que Dreamworks e Illumination no dejan de hacer guiños, y con diseños creativos que confían en que, más que “acercar” el cine a lxs más chicxs basando las historias en mundos que ellos conozcan, también se puede invitarlos a conocer mundos nuevos, épocas remotas, códigos y géneros cinematográficos que inicialmente no fueron pensado para ellxs. En una palabra, exponerlos a lo distinto.

 

El Sr. Link es la película más reciente de Laika y tiene guión y dirección de Chris Butler, el mismo que escribió ParaNorman y Kubo y la búsqueda del samurai y también dirigió ParaNorman. La historia es atractiva: a fines del siglo XIX el explorador Sir Lionel Frost se dedica a viajar por el mundo buscando monstruos y criaturas legendarias; el comienzo de la película lo muestra, por ejemplo, en un bote sobre el Lago Ness, esperando que aparezca el mítico habitante prehistórico. Pero por más que disfrute sus aventuras, la espina que lleva clavada Sir Lionel es que una sociedad de exploradores compuesta de viejos carcamanes no lo admite entre sus filas. Por eso Sir Lionel, individualista y solitario empedernido, decide que su próxima misión es encontrar al sasquatch, pariente lejano al parecer de los yetis, y viaja al Lejano Oeste con ese fin. Lo que no imagina es que además de un monstruo encontrará una criatura que maneja el inglés oral y escrito, si bien con un exceso de literalidad, y le pedirá que lo lleve al Himalaya para reunirse con sus parientes perdidos. Sr. Link cuenta amablemente la historia de ese viaje y de cómo, en el camino, esta pareja de opuestos, el estirado y pretencioso Sir Lionel y el tontolón e ingenuo Mr. Link, se harán amigos. Lo que no hay, como en otros productos de Laika, es una sola pizca de oscuridad, y la verdad se extraña. Pero sí hay una aventura bien narrada, divertida, hasta el otro extremo del mundo, donde por supuesto aguarda un descubrimiento fantástico. Las escenas de acción son deslumbrantes, la sensación de aventura no se detiene nunca y los guiños la presente, que los hay, son deliciosos. Mr. Link por ejemplo, al momento de tener que elegirse un nombre, se decide por Susan, y sin bien a Sir Lionel le sorprende lo termina aceptando porque, ¿por qué no? Puede que Mr. Link sea el eslabón perdido y, a la vez, un monstruo feliz y no binarie.