“Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”, escribió Franz Kafka en una carta dirigida a su amigo checo, Oskar Pollak. ¿Cuántas “hachas” podrán encontrar los coleccionistas, bibliófilos, investigadores y lectores curiosos? La 13° Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires, que empieza este miércoles y se extenderá hasta el próximo domingo con entrada libre y gratuita, reunirá 16 expositores en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151). Durante los cinco días de esta feria, organizada por la Asociación de Libreros Anticuarios de Argentina (ALADA), se ofrecerá una diversidad de obras en papel, que abarca desde el siglo XV hasta míticas primeras ediciones del siglo XX como Rayuela, de Julio Cortázar; Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges; y Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes.

La rareza o escasez, la exquisitez de su concepción, la ilustración original de un artista o la dedicatoria manuscrita de su autor son las características que diferencian al libro antiguo del usado. A pesar de la crisis, los libreros anticuarios están sosteniendo la feria contra viento y marea. En esta edición participarán Alberto Casares, Anticuaria Poema 20, Aquilanti & Fernández Blanco, Galería Mar Dulce, Helena de Buenos Aires, Hilario, La Librería de Ávila, Librería El Escondite, Libros La Teatral, Los Siete Pilares, Rayo Rojo, The Antique Bookshop, The Book Cellar & Henschel, Víctor Aizenman, Antiqvaria Durán y Obras en Papel. Los expositores desplegarán una diversidad de materiales que incluyen libros, grabados, mapas, fotografías y afiches antiguos.

La librería Helena de Buenos Aires presentará, entre otras "novedades", una colección de albúminas originales de Samuel Boote que inmortalizan vistas de edificios porteños construidos entre 1874 y 1892. El stand de Elena Padin mostrará todo el encanto de los libros en miniatura y los libros infantiles, condensado en las pequeñas publicaciones de Saturnino Calleja, gran innovador de la gráfica del siglo XIX. Alberto Casares Librería Anticuaria ofrecerá un ejemplar numerado sobre una tirada de 300 copias de Luna de enfrente, de Borges, de 1925. Y tendrá también disponible una edición de Don Segundo Sombra, de Güiraldes, de una tirada de 60 ejemplares. La Antiqvaria Durán exhibirá un plano catastral de la Ciudad de Buenos Aires, confeccionado por Ernest Nolte en la Sociedad Anónima Talleres de la Casa Amarilla. Aquilanti & Fernández Blanco expondrá una traducción de Hacia allá y para acá (una estada entre los indios mocovíes) de Florian Paucke, del siglo XVIII. Hilario exhibirá un ejemplar de Estrella de la mañana, de Jacobo Fijman, de 1931. La Librería de Ávila llevará la obra más completa sobre arte textil aborigen. Se trata de Tejidos y ponchos indígenas de Sudamérica, de Alfredo Taullard.

¿El libro antiguo es como una “isla” que no ha sentido la caída de las ventas en los últimos cuatro años? “Hay algo de isla, es cierto”, dice Lucio Aquilanti, librero y presidente de ALADA, a Página 12. “Hay un mercado distinto, no necesariamente porque sea de mayor poder adquisitivo porque el libro antiguo tiene muy disímiles valores, desde algunos cientos de pesos hasta miles y miles de dólares, con lo cual es muy distinto el tipo de público”, advierte Aquilanti. “Lo que sí puedo asegurar, con todos estos años de crisis, es que los libros más económicos no pudieron actualizar sus precios al ritmo de la inflación. Un libro que el año pasado estaba 1000 pesos, hoy no está 1400 o 1500. Uno tiene que vender más libros para tener la misma ganancia. Pero también es cierto que hay libros que cotizan en dólares porque tienen valor en el exterior, como podría ser una primera edición de Borges o libros muy antiguos. Esos libros al valor del dólar han ido acompañando mucho más la inflación”, compara el librero.

“Hemos sufrido la crisis, la estamos sufriendo aún, pero creo que no hay ninguna librería de antiguo que haya tenido que cerrar sus puertas. Estamos resistiendo porque los costos son cada vez más altos, los alquileres son muy altos, las expensas son altas, las tarifas son altas, y el precio del libro no acompaña –explica Aquilanti-. Aún subsistimos y la feria se sigue haciendo, lo cual habla de una fortaleza de nuestro gremio y de un amor por el libro que va más allá de la crisis. Uno como librero pone lo mejor para que se pueda acceder a los libros y vivamos de este oficio que tanto amamos”.

* La Feria está de miércoles a viernes de 14 a 20. Sábado, de 17 a 23. Domingo, de 15 a 20.