El dólar sigue imparable. Los bancos lo venden en torno de los 63 pesos para los ahorristas minoristas y los inversores en la bolsa porteña aceptan pagarlo hasta 76 pesos. La prioridad de las empresas es cubrirse transformando sus pesos en moneda extranjera para retirarse del mercado interno. Ante las fuertes presiones de la mañana, el Banco Central no sólo intervino con ventas de billetes sino que apuntó sus cañones contra el mercado de futuro. Los contratos de tipo de cambio futuro entre octubre y marzo bajaron hasta el 7 por ciento.

El dólar paralelo –usado por las empresas con ventas no declaradas para dolarizarse- muestra otro salto hasta casi 70 pesos. La lectura predominante en el mercado es que el Banco Central tiene cada vez menos capacidad de fuego para controlar las subas del dólar minorista y que en los próximos días aparecerán nuevas regulaciones en el mercado cambiario. La fuga registrada en septiembre fue muy elevada y en la segunda mitad de octubre volvió a acelerarse. El riesgo de nuevas rondas de inflación y devaluación acelera la dolarización.

Esta tarde se conocerán los datos de reservas internacionales. Las caídas en lo que va de la semana se ubican en torno de los 1000 millones de dólares y suman otro frente de presión para la entidad a cargo de Guido Sandleris. Desde mediados de agosto –tras las elecciones- la entidad no pudo encontrar un plan B para controlar la crisis financiera. Perdió divisas por tres frentes: la salida de depósitos en moneda extranjera de los bancos, la intervención para frenar nuevos saltos del dólar comercial y el pago de deuda.

En el mercado dan casi por descontado que a partir de la próxima semana cambiarán el esquema de control de la fuga de divisas. Las posibilidades avanzan en dos direcciones. La más sencilla sería reducir el cupo para compra de dólares de los particulares y mantener las compras para importadores. El mes pasado los ahorristas que compraron hasta 10 mil dólares se llevaron más de 2500 millones de dólares en total. Cerca del 50 por ciento de ese monto fue cubierto con reservas internacionales. No parece haber espacio para seguir aplicando la misma estrategia hasta finales del año y evitar una explosión cambiaria.

La otra posibilidad que barajan los consultores es la implementación del desdoblamiento del tipo de cambio. Esta es la estrategia que se usaba hasta los 90 para controlar los problemas de tipo estructural de la Argentina por su escasez de divisas. El mecanismo no resulta complejo de explicar. El Banco Central únicamente se concentra en el precio del dólar para importadores y exportadores. El objetivo es contener el proceso inflacionario.

Por otro lado no ofrecerá cupo para dólares ahorro o turismo. Los inversores, empresas y particulares que no se quieran pesos deberán comprar divisas en un mercado libre. Los precios los fija la oferta y la demanda. El tipo de cambio financiero puede cotizar a 60 o 80 o 100 pesos sin que el Central participe para controlarlo. Este esquema esconde distintos problemas. El principal son las distintas maniobras de especulación de los importadores y exportadores para acceder a dólares baratos y revenderlos en el libre.