Dos años y medio después de su última final y diez meses después de un retiro trunco, el escocés Andy Murray tuvo el premio a su perseverancia. Con el puño apretado, el gesto serio y la discreción que lo caracteriza,  el ex número uno del mundo celebró su clasificación para la final del torneo de tenis de Amberes, la 68ª de su carrera y la primera en los últimos 31 meses, tras vencer por 3-6, 7-5, 6-2 al francés Ugo Humbert, verdugo de Guido Pella en los cuartos de final.

Está claro que Murray está dispuesto a sacrificarse para volver a competir al máximo nivel en el circuito tras las operaciones de cadera que lo dejaron al borde del retiro. Y también es una realidad que la última intervención fue muy exitosa, por lo que el doble campeón olímpico puede soñar con un regreso con gloria. 

Ante Humbert, en un encuentro muy cerrado, fue capaz de mostrar destellos de sus mejores virtudes. Pero a ello le agregó un notable espíritu de lucha para remontar un partido que tenía un desarrollo muy adverso y que le demandó dos horas y veintitrés minutos de juego. Ya había necesitado más de dos horas y media para eliminar al rumano Marius Copil el viernes por los cuartos de final. Una prueba de que su regreso está por buen camino.

Su gran semana se verá reflejada en el ranking. Por llegar a la definición, Murray mejorará casi 90 posiciones y saltará desde el puesto 243 al 155. En caso de ganar se meterá entre los mejores 130 jugadores del mundo.

El escocés, cuya última final fue Dubai 2017, se enfrentará mañana al suizo Stanislas Wawrinka, decimoctavo del circuito, que superó al italiano Jannik Sinner por 6-3, 6-2 en 65 minutos. El historial favorece por 11-8 a Murray, que se impuso en la única final que disputaron, hace once temporadas, en Doha.