Lee Ranaldo es figura conocida para el público argentino. El guitarrista y miembro fundador de la icónica banda neoyorquina de noise rock Sonic Youth llegó por primera vez a Buenos Aires en 1998 junto a su esposa, la artista visual Leah Singer, para tocar en Cemento junto al baterista William Hooker. Poco después regresó con Sonic Youth y en los últimos años pisó Buenos Aires varias veces para presentar sus trabajos posteriores a 2011, cuando se disolvió el grupo del que formó parte con Thurston Moore, Kim Gordon y Steve Shelley, tras el divorcio de los dos primeros.

Ranaldo, que además de músico es artista visual, se encuentra ahora en La Feliz, donde es uno de los principales invitados de la 34° Edición del Festival de Cine de Mar del Plata y forma parte del jurado oficial de la Competencia Internacional. Durante el festival también se proyectará Sonic Youth – NYC and Beyond, de Aaron Mullan, un collage de imágenes archivo inéditas de la banda y un auténtico festín para sus fanáticos.

Además, el jueves por la noche, Ranaldo presentará junto a Singer en el Teatro Teatriz de la ciudad marplatense Contre Jour, que definió como una combinación de proyecciones cinematográficas y sonidos de su guitarra eléctrica. Poco antes de lanzar hoy mundialmente el primer tema de difusión de su nuevo álbum Names of North End Women, Ranaldo habló con Página/12 en Mar del Plata.

-En Sonic Youth – NYC and Beyond se ve a Thurston Moore apaleando la guitarra contra el suelo durante un recital en Minneapolis en 1982. La idea era que la música podía golpearse, romperse. Era revolucionario. ¿Dónde encontrás lo revolucionario en la música actual?

-En muchas partes. En lo que la gente sigue llamando rock indie, por ejemplo. Pero creo que, en gran parte, la mayor revolución se está produciendo en la música pop. Grandes nombres del R&B y el hip hop como Kanye West están haciendo cosas bastante revolucionarias en términos de producción musical. Creo que esa es la música que está corriendo los límites hacia nuevos territorios. Gran parte de la música de hoy se hace con computadoras, ni siquiera hay muchos instrumentos en vivo. Es un nuevo tipo de música.

-Alguna vez dijiste que ya había demasiadas bandas de rock. ¿Pero qué es el rock hoy en día?

-Puedo decir lo que no es para mí: nostalgia. Muchas veces escucho cosas que se parecen tanto a algo del pasado… La verdad es que para eso prefiero escuchar al original. En mis discos, especialmente desde que estoy colaborando con (el productor y músico español) Raúl Refree, tratamos conscientemente no repetir nada del pasado sino de ir cambiando las estructuras, la instrumentación, buscar nuevas vías para, por ejemplo, combinar rock con música moderna contemporánea o electrónica.

-La idea es no repetir fórmulas…

-Muchas bandas siguen explotando un territorio que a esta altura ya es viejo. Entonces todo termina siendo muy nostálgico. El rock ya lleva un tiempo suficientemente largo acá como para haberse convertido en una tradición. Mucha gente quiere acoplarse a esa tradición y sonar como los Beatles, Creedence Clearwater Revival, los Rolling Stones, Chuck Berry o Buddy Holly, que son los grandes pilares del rock. Pero lo interesante es ver quién puede llevar eso a otro lugar, combinarlo con algo más actual. Hoy en día hay, por ejemplo, músicos combinando ideas de Karlheinz Stockhausen, John Cage, Steve Reich o Terry Riley con rock.

-También están los músicos que no se mueven del mismo lugar desde hace 40 años…

-Sí. En algunos casos porque es lo único que pueden hacer y en otros porque están contentos con ese pequeño nidito que supieron construir. En mis últimos discos mi idea fue: "Ok, estuve 30 años en una banda compuesta por dos guitarras, bajo y batería. Ahora cambiemos el escenario". Mis primeros discos solistas siguieron un poco la forma anterior; en los últimos tres o cuatro años la idea fue cambiar, variar la instrumentación, darle otro marco.

-En una de las entrevistas que reúne Sonic Youth – NYC and Beyond se ve a Kim Gordon quejarse a principios de los '80 de lo difícil que era editar un disco. ¿Creés que las plataformas de streaming representaron una solución a ese problema?

-La verdad es que al principio me resistía un poco, pero ahora soy uno de sus defensores. Las uso todo el tiempo. Antes ibas a una disquería a comprar un disco. La música era algo que podías poseer: llegabas a tu casa con un álbum en la mano. Ahora ya no tenés que hacer eso. Es cierto que hay algo especial de esa relación íntima con la música que se perdió, como poder ver la tapa del álbum, los títulos, leer las letras. Ahora escuchamos canciones y muchas veces no tenemos siquiera una imagen asociada a ellas. Nos hacemos preguntas como: “¿Quién está en la banda? ¿Quién la produjo? ¿Con que estudio trabajan?”.

-¿Y qué impacto tuvo eso?

-No diría que vuelve la música más descartable, pero sí más intercambiable. Escuchamos playlists creadas por alguien. En cierto sentido, es como la radio. Ojo, también tiene su lado bueno: si justo estás leyendo sobre alguien, podés ir a escucharlo. Mejora el acceso, aunque a veces trivializa un poco el producto, porque hay tanto y es tan fácil acceder… Antes tenías que trabajar muy duro para encontrar música sobre la que habías escuchado hablar.

-Sonic Youth surgió en tiempos de Ronald Reagan. Ahora está en el poder Donald Trump. ¿Cómo creés que influye eso en tu música?

-Reagan era claramente algo a lo que oponerse y activó a mucha gente. Después, por un momento, ese activismo y radicalismo que también había marcado los '60 y '70 se desvaneció, pero ahora resurgió con este gobierno conservador. Pero no sólo en nuestro país: también están los casos de Jair Bolsonaro en Brasil o lo que pasa en Hong Kong, Chile, Barcelona… No se limita a Trump. La gente se está dando cuenta de que tiene que hacer algo para preservar la vida en el planeta. Y ese clima político negativo vuelca a la gente hacia el activismo.

-¿También la vuelve más creativa?

-Hay gente a la que este tipo de turbulencia política le sirve como combustible para su arte. Y hay gente que no está predestinada a hacer ese tipo de arte o música. A veces las declaraciones más efectivas no son las más evidentes: la música evidentemente política queda atrapada en aquello de lo que está hablando. Y cuando eso se desvanece, esa música también se desvanece. Por eso Bob Dylan es tan universal, porque escribió canciones políticas que no se aplicaban a cosas específicas.

-Hubo un momento en que Sonic Youth dejó de ser under para ser una banda muy conocida. Todos ustedes son considerados artistas muy influyentes, pero no masivos. ¿Te sentís cómodo con esa etiqueta?

-Nunca fuimos una banda que apelara a lo masivo. Además, éramos demasiado inusuales, raros y estrafalarios. Incluso cuando hicimos la transición a un sello más grande, y empezamos a vender más discos y asociarnos con Nirvana y esas cosas, estábamos haciendo discos para la comunidad indie, que es de donde partimos y hacia donde volvimos más hacia el final. Ese fue siempre el lugar que nos interesó: la escena independiente. Nuestro crecimiento gradual en los primeros diez años fue la única forma en la que una banda como la nuestra pudo haber sobrevivido. A cada disco le iba un poquito mejor, éramos un poquito más populares… Una banda que tiene una canción tremendamente popular en su primer o segundo álbum después ya no tiene a dónde ir, salvo que seas Nirvana y tengas como compositor a Kurt Cobain. Que nunca fuéramos tan grandes nos dio la libertad para hacer lo que queríamos hacer.

 

Películas

Jarmusch, Scorsese y Mekas

 

A la hora de citar referencias cinematográficas, Lee Ranaldo menciona cineastas estadounidenses experimentales como Ken Jacobs, que fue su profesor y hoy en día es su amigo, o Jonas Mekas, quien falleció este año. “Siempre fui cercano a gente de ese círculo, como Stan Brakhage”, afirmó. Completan la lista Jack Smith, Andy Warhol y Maya Deren, “gente que trabajaba con el cine sobre una base más poética que narrativa”, explicó.

Los cruces con el cine son variados: Sonic Youth compuso, por ejemplo, la música de Demonlover, del cineasta francés Olivier Assayas, y Ranaldo incluso asesoró a Martin Scorsese para la serie de HBO Vinyl. Uno de sus últimos discos es una colaboración con el cineasta estadounidense Jim Jarmusch. “Lo conozco de la escena neoyorquina de principios de los '80, cuando la gente salía de la universidad para dirigir, escribir, hacer teatro o pintar. Fue una época de grandes polinizaciones cruzadas”, señaló.

Por otra parte, en la segunda película de Jarmusch, el corto Stranger Than Paradise, actuó el que fuera el baterista de Sonic Youth, Richard Edson, quien luego dejó la banda para convertirse en actor. “Así que con Jim tenemos esta extraña y larga relación desde hace tiempo”, recordó Ranaldo. “Jarmusch siempre tocó música. Hace un año nos metimos en un estudio e hicimos un disco. Y creo que pronto haremos nuestro primer show juntos”, completó.