La disciplina del desarrollo económico se ha beneficiado en las dos últimas décadas de numerosas contribuciones. En 2015, Angus Deaton obtuvo el Premio Nobel y en 2019 una terna compuesta por Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer. Muchos elogios y algunas críticas han surgido estos últimos días. Centrar la crítica hacia los tres, pero mas específicamente hacia la única mujer, Esther Duflo, alrededor de la temática del género parece, como mínimo, altamente discutible. De manera muy general, dentro de esa terna, Duflo no es la única que investiga cuestiones de género y su contribución excede dicha cuestión (por empezar con su trabajo magistral sobre la construcción de escuelas en Indonesia, su tesis de doctorado). Por otro lado, el rigor metodológico (el cual acepta críticas, como la muy acertada critica de Deaton del 2009) que ayuda a evaluar los programas sociales que llevan a cabo gobiernos y organizaciones no gubernamentales (ONG) para disminuir la pobreza y tomar decisiones de política basadas en evidencia empírica excede la mención al "individuo". 

Han ganado el Nobel gracias a la revolución metodológica que han generalizado. Dado que muchos economistas reconocen la existencia de características que no son posibles de medir (porque no son cuantificables o no se pueden observar), y dado que las relaciones sociales se ven atravesadas por elementos heterogéneos (determinantes culturales, la propia idiosincrasia, parámetros psicológicos) que sobrepasan cualquier análisis de gran escala, por todo eso, el método se justifica. Y porque han superado el debate metodológico de lucha (estéril) entre lo que se puede medir y lo que no se puede medir, han obtenido el premio. Muy conscientes de la importancia de algunos cuestionamientos, están (hace un tiempo) integrando el "machine learning" a la metodología y cuando es posible recurren, como herramienta complementaria, a lo cualitativo y/o a lo multidisciplinario. Los experimentos han sido replicados en su mayoría en diferentes contextos y hoy el “machine learning” también ayuda en ese sentido. 

La visión individualista considera al individuo como representante de la sociedad, como un átomo que no padece de los efectos de contexto y que no puede a la vez generar nada nuevo. Justamente porque los efectos de contexto son extremadamente fuertes, tan condicionantes para los individuos en general y para los más pobres en particular, Duflo propone (esperando la gran noche) promover acciones muy concretas con el fin de lograr un cambio. Y, de hecho, el objetivo de largo plazo seria, como hizo J.M. Keynes con la “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936, escribir la “Teoría General de la pobreza”. En este sentido reconoce, por ejemplo, que los programas de transferencias condicionadas, si bien son correcciones necesarias frente a la desigualdad, son correcciones ex post y por ende revela la necesidad de entender, con relativamente grandes muestras poblacionales, las causas (i.e. ex ante) multidimensionales de la pobreza que van más allá de las restricciones monetarias. Y estas causas no tienen que ver con el individuo, y pueden justamente ser colectivas. Con esto se busca reconocer la necesidad y la importancia de la prevención, gracias a los resultados de estas investigaciones. Los experimentos de Duflo confirman que los beneficiarios de los programas sociales no son individuos atomizados de calculo racional, sino actores sociales limitados por las opciones que se les ofrecen, pero que están inmersos en una cultura especifica, en un contexto histórico y social bien definido y son receptivos a la información. Lejos de tener una lógica individualista, el método ayuda también a entender, con humildad, por qué los programas pueden no tener los efectos esperados. 

El método que Duflo practica es fundamentalmente empírico y a la vez permite testear postulados de la teoría económica mediante hipótesis e interpretar los mecanismos causales. Por definición, la evaluación de impacto supone la coexistencia de un grupo que se beneficia de un programa y de otro grupo que no, y esto no surge de la contribución de Duflo. Existen más de ocho metodologías de evaluación de impacto y Duflo sólo trabaja con una de ellas. El grupo de control es parte constitutiva de las evaluaciones de impacto. La existencia del mismo se justifica por varios motivos: los recursos de las ONG o de los gobiernos locales no son ilimitados, las pruebas de lo que puede funcionar son escasas y la cantidad de los potenciales beneficiarios es superior a la que se puede integrar en caso de presupuestos bien definidos. 

Con respecto al crecimiento económico, pocos economistas serios piensan hoy en la teoría del derrame. Se ha demostrado (y esto es algo que sobrepasa a Duflo) con datos de diversos países a lo largo del tiempo, que, en periodos de fuerte crecimiento económico, la pobreza absoluta disminuye (es cierto sin embargo que en los años noventa en la Argentina, hubo crecimiento económico al inicio gracias al choc tecnológico y al fenómeno de “reversión hacia la media” pero luego un aumento de la pobreza). Para disminuir la pobreza (en ausencia de chocs redistributivos de gran envergadura), hacen faltan muchos elementos, pero necesariamente tiene que haber crecimiento. El quid de la cuestión es, sin embargo, un poco más complejo. En períodos de fuerte crecimiento económico, se observa en promedio una disminución de la pobreza. (Sin embargo, lo que ocurre con la pobreza relativa es indeterminado). En cambio, en periodos de fuerte contracción del PIB, el aumento de la pobreza es más que proporcional que en el caso anterior. Aquí reside el problema. 

Por ultimo, Duflo defiende fuertemente la idea de brindar más espacio de poder a las mujeres. No lo hace únicamente por una cuestión de equidad sino con un argumento adicional: se ha demostrado empíricamente que, en contraposición a los hombres, las mujeres en posición de poder tienden en promedio a proveer más bienes públicos, lo que significa una acción enriquecedora para la sociedad en su conjunto. También, con respecto a la educación, Duflo describe varios escenarios que surgen de una curva ilusoria con forma de “S” que recuerda a la de las dinámicas de trampas de pobreza (por ejemplo, partiendo desde un mismo punto inicial, puede haber divergencia). Hay familias que eligen que las niñas se escolaricen porque perciben que los niños serían más productivos dentro de tareas relacionadas con el trabajo infantil, o el contrario. Duflo no antepone uno ante el otro. ¿Por qué existen diferentes creencias, esta curva en “S” ilusoria? En realidad, no existe, pero existe porque creemos en ella y la creamos con nuestras acciones y decisiones (es como una profecía auto-cumplida). Duflo está convencida que mucho queda por aprender acerca de todas esas cuestiones que el sociólogo francés Pierre Bourdieu dejó en el tintero y que mucho tienen que ver con el género: el rol que puede jugar la autocensura, las preferencias, el grado de motivación, la autoestima, etc. 

El tiempo que Duflo ha invertido en el terreno demuestra que sus experimentos se han gestado y analizado gracias a un conocimiento solido del contexto. La importancia dada a describir la población y su contexto enriquece el método en su apertura a otras ciencias sociales. Esto es otro de los grandes logros de la disciplina del desarrollo económico.

* Profesora de Economía Universidad Sorbonne Paris III. Asociada al Instituto de Altos Estudios Sociales de América Latina