“La divulgación científica es la continuación de la ciencia por otros medios”, solía subrayar Leonardo Moledo, uno de los mejores periodistas que tuvo Argentina y referente, durante más de dos décadas, en temas científicos y tecnológicos, de Página/12. Con el propósito de consolidar esta tradición en el rubro, desde este jueves, el diario estrenará un newsletter. Entre otras cosas, hemos visto que nuestros lectores ponderan las noticias del campo CyT como un signo distintivo del medio, como un espacio de información a proteger y destinado, en los próximos años, a continuar creciendo. 

El nuevo contenido les llegará de forma gratuita durante octubre y luego formará parte de los contenidos exclusivos para soci@s de Página/12. 

La ciencia está asociada a la cultura por intermedio de un cordón umbilical; se trata, a todas luces, de un producto eminentemente humano. A través del newsletter que con frecuencia semanal confeccionaremos para ustedes podrán chequear el mejor resumen sobre los últimos avances científicos y tecnológicos que salen bien pero bien fresquitos desde los laboratorios y centros de investigación de todo el país.

Desde una mirada amplia nos preocuparemos por acercarte las discusiones sobre medioambiente y los debates en torno a un ámbito tan sensible como la salud; los desarrollos en materia de ingenierías, ciencias agrarias y biológicas, exactas y naturales, sociales y humanas. 

La enumeración opera solo como ejemplo. Sabemos que en la práctica las disciplinas se hibridan, galopan fronteras, reúnen fuerzas y dotan de complejidad la comprensión del mundo y la de su vecindario más bonito y misterioso, el universo.

¿Qué ofrecemos? Un abordaje político acerca del quehacer científico. Queremos contribuir a quebrar la idea que identifica a la comunidad científica como un espacio idílico y desprovisto de tensiones. Contar lo que hacen nuestros protagonistas, los investigadores, desde la más rica llanura. 

Investigar no es nada más –pero tampoco nada menos– que un trabajo. Uno muy valioso con base en las universidades públicas, gratuitas y de calidad, en organismos rectores como el Conicet, pero también en múltiples espacios en que el conocimiento florece a la par de la curiosidad. 

Creemos en una ciencia y tecnología unidas al engranaje productivo de la nación; una usina de pensamiento con grandes chances de articularse con la industria en todas sus ramas. Solo necesita un empujón y este empujón siempre se traduce en una fuerte intervención estatal, que alguna vez tuvimos, que perdimos, y que confiamos recuperar.

Somos conscientes de que el pulso del presente está signado por una agenda feminista, una voz potente que ya no calla y que reclama una mayor participación de las mujeres en los círculos de poder. En la ciencia este esquema de injusticias se replica y reactualiza de modo constante y subrepticio. Por ello, de manera saludable, el nuevo espacio será un canal de expresión para aquellos discursos que planean quebrar los techos de cristal y visibilizar el machismo en todas sus formas. 

Este diario, desde una perspectiva latinoamericanista, confía en las potencialidades de los talentos autóctonos. La política necesita apoyarse en la ciencia y ésta, a su vez, debe perder el temor a embarrarse. Los laboratorios y las oficinas han abierto sus puertas, pero este presente agresivo de hegemonías neoliberales requiere acelerar la marcha. 

Procuramos la democratización de las condiciones de acceso y participación de la sociedad en los resultados que genera la ciencia, pero también –y tal vez sea lo más importante– apostamos a una reconsideración de los aportes sociales en la producción general del conocimiento. ¿Que implica? El aprovechamiento por parte de la ciudadanía de los resultados que benefician algún aspecto de nuestra calidad de vida y, al mismo tiempo, incorporar la voz ciudadana en el diseño y la puesta a punto de los proyectos. Si la ciencia puede modificar nuestras vidas, elijamos de qué forma puede hacerlo.

Bajo estas premisas, creemos que es condición necesaria una divulgación que supere la falsa dicotomía entre ciencias “duras” y “blandas” (artificio de las derechas regionales para profundizar la departamentalización de los campos disciplinares); que se enamore aún más de los procesos y los resultados producidos en la Argentina, adaptados a nuestras necesidades (que no se obnubile con los espejitos que se ofrecen desde otras latitudes); que supere una concepción estruendosa de los fenómenos científicos y promueva, en definitiva, una imagen de la ciencia más terrenal. Una ciencia que enseñe sus verrugas; una superficie sin tantos maquillajes ni polvos. Una geografía menos artificial. Una práctica más humana. 

Teníamos tantas noticias que no queríamos dejar de compartirlas con ustedes. Por ello, ante la pregunta ¿ciencia para quién?, nosotros respondemos ¡Ciencia para todos y todas! Porque si la ciencia no es divulgada y se mantiene en secreto, verdaderamente, no sirve para nada.