A pesar de los reclamos de los abogados de las causas y de las propias víctimas, algunos altos dignatarios de la Iglesia Católica siguen dándole la espalda a una verdad contundente y corroborada por la justicia, como las condenas a los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho en Mendoza. Por medio de tibios comunicados, en los que se pidió perdón a las víctimas por parte del Episcopado, se conocieron otras declaraciones polémicas, como las del ex arzobispo y hoy arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer.

El arzobispo jubilado aseguró que en la sede del Próvolo de La Plata “no hubo abusos”, en franca contradicción con la causa que impulsa la fiscal platense Cecilia Corfield. Además de desconocer con sus dichos y menospreciar la actuación de la justicia, Aguer oculta algunas cuestiones centrales, porque el sacerdote italiano Eliseo Pirmati habría escapado hacia su país, por consejo del ex arzobispo y del actual arzobispo auxiliar, monseñor Alberto Bochatey. A pesar de la difusión pública de los hechos desde hace varios años, Aguer insiste en que “nunca ha habido en la sede arzobispal una denuncia” de abuso sexual.