El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, señaló que “no hay tiempo que perder para renegociar la deuda con los acreedores”. Frente a la controversia de si la próxima reestructuración de la deuda debe o no incluir una quita de intereses o de capital, Lacunza consideró que una quita sería “oportunista en el corto plazo pero gravosa en el largo plazo”, mientras que “una negociación más amigable exigiría un mayor esfuerzo fiscal pero permitiría volver antes al mercado de crédito internacional y voluntario”. Aclaró que “el gobierno no está revisando las medidas de control al mercado de cambios” y atribuyó la responsabilidad por el considerable proceso de endeudamiento externo durante la gestión Cambiemos a oposición, las provincias y la Justicia. “El nivel de deuda es fruto de una decisión colectiva dentro del proceso democrático”, dijo. 

A contramano de toda la historia económica nacional, Lacunza no hace gran distinción entre la deuda externa en manos del sector privado y la deuda en poder del propio Estado nacional. Lacunza junto a su equipo viaja a Washington para reunirse el viernes con las autoridades del FMI. No se esperan novedades del desembolso.

Ante la centralidad que ganó en el debate electoral la deuda pública tomada por el actual gobierno, Lacunza salió a desligar a Macri de responsabilidad y en cambio se la atribuyó al resto de los actores políticos. “Para que baje la deuda pública tiene que bajar el déficit fiscal. Ese dilema, que es elegir entre reducir el déficit o reducir la deuda, no lo resuelve el Poder Ejecutivo de turno sino que está dado por la interacción de las fuerzas en el Parlamento, porque la ley de Presupuesto establece determinado nivel de gastos e ingresos y muchas veces en el proceso negociador terminan surgiendo más gastos y menos impuestos. También intervienen las Provincias y los fallos judiciales que modifican el reparto de fondos. Es decir, el nivel de deuda termina siendo el fruto de una decisión colectiva, democrática”, consideró el ministro Lacunza.

El funcionario interviene en medio de la polémica por la deuda externa generada en el debate electoral. “Dos de cada tres dólares de la deuda que tomamos fueron para pagar deuda anterior. Nos hemos endeudado menos que el gobierno anterior en relación con el PBI”, dijo Mauricio Macri. “Por ahí no se enteró pero de los 50 mil millones, se llevaron 30 mil afuera, y se los llevaron sus amigos", le respondió Alberto Fernández.

Lacunza subrayó que “cuando hay déficit fiscal, se puede financiar con más emisión monetaria, que si no está correspondida por la demanda de dinero conlleva a mayor inflación. El segundo método de financiación de ese déficit es subir la deuda y el tercero es el uso de las reservas internacionales”. Para evitar la emisión monetaria que llevaría a inflación, el Gobierno apeló a la deuda, a pesar de que el año pasado la suba de precios fue del 47 por ciento y este año terminaría en el 55 por ciento.

El ministro señaló que “entre 2007 y 2011 aumentó razonablemente la deuda y se mantuvieron las reservas internacionales porque hubo superávit fiscal primario. Entre 2012 y 2015 hubo un déficit fiscal acumulado de 60 mil millones de dólares, aumentó la deuda en un 22 por ciento, con lo cual no hubo desendeudamiento, y las reservas bajaron”. Agregó que “el período actual tiene un déficit fiscal acumulado semejante al período anterior y la deuda aumentó un 30 por ciento”. Lo que no detalla es que en 2016, 2017 y 2018 se produjo un fuerte crecimiento de la deuda con acreedores privados y en 2018 y 2019, con el FMI, mientras que se redujo la deuda pública intra-sector público, que no trae aparejadas las históricas crisis que terminan en pauperización de las condiciones sociales. Lacunza aclaró que ya ingresaron 45 mil millones de dólares del préstamo con el FMI y que “la deuda neta cayó 10 mil millones de dólares desde ese momento, por lo cual no hay correlación entre la salida de capitales y el préstamo del FMI”.

El ministro no relacionó el endeudamiento del gobierno a la necesidad de divisas para cubrir la corrida cambiaria dada por la liberación de los controles a los flujos de capitales en un contexto de volatilidad cambiaria y pésima gestión pública sino que lo relacionó directamente al déficit fiscal. Lacunza incluso arriesgó un ejercicio contrafáctico diciendo que “si el actual gobierno hubiera recibido una situación de equilibrio fiscal, tendríamos una deuda de 32 puntos del PBI, en lugar del 68 por ciento según la medición oficial”.