La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, dio el primer paso para reactivar las negociaciones con Argentina. “Felicitaciones al presidente electo Alberto Fernández. Esperamos entablar una conversación con su administración para abordar los desafíos económicos del país y promover un crecimiento inclusivo y sostenible que beneficie a todos los argentinos”, escribió en su cuenta de Twitter la flamante titular del FMI. El vínculo entre el gobierno argentino y su principal acreedor quedó en stand-by tras las elecciones primarias a la espera del recambio presidencial. Los plazos para el repago del programa de financiamiento por más de 56.000 millones de dólares, las restricciones cambiarias y el reperfilamiento establecidos por el gobierno saliente, la reestructuración de la deuda con los acreedores privados, la magnitud y ritmo del ajuste fiscal, el destino de los recursos, las reformas previstas en el acuerdo y el desembolso de 5400 millones de dólares congelado desde mediados del año pasado son algunos de los temas pendientes en la agenda bilateral. "Muchas gracias @KGeorgieva por su saludo. Los argentinos también esperamos salir lo antes posible de esta crisis para volver a crecer y que eso nos permita cumplir con nuestros compromisos, además de tener una economía sólida que nos beneficie a todos", le respondió Fernández también por Twitter. 

El breve mensaje de la reemplazante de Christine Lagarde llegó mientras Fernández visitaba a Mauricio Macri en la Casa Rosada. La invitación a retomar el diálogo coincidió con la publicación de las Perspectivas Económicas Regionales del Fondo. El informe elaborado por el Departamento para el Hemisferio Occidental reitera sus proyecciones para la Argentina en 2019: contracción económica del 3,1 por ciento, aceleración de la inflación hasta el 57,3 por ciento y una deuda que se disparó al 93,3 por ciento del producto. Apenas un año y medio después de acordar el programa de financiamiento más grande de la historia del organismo e implementar un programa de austeridad y reformas, Argentina registrará la séptima recesión más profunda del mundo y la tercera inflación más elevada.

A lo largo de la campaña presidencial el futuro mandatario y sus colaboradores se reunieron en dos oportunidades con los emisarios del organismo a cargo del caso argentino. Al finalizar ambos encuentros, Fernández señaló al gobierno de Mauricio Macri y el FMI como “responsables de esta catástrofe social". El Palacio de Hacienda, por su parte, anunció a finales de agosto que era necesario renegociar el acuerdo con el prestamista. Y, en un escenario de crecientes tensiones internas vinculadas al caso argentino, el Fondo decidió postergar el desembolso por 5400 millones de dólares previsto para mediados de septiembre hasta poder entablar una negociación con un nuevo gobierno. 

A la escena donde convivirán la conducción del FMI, el staff del organismo, los directivos de la entidad, los funcionarios cambiemitas y los interlocutores de Fernández se suma el gobierno de Estados Unidos. La Casa Blanca tuvo un papel determinante para acelerar y garantizar a la gestión Macri el acceso al programa de financiamiento más grande de la historia del Fondo y asegurar la flexibilidad en el organismo en lo referido al uso de los recursos.

“En Argentina, un nuevo episodio de turbulencia financiera tras las elecciones primarias en agosto amenaza con socavar la recuperación. Se prevé que la fuerte depreciación del peso (más de 20 por ciento en la semana después de las elecciones primarias) ponga fin al descenso gradual de la inflación observado hasta julio”, lamenta el organismo, para quien el deterioro económico es consecuencia de la incertidumbre electoral antes que el resultado del programa económico implementado a lo largo de los últimos cuatro años.

El reporte exhibe un cuidado quirúrgico en sus referencias a la Argentina que no muestra con el resto de los países de América Latina. El reclamo del organismo a los países latinoamericanos es monocorde: ajuste fiscal, privatizaciones, flexibilización laboral y apertura comercial. No importa si los países atraviesan crisis políticas, sociales o económicas, para el FMI la única receta viable son las reformas estructurales. “Para elevar el crecimiento potencial, Brasil tiene que seguir llevando a cabo reformas estructurales decisivas, que comprenden una reforma tributaria, privatizaciones, la liberalización del comercio y medidas para hacer más eficiente la intermediación financiera”, expresa el organismo al celebrar los avances en la reforma del sistema previsional en el país vecino.

Con algunos matices, el mismo decálogo se repite para países como Chile y Ecuador, donde el rechazo a los resultados/consecuencias de esas políticas se expresó en multitudinarias manifestaciones populares. “Las reformas tributaria, de las pensiones, la salud y el mercado de trabajo siguen siendo las prioridades de la agenda de políticas económicas”, indica el FMI al referirse al caso chileno. A las autoridades ecuatorianas el organismo le recuerda que “tiene previsto poner en marcha un amplio programa de reformas estructurales, incluyendo reformas en los ámbitos fiscal, del mercado de trabajo, de las leyes del banco central y de las finanzas públicas, de las asociaciones público-privadas, de las empresas públicas, de las leyes del mercado de capitales y de nuevas leyes anticorrupción”. Sin embargo, el Fondo lamenta que “las medidas recientes anunciadas por el gobierno y las protestas asociadas presentan riesgos a la baja para el crecimiento, y al alza para la inflación”.