Hombre inquieto y mundano, Miguel Grinberg. Y de largo aliento, además. Sus ayeres concentran no solo a un catalizador de la impronta generacional de los '60 en sus más variados aspectos (poesía beat, pacifismo, ecología, espiritualidad, etcétera), sino también a un fogonero de la causa del rock argentino en todas sus eras, estilos y miradas. Un fogonero incansable de la cultura rock que llega hasta hoy, como aquel guerrero que jamás detiene su marcha del que hablaba Luis Alberto Spinetta. Desde los días de La Cueva, las bohemias de Pipo Lernoud, Javier Martínez y Moris, o las altas alturas del primer Miguel Abuelo, hasta el presente.

“Miguel fue un visionario y un poeta total”, recorta él entre todos aquellos porque la hora lo amerita. Porque está a punto de empezar una nueva edición del festival que debe su nombre -en plural- a una de las canciones de Abuelo: Mariposas de Madera. “La mariposa de Miguel simboliza un espíritu de libertad total, una invitación al vuelo sin ataduras. Una afirmación de la juventud que no le teme al autoritarismo. Para mí es como un himno, de ahí el nombre del festival”, dice Grinberg, con 81 años de vida en sus espaldas.

La cita es hoy a las 19 en el Teatro Gran Rex (Corrientes 857) y ya comprometieron presencia Litto Nebbia, Víctor Heredia, Ricardo Soulé, Ara Tokatlian, Hector Starc, Orions, Engranaje, Juanito Moro, Los Violadores, Piero, Gato Azul, Luciano Napolitano, Kubero Díaz, El Reloj, Nexus, Claudia Puyó, Willy Campins, Juan Rodriguez y Rinaldo Rafanelli, entre otros nombres que hicieron gran parte de la historia del rock en la argentina.

La lista indica dos cosas: que los hijos le bancan la parada a los padres que ya no están y que no solo de rock vive el ser humano. Grinberg ataca los dos flancos: “A los chicos los vemos como herederos de sus padres y también como los portadores de una antorcha rockera que forma parte de la cultura nacional. Por otra parte, que esté Víctor (Heredia) es una forma de dejar en claro que no queremos encasillarnos como sectarios. Sentimos su pasión y la de otros que encarnaron la resistencia cultural, y que siguen haciéndolo”, asienta el escritor pensando en esas flexibles franjas estéticas que van de El Reloj hasta Piero, o del mismo Heredia a Los Violadores.

El festival repite dada la repercusión de la primera edición, donde el mismo Grinberg distinguió a los fundadores del rock argentino a sala llena y con seis horas de música. Este año, el leit motiv será hacer lo propio con aquellos que protagonizaron la etapa posterior. La que va de 1975 hasta 1983, según el recorte historiográfico hecho por el mismo Grinberg, bajo el marco de “Resistencia a la represión”. 

"La intención inicial fue convocar a una celebración del ímpetu creativo de una generación de músicos. No nos interesaba el torbellino idólatra de los estadios sino la confluencia de almas, el encuentro fraternal, el sentimiento de todos los artistas y la gente. Mariposas, quiero decir, no es un producto. No es la repetición de un show completo, de algo terminado. Es una fiesta”, señala el poeta que escribió el esclarecedor Cómo vino la mano.

Al igual que en la edición anterior, los organizadores entregarán a los músicos la mariposa tallada en madera hecha por la artista plástica Marité García. Otro de los puntos altos del festival será la recreación de piezas de La Máquina de Hacer Pájaros, una banda clave de aquella era, con orquesta sinfónica, cuarteto de cámara y sets acústicos. “También habrá puestas simultáneas para que no haya baches entre número y número, más una pantalla con videos que irá contando la historia de esos años”, informa Grinberg. El escritor, por otra parte, se encuentra abocado a la publicación de Mufa y revolución, un compendio de manifiestos editoriales de Eco Contemporáneo, revista que dirigió durante la década del '60.

-“El rock ha muerto”, pregonan muchos en clave nietzscheana. Otros le contestan por la contraria. ¿Cómo te parás en esta dialéctica?

-Decir que el rock murió es como decir que murió el cine porque la televisión es más poderosa. Las artes de las cuales el rock es parte no mueren. Se agotan algunas escuelas, algunos estilos, algunos ritmos, pero la armonía es infinita.

-¿Te duele el país que estás viviendo?

-Sí, claro. Me duele la Argentina porque tiene todos los recursos físicos para ser una nación de primera línea y se queda siempre atascada en el penúltimo escalón de la escalera.