El cepo cambiario llegó para quedarse. Anunciado durante la gestión económica del presidente, Mauricio Macri, debería seguir con el próximo gobierno de Alberto Fernández. Así se desprende de opiniones de consultores, investigadores y ex funcionarios de distintas vertientes ideológicas consultados por PáginaI12. Consideran que la flexibilización de los controles cambiarios podría darse recién en el mediano plazo, a partir del 2021, superada la recesión, la renegociación de la deuda y la actual inestabilidad en el tipo de cambio. Repetir la eliminación abrupta del cepo, como ocurrió en 2015, significaría un “delirio”, calificaron los economistas y adelantaron las implicancias que traerían otro tipo de medidas, como un desdoblamiento cambiario.

Gabriel Rubinstein, ex representante de Economía en el Banco Central durante la gestión de Roberto Lavagna, consideró que el cepo tiene que seguir con el cambio de gobierno. “El Central no tiene reservas, hay una negociación de deuda por delante, el riesgo país está en alza y si sube el dólar se traslada a la inflación", opinó. Además, se mostró de acuerdo con que continúe el cupo de 200 dólares mensuales para ahorro minorista. “No es el momento de ser light con el atesoramiento”, agregó. Sin embargo, dijo que las actuales restricciones deberían tener algunas modificaciones para la operatoria de las empresas, como la facilitación del pago de dividendos o deudas.

Federico Furiase, director de la consultora Eco Go, coincidió con la mirada de Rubinstein. Criticó al cepo al considerar que la brecha creciente entre los distintos tipos de cambio puede generar expectativas de inflación. Pero dijo que en la actualidad no debería eliminarse. “El aflojamiento de las restricciones sólo puede venir cuando haya un plan de estabilización de precios y salarios, consistencia fiscal y negociación de la deuda”, opinó. Como estos frentes involucran variables y restricciones de todo tipo, espera que recién en 2021 pueda aplicarse una flexibilización del cepo.

Por su parte, el investigador Nicolás Zeolla, de Idaes-Unsam, consideró que flexibilizar el cepo no debería estar en agenda ni en el corto ni en el mediano plazo. “Hay que cuidar las reservas porque el año que viene hay necesidades financieras mayores que en la transición. Y si la economía vuelve a crecer, va a aumentar la demanda de dólares para las importaciones”, explicó.

Más allá de que puedan superarse estos frentes, consideró que “la agenda no tiene que pasar por plantear en qué momento se puede volver al libre mercado de cambios”. En este sentido, dijo que los controles cambiarios no resuelven todo, por lo que deberían complementarse con otras medidas que busquen desdolarizar la economía. “La agenda tiene que venir por cómo se genera un instrumento de ahorro rentable que no implique pasar por el dólar billete. Ningún país del mundo soporta los niveles de dolarización del excedente que tiene la economía local”, explicó. Además, dijo que la flexibilización del cepo puede tener costos altos, como fue el cupo de compra de 10 mil dólares mensuales. “Una demanda de ese nivel nos dejaba sin reservas”, concluyó.

Pese a que hay consenso entre los distintos economistas sobre la importancia de la continuidad del cepo, hay algunas miradas que proponen salir de las restricciones con el desdoblamiento cambiario. Esto es, tener un tipo de cambio financiero libre y otro comercial, intervenido por el Banco Central. Carlos Rodríguez, ex viceministro de Economía durante la década del noventa, es uno de los mayores promotores de esta alternativa. “El cepo exagerado es ineficiente, porque previene la salida de dólares, pero también la entrada. Lo mejor es unificar, pero hay temor sobre los precios si sube el tipo de cambio. Hay que desdoblar el mercado hasta que se arregle la situación fiscal y de deuda”, aseguró a este diario. 

El desdoblamiento no es una solución que sólo propongan sectores liberales. Estanislao Malic, miembro del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, consideró que el desdoblamiento cambiario podría ser una decisión de política económica. “Eliminar todos los controles como en 2015 es un delirio, un suicidio político, te puede llevar a una hiperinflación. En cambio un desdoblamiento sería más transparente para que el Gobierno pueda evitar el dólar paralelo”, opinó. Sin embargo, también resaltó las desventajas que tendría una medida de este tipo: “Si se dispara demasiado el dólar financiero, podría traccionar el dólar comercial. Y en cuanto al comercio exterior, podría generar estímulos para sobre declarar importaciones y subdeclarar exportaciones”.