Disculpen los asistentes: este diario intuye que forman el célebre núcleo duro del macrismo pero lamenta informarles que han salido ustedes a la calle en un día peronista. Sol, cielo celeste sin una nube, banderas al viento. Pero afortunadamente no se inunda más. Lo gritaron en el momento de mayor euforia, aunque en un tono más bien medido. ¡No se inunda más, no se inunda más! Al menos en Barrancas de Belgrano, sitio elegido por Mauricio Macri para el precalentamiento antes de recorrer 30 ciudades en una gira de aquí al 27 de octubre, no se inunda más y sí se puede.

Después de comprar banderas a 100 pesos o a 50, según el tamaño, una multitud con fuerte presencia de adultos mayores se reunió ante el llamado de Mauricio Macri, máximo líder y candidato presidencial en la fórmula de Juntos por el Cambio. El “juntos” es por Miguel Pichetto, el político que provocó el meme más ingenioso de los últimos días: “Cuando pienses que cometiste una equivocación en tu vida, pensá en Pichetto”.

Buena ropa pero no ostentosa, sport sin jogging, mocasines náuticos. No estaban las facciones de la barra brava de El Porvenir que usa el candidato de Lanús Néstor Grindetti. En Barrancas nadie sacó facas ni provocó avalanchas como en el acto del intendente que quiere reelegir derrotando al peronista Edgardo Depetri. Con fervor medido, exclamaron “Sí, se puede” cada vez que un orador hizo un punto y aparte. Muchas y muchos enarbolaban la SUBE como si fuera un banderín de las Cruzadas. Página/12 preguntó por qué.

--A nosotros no nos trae nadie –fue una de las respuestas.

Tenían razón. No había forma de llegar en auto, porque Juramento estaba cortada hasta Cabildo y porque conseguir estacionamiento en Belgrano un sábado a la tarde es un milagro tan grande como revertir la diferencia que Alberto Fernández le sacó a Macri en las PASO. A falta de los colectivos anaranjados que usan los movimentos sociales, esos que Patricia Bullrich promete reprimir si Macri reelige, se agradece la eficacia de los clásicos 59 y 68. En cuanto a la SUBE, los cruzados quizás no advirtieron que hoy es un signo de distinción. A 20 pesos el viaje presupone tener trabajo y no padecer hambre.

Macri no se anduvo con vueltas y dejó en claro la identificación que busca. “Gracias a ustedes, porque fue la clase media la que hizo el mayor esfuerzo”, lanzó en su discurso de veinte minutos que comenzó a las 18.05. Al revés de los trascendidos previos, el Presidente no hizo ningún anuncio sobre medidas de alivio. Ni para los sectores vulnerados ni para la clase media empobrecida. Tampoco para los dueños de pymes con el agua al cuello por la falta de créditos o las parejas que a los veintipico piensan a qué país mudarse. “Ahora viene el alivio en el bolsillo para llegar a fin de mes”, prometió el candidato Macri, homónimo del Presidente que aumentó la nafta un 4 por ciento a los 33 días de haberla congelado por tres meses.

En un balcón de la calle Echeverría, frente a las Barrancas, alguien había desplegado un cartel. “Los valores no se negocian”. Lástima que no había nadie en la ventana. Imposible saber si era una declaración de principios o de impotencia.

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